Tomo el atajo de comenzar desmenuzando el título, para evitar el procedimiento invasivo de acercamiento arrebatado a la realidad textual (es decir, circunvalando el mundo y entrando en él por el traspatio): en principio no podemos conocer si es que estas Sombras en demolición (Mantra Edixiones, México, 2020) demuelen, o si están siendo demolidas. En cualquiera de los casos, nos encontramos ante el extrañamiento de atestiguar la forma en abstracciones, inconcreción, reflejos y contornos, pueden derribar o serlo.

Arribamos al subtítulo solo para descubrir que la publicación compone una antología extraída de libros previos del poeta peruano Paul Guillén ((Ica, 1976), escritos entre 2002 y 2018, de modo que enfrentamos como lectores, de entrada, un proceso inferencial de implicatura pragmática[i]. ¿Significará que el poeta en su alquimia lexical busca borrar regiones que obstaculizan el fluido luminoso? ¿O es que trata de abatir la supuesta solidez de lo que existe, sin que desaparezca por completo su silueta, es decir, su carácter bocetado de entidad? No sabremos la respuesta sin antes haber entrado al libro.

Una vez dentro, encontramos ciertos rastros. Para ejemplificarlos: ya que “La mente no lo es todo”,

Cuando pongo en blanco

La mente

No escribo más

nos dice de entrada Paul, cosa que implica que el autor asume el acto lírico desde la lucidez, desde la claridad, a la misma vez que en búsqueda de luz: su residuo entre las sombras, pero con negra luz de revelado. No es preciso perspicacia, filo agudo de magín, para que se nos revele su auténtica naturaleza: el establecimiento de un contraste ontológico, de búsqueda dialógica, frente al que estamos.

Método: metalenguaje, para poder dar cuenta de una meta-física particular, en sentido estrictamente literal, incluso: una cosa más allá de lo concreto. De ahí esas sombras –que no son manchas, que no son máculas, tampoco opacidad. Sombras como las que en “Llanto de lagartos” deja el poeta en las orillas antes de sumergirse en el mar y que provocan su salida.

No hay nada demolido aquí, pero sí su equivalencia: derrame, desborde, brote. Ese abandono de sombras provoca una crecida insólita: un inaudito desmadre de la mar, una riada de océano. Por lo que uno alcanza a percibir leyendo, no es que sus sombras tengan masa, sino que bien podrían dislocar a lo que sí la tiene. La misma práctica que la poesía, definitivamente, ese artefacto que luxa el léxico, que descompone lo real recomponiéndolo.

Este poema que cito viene dedicado al poeta horazerista Jorge Pimentel, el mismo alguna vez calificado como “sucesor primordial de César Vallejo”[ii]. Otro importante miembro de Hora Zero al que Guillén se vincula con profundidad es Enrique Verástegui[iii]. Paul Guillén fue recibido como una especie de benjamín del grupo, pero resulta imposible afirmar que desarrolle una escritura apuntalada por las de estos notabilísimos poetas. El punto de contacto se produce, más bien, en su inscripción, su afiliación a ese ramal de ruptura en la que se ha posado durante décadas el pájaro de la poesía peruana, en una asombrosa multiplicación de tentativas, acaso como ninguna otra tradición latinoamericana. Curiosamente los peruanos –pese al peso de Vallejo– no se arredran ni amilanan ante el espesor “estruendoenmudecedor” de Trilce: más bien, por el contrario, continúan trazando paralelas infinitas, como el segundo riel por el que se desplaza una locomotora de inventiva. Y el Movimiento Hora Zero es un ejemplo práctico de cuanto acabo de afirmar.

Paul Guillén es uno de esos poetas detonadores ininterrumpidamente paridos por Perú y caracterizados por la complejidad propia de la cultura autóctona en colisión con la europea, en ese tumulto bien digerido de lenguas originarias, vanguardia y neovanguardia, lucha de clases, discursos urbanos y políticos, transbarroquismo, manto mítico y canon. El poeta mismo, en su faceta de ensayista agudo y académico dotado, ha procurado dar cuerpo al fenómeno (proporcionar referente material al inasible teatro de sombras que representa el controvertible “Perú integral”).  Nuestro poeta, cosmopolita, gravita con su fardo original en otros ámbitos. Cita a Ojeda, pero también a Auden; dedica un texto a Pancorvo a la vez que hace referencia al cine de Eisenstein; lee a Vladimir Holan y caza entre guiones un jabalí pintado; cita al poeta beat Michael McClure e inmediatamente después a don Martín Adán.

Ahora bien, ¿de qué modo sus lectores exógenos percibimos lo que Paul Guillén intenta, nosotros los no contaminados por el conocimiento previo de sus rastros? Para mí, lo que este libro demuele en realidad es el lenguaje, extrañamente reedificándolo, sin importar si en bloques de poesía en prosa o en las líneas inconstantes de aquello que se insiste en llamar “versos”: los poemas de Guillén, maravillosamente condensados en esta antología, brillan y ebullen como un rascacielos construido con palabras, y generan una sombra acogedora en derredor.

[i] Se entiende por implicatura una información que el emisor de un mensaje trata de hacer manifiesta a su interlocutor sin expresarla explícitamente. Así pues, la implicatura es un tipo de implicación pragmática, en oposición a las implicaciones lógicas o semánticas, como puede ser la presuposición. El término fue acuñado por H. P. Grice, filósofo americano que elaboró un modelo pragmático de la comunicación. En su teoría, se establece una distinción entre lo que se dice y lo que se comunica. Lo que se dice es el contenido literal expresado en el enunciado. Lo que se comunica es toda la información que se transmite con el enunciado más allá de su contenido proposicional. Se trata por tanto de un contenido implícito y recibe el nombre de implicatura. (https://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/diccio_ele/diccionario/implicatura.htm#:~:text=As%C3%AD%20pues%2C%20la%20implicatura%20es,modelo%20pragm%C3%A1tico%20de%20la%20comunicaci%C3%B3n.)

[ii] Rodolfo Ybarra y Zachary de los Dolores en Hora Zero (óperas primas), Amargord ediciones, Madrid, 2016.

[iii] El más reciente gesto de este vínculo es el libro Ángel con casaca de Cuero: lecturas de Enrique Verástegui, de la autoría de Carmen Ollé Nava, Paul Guillén, Yaxkin Melchy, Manuel De J. Jiménez, Héctor Hernández Montecinos, Tania Favela, Carlos Lloró, Alba Fede, Reynaldo Jiménez, Freddy Ayala Plazarte, Erick Sarmiento Fernández, Julio Barco, Raúl Silva y León Félix Batista (Sol Negro Editores, Lima, 2019).