Le Ley sobre Régimen Electoral en la República Dominicana en su artículo 198, define a las encuestas y sondeos electorales como, “las actividades que se despliegan para conocer la opinión o preferencias de un conjunto de personas, seleccionadas al azar mediante el procedimiento de muestreo a las que se le formulan preguntas sobre determinados candidatos, organizaciones políticas o situaciones electorales”. En ese sentido, en el curso de una batalla electoral, las encuestas nos permiten tener una idea al momento de su realización de cuál candidato o candidata se encuentra liderando la preferencia del electorado. 

Actualmente, en el país, junto con la batalla que estamos librando frente al COVID-19, también estamos en medio de una batalla electoral por la Presidencia de la República. Esta lucha, cuya definición está pautada para el próximo 5 de julio, trae consigo una guerra de encuestas que publican diversas empresas constantemente. La realidad y a la vez lo preocupante de todas estas encuestas es que las mismas en gran parte de las ocasiones difieren enormemente unas de las otras.

Exceptuando el caso del candidato del Partido Revolucionario Moderno (PRM), el cual prácticamente en todas las encuestas es colocado en la primera posición. Aunque en algunas de ellas lo colocan ganando las elecciones en una primera vuelta electoral, mientras que, en otras, el escenario que se plantea es que habría que recurrir a una segunda vuelta. Por otro parte, los candidatos del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y de La Fuerza del Pueblo se intercambian la segunda y la tercera posición, aunque en la mayoría de ellas el candidato del PLD figura en un segundo lugar. 

La realidad es que, a menos que los dominicanos en las encuestas eligen a un candidato u otro dependiendo el día de la semana que sea, muchas de estas firmas encuestadoras le están faltando a la verdad. No es posible que, en dos encuestas, cuyos trabajos de campo se realizaron en un período de tiempo similar, un mismo candidato obtenga para una firma un 8% de los votos y para la otra un 29.1%. Esto ocurrió en el caso de Leonel Fernández, en los resultados de las últimas encuestas realizadas por las firmas CID Latinoamérica y Asisa Research, respectivamente. Estas dos encuestas fueron realizadas entre el 12 y el 24 de abril del año en curso. Como este ejemplo, podríamos ver muchos otros, donde las contradicciones entre una firma encuestadora y otra llegan a ser tan abismales, que solo nos surge la pregunta: ¿a quién le creo?

Peor es el caso si nos trasladamos a los sondeos que son realizados a través de las redes sociales. Las manipulaciones de las votaciones que existen hoy en día a través de herramientas tecnológicas les restan cada vez más importancia a los resultados de estas actividades. En definitiva, el único objetivo de los candidatos es crear una percepción en el electorado, sin importar que esta sea falsa o verdadera.

Si bien las encuestas son utilizadas en muchas ocasiones para crear percepciones en el electorado, caer en exageraciones podría crear un efecto contrario. Más aún, cuando, gracias al acceso a la información que existe hoy en día, no resulta una tarea complicada dar a conocer las fuentes que financian cada una de las encuestas y los lazos que tienen con una parte o con la otra. Lo cual, cuando es presentado al público lo que genera es una animadversión frente a la firma encuestadora en cuestión, poniendo en duda cualquier resultado publicado.

En conclusión, no vale la pena dejarnos arrastrar por esta guerra de encuestas con respecto a los candidatos presidenciales que vivimos hoy en día. El día de las elecciones no ganará la Presidencia de la República el que haya estado arriba en la mayoría de las encuestas, sino, el que obtenga una mayor cantidad de votos. Para lograr esto, Luis Abinader, Gonzalo Castillo y Leonel Fernández, deben tener en cuenta que lo primordial es presentarle a la ciudadanía una campaña electoral basada en propuestas, en hechos y en objetivos claros y viables.