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La educación media en nuestro sistema educativo tiene una población estudiantil adolescente y joven de ambos sexos que debe ser el sujeto protagónico del proceso educativo.

¿Quién es esta población adolescente y joven? ¿Qué perfil tiene? ¿Qué intereses y necesidades?

El perfil de la población adolescente y joven en los contextos rural y urbano-marginal de nuestro país es muy diverso. Varía según el territorio, las provincias, municipios, comunidades y entornos.

Encontramos a docentes, directores/as de centros, directores/as de distritos que desconocen la realidad socioeconómica y cultural de la población presente en las aulas, el proceso educativo cotidiano esta desconectado de las aspiraciones, necesidades y realidades de esta población.

La cultura juvenil y adolescente y joven es cambiante y presenta componentes muy diversos como son:

  • Combinación trabajo informal y/o formal y vida escolar.
  • Vestimenta y uso de accesorios (aretes, collares, tatuajes, pañuelos) en sus diferentes tendencias según estilos e identidades colectivo-juveniles.
  • Cortes de pelo y peinados y su relación con la pertenencia a un patrón identitario desde la cultura juvenil.
  • Opciones sexuales diversas. Adolescentes y jóvenes con opciones sexuales distintas, homosexuales, lesbianas, bisexuales y transexuales.
  • Tipologías de patrones y prácticas sexuales distintas.
  • Maternidad y paternidad adolescentes.
  • Relaciones matrimoniales basadas en la unión consensual. En las aulas se presentan adolescentes de ambos sexos que están casados/unidos y residen con sus parejas
  • Manifestaciones musicales desde la formación de grupos musicales en sus distintas expresiones y generos.
  • Pertenencia a grupos y bandas juveniles de diferentes denominaciones
  • Consumo de juca y alcohol
  • Redes sociales e internet.
  • Pertenencia a grupos y prácticasmágico-religiosas diversas institucionales y de religiosidad popular.
  • Elaboración de artesanías, tejidos y confecciones

Todos estos componentes tienden a ser reprimidos, sancionados y excluidos del quehacer educativo. En las aulas se tiende a excluir la cultura juvenil en todas estas manifestaciones lo que genera una confrontación y conflicto permanente entre docentes, directivos/as de centros y estudiantes. . Estos conflictos terminan muchas veces en expulsión, deserción y/o violencia.

La lógica debe ser inversa, reconocer los componentes de la realidad de esta población para integrarla al proceso educativo convirtiendo a sus exponentes al interior del aula en proponentes de articulación cotidiana entre estos aspectos y el currículo activo.

Cada comunidad rural, barrio, municipio tendría asi una dinámica escolar distinta en la educación media liderada por jóvenes y adolescentes exponentes de las manifestaciones culturales del barrio o comunidad.

Esto se facilita aúnmás en los liceos que tienen jornada extendida en los que se puede integrar con mayor fuerza el quehacer musical, artístico, artesanal y grupal presente en las comunidades donde están ubicados.

El conocimiento de la realidad cultural y social de la población adolescente y joven debe ser un punto de partida en la educación media. Esta población debiera asumir roles protagónicos y de participación en su proceso educativo tomando en cuenta su realidad y sus necesidades.

La posibilidad de que los currículos de educación media estén contextualizados y abiertos a la retroalimentación desde la participación de la población sujeto del aprendizaje facilita que la educación media sea realmente de calidad.

Este artículo fue publicado originalmente en el periódico HOY