“La admiración es hija de la ignorancia” dijo Benjamin Franklin. Si bien la humildad exige la admiración y respeto de las nobles personalidades, en nuestro país muchos políticos son vistos como estrellas de Hollywood, suscitan tanta admiración como curiosidad y envidia. No obstante, honor a quien honor merece, han existido figuras cuya integridad y vocación de servicio indiscutible merecen ser excluidas de los aspectos negativos de la presente manifestación. ¿Pero qué hay del resto? ¿Qué hay de los que hoy representan “modelos a seguir”-“líderes”- y quienes son los “héroes” (¿o villanos?) de la época contemporánea?
Aunque algunos los admiran, ciertamente presos de la ignorancia que motivan sus aspiraciones, para otros es frustrante ver como los malos – o de motivaciones cuestionables- se salen con la suya, indolentes e hipócritas, en un sistema de poder secuestrado que se los permite y de sociedad muchas veces permisiva (pues requiere un ser muy especial para condenar lo que le beneficia o a lo que aspira….). Algo sí es cierto, nadie es totalmente malo o totalmente bueno.
Si preguntas, todos los dominicanos están de acuerdo – o lo aparentan – que existen valores importantes: honestidad, integridad, familia, etc., y todo lo que nos hace mejor personas y pinta muy bien en la fábula de la vida de muchos. ¿Entonces por qué aparenta ser el dinero el valor que más se impone en las motivaciones de las personas? No que en sí sea algo malo, pues ¿a quien no le gusta el dinero? Pero cuando por dinero dejas atrás la moralidad, el compromiso, la educación, y muy claramente LA LEGALIDAD, en una vida terrenal que tiene principio y final, terminas siendo tan pobre que solo te queda lo material.
Es difícil no dejarse arrastrar por la negatividad frente a la situación actual, pero si algo aprendí de mi padre, es que la crítica paraliza el progreso: el que tiene una verdadera vocación de servicio buscará la forma de dejar su marca positiva. Entonces – y me lo digo a mi misma también – no critiquemos, reconozcamos que hay ideales a los cuales debemos aspirar y en pro de los cuales podemos trabajar. Reconozcamos que hay muchas personas valiosas. Devolvámosle así el valor a lo que realmente importa: la huella que queremos dejar y la forma en la cual queremos avanzar. Debemos aspirar siempre lo bien hecho, o en su defecto, a lo bien intencionado.