La epidemia de chikungunya que nos azota pone a desnudo nuestras debilidades estructurales así como las contradicciones en la cual estamos inmersos como país.  Los hospitales más masivos presentan todo tipo de escasez y su insuficiencia presupuestaria se ha visto agravada luego de la eliminación del cobro de la cuota de recuperación.

Al no tener cimientos firmes, construimos sin zapatas. No nos detenemos a reflexionar, a planificar, a pensar. Quitamos la cuota de recuperación como una medida de corte populista pero sin dar a los hospitales los medios para realizar dignamente sus labores. Apagamos fuego y lo celebramos a base de propaganda. Sin embargo, quedan vacíos esenciales que tarde o temprano cobran sus cuotas. No resulta tan importante, ya  que la mayoría de las veces los pagarés se los cobran al nuevo incumbente.

¿Hemos salido de las naciones más pobres? Claro, tenemos de todo: una red de carreteras fuera de lo común y un parque automovilístico envidiable, malls, Zara, Forever 21, exquisitas propuestas gastronómicas, las más grandes cadenas hoteleras, pero no estamos preparados frente a epidemias, no estamos preparados frente a desastres naturales, no estamos preparados para la supuesta reforma educativa.

El COE puede tener planes satisfactorios en caso de desastres naturales pero no podrá evitar el impacto de los elementos  sobre comunidades vulnerables cuando cualquier lluvia  en tiempos normales se lleva una cañada y cobra su cuota de vidas. Somos un país de improvisación y no de organización, no hacemos respetar las leyes.

Cada maestro que llega al poder, aun del mismo partido que su predecesor, tiene su librito según sus intereses corporativos y su necesidad de asegurarse de una manera u otra su reelección tarde o temprano…

Nadie quiere seguir políticas de otros y por ende no caminamos sobre las bases firmes de una planificación aunque sea de medio término; funcionamos con pactos mediáticos que reemplazan otros pactos caídos en desuso. Sabemos apagar fuegos sobre bases clientelistas.

Construimos miles de aulas en una revolución de concreto y de inauguraciones, ¿pero dónde está la  revolución educativa basada en selección, la formación de los maestros y los diseños curriculares?  Solo el 25 por ciento de los graduados en Magisterio que participaron en la séptima evaluación de Oposición Docente en febrero aprobaron los exámenes para ocupar cargos en las escuelas del país. ¿Cómo se formarán en un mes y medio de vacaciones y se contratarán los profesionales necesarios para que la tanda extendida no se transforme en el acceso de nuestros niños y niñas a un comedor económico y una simple guardería?

Queremos 10 millones de turistas pero nuestros barrios, cañadas, calles y partes atrás son insalubres y vergonzosas. Mochos y ciegos invaden las principales esquinas pidiendo limosna y nuestros locos andan sueltos en la calle. Destruimos los corales y los manglares como si fueran recursos infinitos. Si dominicanos y dominicanas tienen miedo en las calles y carreteras, en tal ambiente de inseguridad ciudadana, ¿cómo podrá florecer un ecoturismo seguro?

Embellecemos lo que está a la vista, como lo hacía Balaguer, para dar a la gente la ilusión de modernidad y progreso. Llenamos la ciudad de parques, de espacios para hacer ejercicios, porque se trata de acciones mediáticas, dejando sin resolver el eterno problema de la basura donde proliferan los vectores de muchos de los males que nos aquejan hoy en día.

La epidemia de chikungunya llama poderosamente la atención porque no tiene frontera, ataca a todos por igual, al blanco al negro, al rico al pobre, al dominicano al extranjero. Pone de relieve nuestra dejadez frente a la salud, la basura, las contaminaciones de toda índole y a uno de los  más graves problema, la falta de agua corriente entre amplios sectores de la población lo que hace imprescindible su almacenamiento y con ello, su inevitable consecuencia,  la cría de mosquitos.