El titular de la Procuraduría Especializada de la Corrupción Administrativa (PEPCA), licenciado Wilson Camacho declaró a la prensa que la joven ministra de la Juventud (suspendida por solicitud propia) citada por este departamento judicial para ser interrogada por el origen de su patrimonio, y en un hecho inusual, ella se negó a declarar la procedencia de sus bienes declarados en la Declaración Jurada de Patrimonio depositada recientemente en la Cámara de Cuentas, no declaró [no abriendo la boca para declarar ni siquiera para decir esta boca es mía].
En cambio, sus abogados tratando de disipar todo vestigio de duda, prefirieron que la funcionaria se expresara por medios escritos y no oral, para dejar pruebas certificadas y firmes por las intermediaciones financieras y otros órganos de naturaleza comercial en la que ella mantuvo relación en el periodo que se cuestiona a los fines de probar todo el dinero que se ganó.
Entendemos todo esto, y también la estrategia técnica de defensa es legal y constitucional. Aferrarse al derecho de la persona es justo. Cualquier ciudadano puede usar los recursos que le proporciona la dinámica del derecho, y más para defender su honor cuando está comprometido.
Lo que no me queda claro es porqué la ministra de la Juventud no aprovechó la valiosa oportunidad que se le escapó al infortunio, a la desgracia y al karma: Uno, de poder demostrar la capacidad de emprendimiento que puede tener el dominicano cuando se propone contra todo pronóstico romper corotos para cumplir con sus objetivos de grandeza. Dos, también quizá sin darse cuenta tiró por la borda el sueño de muchos jóvenes que se ven idealizados en personas exitosas de gran capacidad de estelaridad y brillantez al poder poseer enormes fortunas a temprana edad; y por supuesto estaban deseosos de escuchar de sus labios el cómo, el cuándo y en dónde se tiene una buena propuesta emprendedora.
Sin embargo, por haber dejado pasar esta enorme oportunidad de la vida, de ensañarles oralmente a los jóvenes de este siglo (internautas e interactivos) de cómo ser funcionarios probos, éticos, decentes y ganar dinero, la jóven ministra está a un paso, lamentablemente, de que le llegue la ruina.
Por otro lado, el repudio aumentaría cada minuto en su contra. Porque probablemente no se despeje en mucho tiempo de la mente del ciudadano común, la imagen negativa del político corrupto.
Por eso, por más derecho y razón que aplique la estrategia de un equipo técnico de defensa en el estrado, en las calles de en medio permanecería las secuelas, el bucle de la sospecha, de la marca y el trauma de 16 años de muchos funcionarios corruptos que se infiltraron en política para hacerse rico del erario; y, otros fueron a aumentar de sus riquezas al Gobierno a costa (de las miserias) del pueblo dominicano.
(Ahí vienen lo mácaro, ¡juyan!).