A los 400 millones del Gobierno

O a los 1400 millones de la oposición

Sobre el caso de cuanto le pagaron al señor Joao Santana por sus servicios de asesoría y trabajos para la campaña de Danilo en el 2016, hay dos versiones encontradas, el Gobierno reconoce que fueron algo más de cuatrocientos millones de pesos y la oposición que pasaron de los mil cuatrocientos. ¿A quién creer? Ambos lados son políticos y por tanto dignos de total descrédito y duda sobre sus informaciones, y aún más si son contradictorias. Por mi parte, les contaré un caso que tal vez ayude un poco a decantarse por una u otra versión de los dineros gastados, o mejor dicho malgastados en el asunto.

Tengo una amiga, K. F., de absoluta confianza, que me hizo el siguiente relato. En 2016 fue contratada por la firma Polis del señor Santana para los servicios de maquillista en unos comerciales de televisión utilizados durante la campaña, por un periodo de diez días, y les ¨giró¨ cien mil pesos por sus trabajos, a ver si aceptaban, cantidad tres o cuatro veces superior a la que en realidad lo valía, pero ya se sabe que los políticos se les tiran presupuestos muy altos pues suelen ser muy generosos con el dinero por la sencilla razón que no es de ellos, sino de los idiotas que como yo, y tal vez usted, sueltan en forma de impuestos, y también porque muchas veces las cantidades a cobrar no se cumplen, o quedan seriamente mochadas por las repartideras obligadas de quienes los hacen.

Y, en efecto aprobaron el monto, el caso es que, y aquí viene lo bueno, cuando mi amiga fue a buscar sus cien mil toletes por el trabajo efectuado, tuvo que ir a una mansión lujosísima donde vio a Joao Santana en persona, con lo cual se desmiente que ya en ese año se había ido del país, y en una mesa donde había muchos billetes de los grandes le pagaron los cien mil en metálico, enteritos, sin descuento de impuestos, y sin firmar recibo o constancia alguna, es decir un dinero no registrado, ni posible de registrar.

Otra amiga suya y también mía, con credibilidad 100%, L.M., me relató también que ella cobró de la misma manera y por los mismos servicios de maquillaje por treinta días ¡trescientos mil pesos! cantidad más que generosa por ese tipo de servicios.

Uno se imagina por inferencia, lo que habrán pagado por crear, dirigir y producir comerciales, anuncios de prensa, radio, vallas, carteles y demás piezas y actividades publicitarias y partidistas para realizar una campaña de esa magnitud. Cantidades verdaderamente exorbitantes, que quedan fuera de la imaginación del ciudadano corriente, e incluso de los profesionales de la publicidad.

Si suponemos con mucha base que cada presupuesto estaba inflado un promedio de tres o cuatro veces su valor real, los 400 millones de pesos que dice el Gobierno  haberle pagado al señor Joao Santana, de manera super magnánima, bien pueden acercarse e inclusive sobrepasar las cifras sostenidas por la oposición.

Este bestial descontrol de los gastos con su fácil opacidad, su manejo para el control de comunicadores y de comunicaciones, y los más que dudosos resultados en beneficios reales para la población, son las principales causas que dificultan la necesaria aprobación de la Ley de Publicidad que duerme, o la tienen adormecida mejor dicho, durante tantos años en el Congreso, y que entre otras cosas, propone poner un orden y transparencia de la publicidad oficial, pero eso no conviene porque es un arma de extraordinaria utilidad para tratar de tapar errores cometidos, y sobre todo para la permanencia de los líderes en el gobierno.

No creo en absoluto al Gobierno de Danilo, ni a ningún otro de nuestro maltratado y sacrificado país, ni a la oposición que tantas veces exagera para sacar partido de los desaguisados, aunque esta vez pueda estar en lo cierto, ni a los políticos que por puros intereses son tan mendaces, ni tampoco a la madre de los tomates por los precios que estos alcanzan estos ricos vegetales en los mercados, pero sí le creo a mis amigas que son testigos vivientes de todo lo anteriormente escrito. A fuerza de querer que creamos todo lo que nos dicen, nos han convertido a muchos en unos descreídos totales y absolutos. Qué pena.