Con el resplandor de la primavera, partiste en silencio hacia las nubes donde hace tiempo te esperaba un coronel casado con la gloria y con la historia, Rafael Fernández Domínguez, el amor de tus amores.

Te fuiste, con el corazón lleno de amor, pero repleto de rebeldía, con indignación por la negación de los  principios y las pesadillas de sueños responsabilidad de quienes habían jurado por las banderas de la dignidad y del decoro.

Arlette Fernández

Antes de conocer al Coronel Fernández Domínguez, tú militabas en las trincheras por la justicia social, junto al pueblo.  En la epopeya del héroe de abril,  tú estaba a su lado y él contaba contigo.  Estoicamente racionalizaste el dolor por el vil asesinato por los yanquis invasores de tu amado, soldado de la Patria, y seguiste la lucha por hacer que fuera realidad la utopía de la gloriosa revolución de abril del 65.

No claudisca nunca, no descansaste un solo momento, jamás renunciaste a la lucha, en todos los momentos culminantes del país,  estabas presente, participaste de todas las mejores causas de la Patria, eras parte siempre de todas las jornadas por la justicia y en todos los repudios en contra de la impunidad y de la desvergüenza.

Nunca pásate factura, nunca aceptaste privilegios, siempre caminabas con la frente en alto, por eso, como Amaury, cuando decidiste irte, llevabas estrellas en la frente y una aureola de dignidad.   Las estrellas hacían reverencias a tu paso y miles de mariposas, entre las que estaban las heroínas de Salcedo, las hermanas Mirabal, las cuales  sonreían entre flores que no se marchitan nunca porque  están hechas de eternidad.

Coronel Fernández Domínguez

Luchaste sin descanso, contra el olvido, para que el pueblo pudiera reverenciar al Comandante Fernández Domínguez, y sea referencia para la lucha, ya que él vive en el recuerdo y en el corazón del pueblo.

Arlette, gocé de tu amistad, de la cual siempre me sentí honrado.  Siempre tenía  orgullo por estar cerca de ti, porque eras el ejemplo, la referencia de la dignidad, de la coherencia, del compromiso por los ideales patrióticos, por la revolución para una nueva sociedad.  Todavía te necesitábamos, pero vete tranquila, no tienes nada de que arrepentirte, todo lo contrario.  Saluda de mi parte al Corones. Juramos ser fiel a sus principios de abril, luchar para que sus sueños, que son también los de Caamaño y de los demás patriotas, sean una realidad, en un nuevo amanecer de nuestra patria. ¡Hasta luego!