JOSÉ CASTILLO MÉNDEZ: CONTRA EL OLVIDO.
Una mañana del 14 de mayo de 1943, abrió los ojos por vez primera en San Francisco de Macorís, José Altagracia Castillo Méndez, el cual en poco tiempo viajó por diversos pueblos del interior del país, debido a que su padre al ser militar, era trasladado con frecuencia, acorde con la costumbre castrense todavía vigente, terminando de residir de manera permanente cerca del río Ozama en la ciudad de Santo Domingo.
De joven se destacó como bailador de música popular, entre sus compañeros. El baile para él era una pasión, al mismo tiempo, era un destacado atleta, especialmente en futbol. Entró a la UASD a estudiar la carrera de agrimensura, de la cual se graduó con honores.
En los tiempos que ingresó a la Universidad, en una oportunidad visitó al Instituto Dominico-Americano donde ofrecieron la presentación de grupos folklóricos de diversos países. José quedó fascinado por la diversidad y la magia de estos bailes y decidió dedicarse a los bailes folklóricos de nuestro país. Con la participación de jóvenes amigos, realizó la creación de un grupo de proyección folklórica, bautizado como “Folklore-Ballet Teatro”.
Un tiempo después, en el 1969, por su iniciativa, se produjo la introducción de la enseñanza de los bailes folklóricos como asignatura en el Departamento de Deportes de la UASD, dirigido por el profesor Víctor de la Rosa, conocido como “Pululo”. Lo cual, entre otras cosas produjo, un año después, la creación del Ballet Folklórico de la Universidad, dirigido por la profesora Divina Estrella, de la cual José fue miembro fundador.
Pero José era más que un bailador, con el también miembro del grupo, Iván Domínguez, estudiante de agronomía, se dedicaron a recorrer el país en la investigación de los bailes y las diversas manifestaciones folklóricas. En una de esas celebraciones, nos encontramos en los mismos afanes y con las mismas ideas, naciendo entre los tres una hermosa amistad, una hermandad, que nunca ha terminado.
En 1972, surgieron complicaciones de salud con la profesora Divina Estrella, maestra que había estudiado baile con la profesora Clara Elena Ramírez, Rene Carrasco y la profesora Josefina Miniño. José era su asistente y por su alto nivel de formación, fue designado como director del Ballet Folklórico. El compromiso de la dirección lo impulso a estudiar los aspectos científicos –teórico-metodológicos de la danza, bailes y del folklore en general, teniendo como profesores, entre otros, al antropólogo norteamericano Ralph S. Boggs, a su esposa, la folklorista doña Edna Garrido, a los folkloristas venezolanos Isabel Aretz y Luis Ramón y Rivera, a la antropóloga norteamericana-haitiana-dominicana june Rosenberg, al antropólogo dominicano Héctor Díaz Polanco y a la antropóloga dominico-norteamericana, Martha Ellen Davis.
Iván Domínguez, era estudiante de agronomía, José de Agrimensura y yo sociólogo. Esta diferencia de formación academicen vez de separarnos nos unió, porque esta diversidad nos complementaba, logrando que las vivencias con el pueblo, nos dieran el conocimiento y la conciencia que los libros no nos daban. De los tres, en ese momento, por sus vivencias en diversos pueblos, José era el que había acumulado más conocimientos sobre el folklore, la cultura popular y la identidad nacional.
José era miembro fundador del Grupo músico-vocal Convite, al igual que Iván y yo. Este grupo, revolucionó el proceso de creación artística-cultural, implementado la novedad de que los sectores populares fueran parte del proceso de creatividad, conviviendo con ellos en los contextos originales. Esta visión teórica-metodológica José la implementó en el ballet, con nuestro apoyo y el del antropólogo Julio Encarnación, de tal manera que todos los montajes eran el resultado de las investigaciones de campo donde participaba todo el grupo, convirtiéndolo en el Ballet de proyección folklórica más completo, creativo e impactante del país.
José creció profesionalmente en la recolección, difusión y enseñanza del folklore, desempeñando las tareas de profesor de la UASD, de la Escuela Nacional de Danzas y del Instituto Superior de Bellas Artes, fue Director de la Dirección de Cultura de la UASD, sub-director del Instituto Dominicano de Folklore y Miembro de la Comisión Nacional de Carnaval.
Investigador incansable, creador excepcional, los aportes de José al folklore dominicano son invaluables, sobre todo, en el montaje de la Sarandunga Banileja, los Congos de Villa Mella, el Gagá en sus diversas modalidades (Cañera, de montaña y fronteriza), los juegos infantiles, sobre la Comarca del Guayabal y la Jocusión de San Juan de la Maguana, manifestaciones inéditas estas últimas, todavía desconocidas.
Junto con Dagoberto Tejeda e Iván Domínguez, fue coautor del Calendario Folklórico Dominicano y del Almanaque Folklórico Dominicano, además de un Manual de Bailes Folklóricos Dominicanos, inédito, extraviado. Dejó docenas de fotografías y muestras visuales de sus trabajos de investigación, que no han sido difundidos.
Para mí, su obra cumbre, su pasión de vida, abarcador de sus sueños, es el Ballet Folklórico de la UASD, bautizado con justicia con su nombre, el cual dirigió por 48 años, de los 50 que tiene este ballet de existencia, formando investigadores y bailadores, al mismo tiempo que profesores, promotores, profesionales de la danza y del folklore dominicano, porque el ballet folklórico de la UASD, se convirtió en una escuela, difusora del folklore dominicano, danzas, bailes y de la identidad nacional.
En la Semana Santa del año del 2007, hizo un viaje de despedida a los lugares de la región Sur, escenario de sus principales investigaciones, falleciendo el martes10 de abril de ese año. El Presidente de la Republica y el Estado Dominicano lo declararon “Patrimonio Viviente del Folklore Dominicano”, porque José no ha muerto, vive en el corazón de todos los amantes del folklore, de todos los que lo conocimos y en todos los lugares donde el pueblo exprese su folklore. ¡Hasta luego hermano!