Es elemental en política, cuando hay varios enemigos, se combate con todas las fuerzas hasta derrotarlo, al principal.
Es indudable que hay una nueva generación, en proceso, de dirigentes, militantes y simpatizantes de ideas progresistas y revolucionarias. Los vemos en casi todos los actos convocados, y eso nos llena de optimismo y esperanza. En poco tiempo, si se sigue trabajando, tendremos una izquierda revolucionaria refrescante, con el calor y entusiasmos que siempre la ha caracterizado.
Leyendo tu trabajo, compruebo la delicadeza y la profundidad histórica para fundamentar la posición en asuntos de táctica y estratégica de la presente coyuntura, siempre con nuevos ingredientes. Eso es alentador, se tira al zafacón aquel esquema dogmático, recetario y anti científico que se usaba antes. ¡Enhorabuena!
No tenemos contradicciones de fondo, quizás en la forma y eso se arregla en el camino, siempre agarrados de las manos, como debe ser entre iguales. En cuanto a tus valoraciones sobre los dirigentes políticos actuales de la partidocracia, ahí sí tenemos divergencias en tus valoraciones sobre ellos.
Las luchas entre los líderes y dirigentes que llegan al poder, y quieren perpetuarse, se debe a las arritmias de la evolución histórica de la sociedad, a la falta de reglas de juego de clase y la ausencia de conciencia política de ciudadanía. Entristece a cualquiera observar la manera como se devoran esas fieras embravecidas, detrás de su presa que da poder, enriquecimiento y enferma su salud mental.
Históricamente, los políticos dominicanos cesan de sus funciones cuando mueren en forma natural, en su cama, o son asesinados. Esto lo vemos desde la fundación de la República hasta el fallecimiento, 14 de julio de 2002, del doctor Joaquín Balaguer Ricardo, siete veces presidente de la República. Murió, en su lecho, a los 95 años y se mantuvo activo hasta el final.
Los tres dirigentes políticos que gravitan en la vida nacional: El licenciado Danilo Medina Sánchez, actual presidente de la República, lleva dos periodos de gobierno, El doctor Leonel Fernández Reyna lleva tres y el ingeniero Hipólito Mejía Domínguez, con un periodo y otro fallido. Los tres no han ocultado sus intenciones para seguir y regresar a la famosa y “embrujada” “silla de alfileres”.
Relativamente, las tres son personas jóvenes, el mayor tiene 78 años de edad, cruzando por la curvita de la Paraguay y puede pichar un juego hasta las nueve entradas, si lo dejan. Danilo y Leonel, están en sus mejores tiempos, guardando las particularidades de cada uno. Leonel fuera del poder, se enfrentó a Danilo con todo el poder en contra del Estado y su partido y sacó cerca de 900 mil votos “truqueados” en las primarias internas. Le aplicaron su propia medicina y cayó llegando a la meta.
Las contradicciones personales entre Danilo y Leonel por el poder, es un reflejo de las condiciones de atraso de índole político e ideológico, muy característico a lo largo de nuestra formación social, económico y político. Y muy bien puede ser aprovechado para darle el “golpe de gracia” a los inquilinos del Palacio Nacional.
Danilo, Leonel e Hipólito, son fichas del tablero que se mueven cuando al imperio y los oligarcas burgueses le convengan; si sus interés político y de clase están en peligro. A veces, los dejan pelear sin árbitros, lanzando arena entre ellos… como forma de reciclar su podredumbre dirigencial.
Sus etapas están en pleno apogeo, con sus altas y sus bajas, primando siempre el aspecto personal, resentimientos, envidias y frustraciones. Nada de diferenciarse en lo político e ideológico. Fíjate que no tocan, esa tecla, el tema de la corrupción, ni de la impunidad, pero tampoco Odebrecht, ni Punta Catalina.
Los tres no están liquidados, tienen fuerzas y seguirán el trayecto de los políticos que registra la historia. Lo tendremos por mucho tiempo gravitando en la vida política nacional. En política no es aconsejable confundir los deseos con la realidad, a veces nos lleva a conclusiones equivocadas y actuar en sentido contrario. Danilo, Leonel e Hipólito, lo tendremos dando carpeta…
¿Qué es lo triste y lamentable del escenario descrito? Que no tenemos dirigentes revolucionarios, que puedan surgir de esta crisis institucional, para sustituirlos. Prefieren proyectar a los sustitutos de Danilo, Leonel e Hipólito, cuando tenemos dirigentes con cualidades excepcionales, como por ejemplo nuestro amigo y compañero, Manuel Salazar, con capacidad, inteligencia y firmeza en los principios revolucionarios.
No es correcto andar en bajo perfil y mucho menos, de vez en cuando, haciendo coro en actividades proselitistas de los conservadores. Esto llora ante la presencia de Dios, cuando carecemos, los revolucionarios, de presencia física e influencia en la sociedad y en los medios de comunicación, por nuestras debilidades, visión limitada y la falta de unidad.
Pendiente: “La tareas políticas de la coyuntura”.