Ahora que el gobierno advierte que ha erradicado la pobreza y que la República Dominicana ya es un país de clase media aprovecho la ocasión para darle la bienvenida a los nuevos integrantes de la clase media.
A modo de prólogo, confío que con este nuevo título también cada uno de ustedes empiece a ver el país desde otra perspectiva. Como cuando cumples la mayoría de edad y te sientes adulto y libre, de modo similar, ser clase media implica otras consideraciones que espero tomes en cuenta.
Ser clase media equivale a ser por lo menos la clase productiva. Trabajes en el gobierno, en el sector privado o como un emprendedor independiente, vivirás preocupado por mandar tus hijos al colegio. Ganar, no lo necesario para jugar o comprar la Jumbo del día, sino para prever a duras penas el pago de la próxima factura.
En términos más propios, ojalá decidas al igual que tantos otros tomar conciencia del cuidado de los recursos y de los bienes que pasas a cuidar o a administrar, sin andar dando bandazos a modo de esos que desaprovechan su suerte y fortuna o van montados en el vehículo de la compañía donde trabajan o rompiendo butacas de aulas escolares porque creen que ni son suyos ni los abonaron ellos.
Como nuevo integrante de la clase media no tendrás otra visita sorpresa que no sea la del cobrador de un nuevo impuesto. Tampoco verás al ejecutivo de turno ni para aplaudirlo y vitorearlo ni para obtener una foto con él. Consumirás lo que pagas. Sin bonos ni luz ni solidaridad ni botellas, pero sí retribuyendo impositivamente al país por lo que tantos otros se economizan y evaden.
Una vez ascendido por obra y gracia de la retórica a clase media y mientras estés dispuesto a permanecer en ese status social, resentirás lo competitivo que está el mercado y el esfuerzo cotidiano que como criatura nueva saldrá de tus costilla en términos de servicios de calidad e ingresos económicos sostenibles. Ser un tíguere es insuficiente para ese acto de generación de riquezas y lo mal hecho y habido, a la postre, también. Requerirás mucha rectitud y moralidad, revestidos de amor a la familia y al prójimo, habilidades en finanzas personales y también en urbanidad, convivencia y negociación, amén de saber algo de ética y de costumbres, de constitución, leyes, política y -no se te olvide- del tortuoso afán de construir el ideal bien común de toda una sociedad cada día más diferente, desigual e inequitativa.
Bienvenido a la clase media, a la que quizás llegas sin saberlo. Estás a punto de ver que en suelo dominicano, las oportunidades son calvas, como dicen popularmente. Llega la hora de pagar el precio por el ascenso social. Me refiero al sacrificio de cada uno -en tanto que enrolado en la clase media- ha de consentir en aras de una sociedad nacional en la que las yolas dejen de salir cada día porque en ella no decae la solidaridad con los que permanecen abajo, los mismos de siempe que dicen que ahora pasas a subvencionar con tu trabajo, mientras soportas a los de arriba con su empeño y visión de futuro pero también con sus sueños de grandeza y dejos de lujos y vanidades.
En fin, bienvenidos seas y sean todos ustedes, lo recién ascendidos a clase media, luego de ser liberados de la pobreza y favorecidos por la retórica presidencial.