Veinte años de ocupación y destrucción institucional de un país llamado Afganistán, veinte años de criminalidad, masacres y genocidios, de bombardeos indiscriminados, de asesinatos de niños, mujeres, hombres trabajadores, inocentes o culpables, culpables de querer ser libres en su tierra, veinte años que solo dejaron el caos después de haber gastado más de 2 billones de dólares, para ser exactos 2,190,000,000,000 (dos millones ciento noventa mil millones de dólares) equivalentes a 300 millones diarios.

Después de 66 mil soldados y policías afganos muertos, 47, 689 civiles, 3,846 “contratistas”, 2,448 soldados norteamericanos más otros 200 de otros países aliados y una cantidad (en miles) indeterminada de talibanes muertos fue el saldo de 20 años de criminal ocupación, sin contar los mutilados y secuelados de ambas partes, ha sido el horrendo saldo de esa intervención. Sin hablar de los miles de jóvenes norteamericanos que pasaron por Afganistán para aprender como asesinar a seres humanos.

¿Qué fueron a buscar a un país tan lejano, tan agreste y accidentado, pero rico en opio y heroína?  ¿Acaso es coincidencia que el consumo de esta droga se duplicó en territorio norteamericano después que el ejército estadounidense invadió Afganistán, el mayor productor ilícito de esta droga en el mundo?  Esto, según datos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU (CDC).

¿Quién ordenó la invasión a Afganistán el 7 de octubre del 2001? ¿Acaso no fue el Sr. Bush hijo? El mismo que pertenece al clan que maneja el cartel de Washington, quienes eligen a sus suplidores y como se distribuyen las drogas en Estados Unidos.

Pero por qué traigo al caso esta afirmación, veamos: Afganistán es uno de los países en donde más opio se cosecha (la planta es una variante de la amapola llamada “adormidera”) cuyos campesinos dependían de la venta de esta planta para vivir.  Antes de la revolución iraní, este opio se procesaba en Irán en donde se convertía en heroína cuyo destino era Europa y los Estados Unidos de Norteamérica. Durante los 10 años de ocupación soviética en Afganistán, los rusos no se ocuparon por eliminar ese negocio pues no les afectaba ya que el producto no ingresaba en la Unión Soviética. Cuando los soviéticos, derrotados, abandonan el país, los talibanes, afganos procedentes de Pakistán, empiezan una guerra para derrocar al régimen de los muyaidines quienes habían derrocado del poder a los comunistas al irse los soviéticos. Durante los 10 años de ocupación soviética y los dos años siguientes, el comercio ilegal de heroína transcurría sin dificultad hasta que el 27 de septiembre del 1996 los talibanes derrotan a los muyaidines y se adueñan de Afganistán. De inmediato aplican la ley del garrote a todo el que delinquiera, los miles de campesinos cultivadores de la adormidera son sometidos y se acaba el negocio de la heroína.

Bill Clinton era el presidente de los Estados Unidos y su negocio no era la droga, era de esperar que H.W. Bush (Bush padre) empujara a su vástago esquizoide para la toma del poder en esa nación, consiguiendo su objetivo en enero del 2001. De inmediato su política exterior se centró en la “persecución” del narcotráfico y la “lucha” contra el “terrorismo” internacional culminando esta política con el ardid del 11 de septiembre.

Mucha gente no recuerda que semanas antes del 11 de septiembre el congreso norteamericano le había negado la suma de 30 billones de dólares para la “lucha contra el narcotráfico y el terrorismo internacional”, recordemos que el Senado le preguntó a ese individuo que cuántos terroristas eran y él contestó que tenían identificados a 400 terroristas a lo que los senadores preguntaron que si capturar o eliminar a 400 terroristas costaba tanto dinero.

La consecuencia de esa negación fue el montaje del 11 de septiembre en donde existen pruebas de sobra de que fue un autoatentado. El caso es que al mes ya las tropas estadounidenses estaban invadiendo Afganistán y el resto es historia.

Surge una pregunta: ¿Cómo es que los norteamericanos no pudieron eliminar las plantaciones de adormidera con sus bombardeos?

El no poder eliminar la guerrilla talibán se explica porque el accidentado terreno montañoso le daba protección contra la aviación y los mismos lanzamisiles portátiles Stinger que los propios gringos le habían facilitado a los talibanes para que tumbaran los helicópteros rusos ahora se usaban para derribar a los helicópteros made in USA.  Sin embargo, los cultivos de la adormidera se deben hacer en terreno llano y la flor de la planta es rojo intenso por lo que es fácil su reconocimiento desde el aire.  Con tanto napalm, pudieron haber fulminado hasta la más mínima plantación con menos de un cuarto del napalm utilizado en Vietnam para matar gente.

Ahora, un pelafustán llamado César Gudes, supuesto jefe de la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (ONUDD), que no es más que una “bocina” del Gobierno norteamericano, dice a vivas voces: “Los talibanes han contado con el comercio de opio afgano como una de sus principales fuentes de ingresos”.

Los talibanes son un grupo fundamentalista del islam formados en escuelas pakistaníes, financiados por Arabia Saudí y armados inicialmente por los Estados Unidos de Norteamérica para que combatieran a los soviéticos, pero debido a su fundamentalismo se independizaron de ambas naciones y aplican los dictámenes del Corán de acuerdo a su formación e interpretación y son radicales en la implementación de sus doctrinas en donde llevan sus concepciones morales al extremo y así las sanciones.

Pero a pesar de esto ya podemos adivinar por dónde vendrá la propaganda contra ellos por los medios manejados por el imperio y sus acólitos.

Ahora los medios no se explican cómo el talibán se apoderó tan rápido de Afganistán y es que no se han dado cuenta de que una guerrilla o movimiento no tiene tanto empuje si no hay un pueblo que esté detrás brindándole su apoyo logístico.

El talibán no será la mejor opción para esa nación, pero podemos estar seguros de que será la que ese pueblo prefiere al desorden y corrupción bajo la sombra de las tropas terroristas de los Estados Unidos de Norteamérica.