No sé si el tema lo trajeron con la premeditación de que crearía el revuelo que ha producido. Si es así, fue una genialidad, lo lograron. Lo que, si me queda claro, es que hay sectores de la población a los que ningún argumento (aunque tengan una solidez irrefutable), ni las cifras (aunque evidencien la situación de precariedad en la que vive nuestra población), hará que cambien de opinión y seguirán inventándose excusas para no aceptar un mundo de derechos. Por una razón muy simple, no les conviene.
Nada es nuevo para esos grupos, simplemente apuestan a eso, es lo que quieren o lo que les conviene, lo que les beneficia. Por eso, aunque viven quejándose de lo mal que vamos, y pregonando que debemos hacer una “revolución educativa”, ante cualquier medida que pueda significar un cambio estructural significativo, se escandalizan y lo desaprueban.
Quieren que las niñas sigan siendo educadas en el afianzamiento de la idea de que son inferiores, de que las diferencias biológicas, justifican diferencias sociales. Llegan a “explicarles” que no es subordinación, ni discriminación, porque es el orden “natural” de las cosas. Es como tiene que ser, y si te rebelas frente a eso, eres o una “bruja” feminista que “odia” a los hombres, o una “puta” “chapeadora” que “explota” a los hombres. Y los hombres, en esa lógica perversa, siguen siendo el centro del mundo.
Saben que los hombres son la representación mayoritaria en todas las instancias de toma de decisiones: en el Senado (29 de 32), en la Cámara de Diputados (137 de 190), en las Alcaldías (139 de 158), en los Ministerios de gobierno (19 de 22) y así podría seguir enumerando, Altas Cortes, Direcciones Generales… Y si buscamos los datos del sector privado, la realidad no es muy diferente… No les interesa ningún cambio, porque están convencidos de que así tiene que ser.
Lo que subyace en la negativa y la “alarma” de sectores anti derechos y conservadores a una Política de Género es que no quieren un mundo de derechos. No pueden reconocer la necesidad de que se aplique una educación igualitaria en las escuelas, porque eso va en contra de sus intereses. Como no pueden decirlo así, se inventan y crean estrategias para provocar miedo colectivo. Les cuesta aceptar que cada vez más personas entienden que es un asunto de derechos y justicia.
La única explicación posible a tanta manipulación, es el miedo a que se haga realidad la igualdad de derechos. Es una manipulación que llega a lo caricaturesco. Dígame usted, ¿quién podrá creer que se quiere inducir a niños y niñas a la pornografía? Solo mentes desviadas, pueden pensar así. Estoy absolutamente segura de que a quienes propugnamos por una política de género, que evidencie los roles dicotómicos que asignan valor a unos sobre otras, ni nos pasa por la mente, es un absurdo tan atroz, que no podemos ni pensarlo. Son otros los que llegan a esas conclusiones aberrantes.
Ya en los mil ochocientos, Rosa de Luxemburgo abogaba por “Un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”, y aunque hemos avanzado (esta “alaraca” anti derechos es la mayor señal del avance), sigue siendo necesario trabajar para conseguirlo. Habría que recordar que la Orden, traza las pautas para crear la Política en un debate amplio y fecundo. Un debate así, no se establece sobre la base de construir falsas verdades con el fin de manipular poblaciones.
Es mentira que la educación en derechos ha funcionado bien y no amerita cambios, si así fuese, no habría tanta violencia. Padres, si realmente sus hijas son los seres humanos que ustedes más quieren, demuéstrenlo reconociendo los privilegios masculinos, desmontándolos y trabajando para la igualdad. Madres, no permitamos que nuestras hijas sufran y padezcan las violencias que, de alguna manera, nos han tocado a todas.
No hagamos caricatura de temas tan serios. Reconozcamos que nuestras familias, lamentablemente son espacios violentos (recordemos que la mayor cantidad de denuncias de violencia se produce en este espacio). Para transformar esa tristísima y terrible realidad, hay que modificar los comportamientos y los conocimientos. ¿La igualdad nos hace libres, es a eso que le temen?