La sociedad dominicana es testigo de hechos vergonzosos con frecuentes enfrentamientos que protagonizan los miembros de nuestras instituciones militares y policiales, entre ellos y con ciudadanos, de los que debemos citar el caso de los dos agentes de la Policía Nacional, acusados de matar al teniente coronel piloto de la Fuerza Aérea en Mao, el hecho de dos agentes de la DIGESET que muestran irrespeto y falta de educación a un general de las Fuerzas Armadas, transgresor de la ley de tránsito, la supuesta agresión a una femenina policía en Cotuí de parte de un diputado de esa provincia, entre muchos otros incidentes lamentables en los que resultan víctimas lamentables, policías y ciudadanos.
Nuestros escritos en relación al tema son recurrentes durante más de 20 años, recomendando redefinir los roles para desmilitarizar a la Policía Nacional y “despolicializar” a las Fuerzas Armadas, pero en las circunstancias actuales es pertinente, pues, al parecer mi persistencia ha sido ignorada y que el gobierno del cambio que preside el Presidente Constitucional Luis Abinader, muestre preocupación e interés en modernizar y mejorar la calidad de vida de nuestros policías y militares, lo hacen aún más oportuno y coincidente.
Los policías irrespetan a militares, pensionados y ciudadanos, pero también, los militares, pensionados, ciudadanos y en ocasiones uno que otro funcionario o político importante irrespetan a los policías, sin embargo, los policías son los menos culpables, pues, son víctimas del sistema y reciben órdenes siendo obedientes a ellas.
Nuestros militares y policías han perdido su orgullo y espíritu de cuerpo: No tienen derechos ni libertades, no pueden votar, no tienen instancias de reclamo para que protejan o defiendan sus derechos, no tienen libertad de expresión
Los policías son odiados, repudiados y pocos los valoran, hasta que llega el conflicto. Entonces: Llaman a la policía y al 9-1-1.
Los resentimientos y prejuicios que tiene una gran parte de la población no son culpa per se de la policía, se desprenden de los gobiernos y políticos corruptos e irresponsables que nos han gobernado y que han desviado el rol de nuestra policía.
Por otro lado, nosotros como sociedad hemos sido cómplices de ese mal. Los policías son obedientes al mando político y hacen lo que se le ordene. Si no interpretan bien esas órdenes tampoco es su culpa.
Si bien es cierto, que los policías y militares dominicanos deben educarse mejor y revisar los protocolos junto a los pensum académicos o planes de estudios, debemos entender que el principio de autoridad, las funciones y responsabilidades del servicio se sobreponen a las jerarquías en las instituciones militares-policiales y civiles.
Le pondré algunos ejemplos: si algún ministro civil o general desean pasar dónde el Presidente de la República o el Ministro de Defensa, respectivamente, un asistente o simple secretario-recepcionista con bajo rango en el antedespacho lo detiene y es quien casi siempre decide cuándo pasar.
De igual manera sucederá en una empresa privada con gerentes, accionistas o dueños de la empresa. Todo dependerá de los protocolos establecidos y sobre todo de la ley, que no conoce de jerarquía o no debe conocer.
Para cumplir una ley no se justifica violar otra, pero debemos estar conscientes de que nuestras Fuerzas Armadas, FFAA y nuestra Policía Nacional, PN, penosamente, hace mucho, perdieron y olvidaron sus doctrinas. Pero, lo peor ha sido no evolucionar y asumir los cambios requeridos por la democracia moderna y en cuanto a su filosofía de accionar retrógrada y corrupta.
Hoy la disciplina y la autoridad en nuestras instituciones castrenses es simple “aguaje o allante y movimiento” en eventos ceremoniales y desfiles. La moral y ética, así como el respeto a leyes y reglamentos que conforman la institucionalidad son “un peligro” en los cuarteles y en la mayoría de las instituciones.
La Constitución dominicana y muchas leyes están llenas de contradicciones y confusiones, tal son los casos de las leyes orgánicas de las FFAA y la PN, así como, sus reglamentos internos.
Nuestro Presidente Constitucional muestra voluntad y disposición para restablecer la institucionalidad perdida, pero, al parecer no cuenta con mucho apoyo real, independientemente de la valoración positiva otorgada de casi un 100% de la población.
Aplaudo y felicito al presidente Luis Abinader, cuando expresa: “No hay rango que esté por encima de la ley. Yo le reitero a la población que tienen que tener conciencia y respetar a los miembros de la Policía y las Fuerzas Armadas”.
La calidad del servicio para hacer cumplir la ley, la interacción social con humildad y la cortesía no restan autoridad para la prevención de la violencia en todas sus manifestaciones, (desórdenes, contravenciones, delitos y criminalidad).
En República Dominicana, culturalmente como herencia de la guerra fría y el trujillismo, las FFAA y la PN, con todos sus cuerpos especializados, han mantenido el militarismo represivo en su accionar frente a los habitantes y de igual manera lo hacen en el entrenamiento con los cadetes y conscriptos en la capacitación y el entrenamiento.
Siendo esta situación parte de las razones que mantienen la otrora represión y abusos que se contraponen con la esencia de los cuerpos de policías modernos y civilizados.
La ausencia de una asociación o sindicato de policías y que existen en todo el mundo, ha mantenido débil la institucionalidad y el respeto a los derechos de los policías en República Dominicana.
Nuestros militares y policías han perdido su orgullo y espíritu de cuerpo: No tienen derechos ni libertades, no pueden votar, no tienen instancias de reclamo para que protejan o defiendan sus derechos, no tienen libertad de expresión ni facultad para deliberar, no se les respetan ni reconocen el escalafón ni los méritos, los entrenan como animales sin la más mínima dignidad y todo esto a pesar de ser la profesión de mayor riesgo según estadísticas de víctimas en el desempeño de sus funciones.
“En EEUU y parte de EUROPA decir: YO SOY x personalidad, es un delito y se considera tráfico de influencia.” JG
Nada ni nadie debe estar por encima de la Ley.
Sin policías no hay orden social ni garantías para la paz.
Por lo antes expuesto quiero proponer y reiterar una revisión urgente de las leyes orgánicas de las FFAA y la PN con sus reglamentos, así como, de los organismos especializados, dando participación a los expertos y científicos en la materia para solucionar y sanear el desorden institucional que mantienen en incertidumbre y desmoralizados a los policías y militares activos y pensionados.
Dios bendiga siempre al pueblo dominicano. Todo por la Patria.