Hoy se cumplen 50 años del ajusticiamiento del dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina, durante cuya dictadura gobernó al país con mano de hierro. Se trataba de un poder absoluto que no admitía oposición y quienes se atrevieron a oponerse fueron encarcelados, torturados y asesinados. La crueldad caracterizó su mandato que se prolongó por más de 30 años.
Por dicha no me tocó vivir durante esa época, pero ello no ha imposibilitado que haya podido conocer los pormenores de la época y que la memoria histórica permitiera que quienes no vivimos la tiranía trujillista hayamos podido entroncar con el pasado y conocer así la historia de la época, lo que impide no sólo que no se repita, sino que comprendamos nuestro presente.
Una frase muy conocida es aquella que reza: "Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla". Y olvidar la historia conlleva a no comprender el presente, con lo que se propicia un profundo déficit democrático que se sustancia día a día en una sociedad con pocos conocimientos de sus derechos, conformista y poco participativa, pues es una sociedad cuya historia no la construye propiamente el pueblo con un guión propio, sino con el de los que promovieron o promueven el olvido.
Con sobrada razón el veterano analista e historiador francés Jacques Le Goff llegó a decir: "La memoria ha constituido un hito importante en la lucha por el poder conducida por las fuerzas sociales. Apoderarse de la memoria y del olvido es una de las máximas preocupaciones de las clases, de los grupos, de los individuos que han dominado y dominan las sociedades históricas".
Reviste singular importancia que en el marco de la conmemoración de los 50 años de la muerte de Trujillo, y consecuentemente de la caída de su régimen, sea inaugurado el Museo Memorial de la Resistencia Dominicana, cuya misión es promover con significado histórico y conciencia ciudadana las luchas de varias generaciones de dominicanos (as) durante la dictadura de Rafael L. Trujillo, sus antecedentes y sus consecuencias, y teniendo por objetivos conmemorar a los caídos en las luchas democráticas, pero más que nada se dedicará a concienciar a las nuevas generaciones sobre el valor de la vida y el derecho fundamental del ser humano a la libertad, el derecho de actuar y expresar sus ideas sin temor de perder su familia, su dignidad o su vida. Consideramos que iniciativas como estas coadyuvarían en la recuperación de referentes para luchar por los derechos humanos, la libertad y la justicia social.
El desconocimiento provoca falta de comprensión sobre los procesos históricos que han dado como resultado nuestro presente, por lo que si vivimos una democracia de bajo nivel es en el olvido que está asentada una de las causas. De ahí, que celebramos la existencia de este museo, pues hace mucha falta que se trabaje contra el olvido y sean estimulados los valores democráticos, para que de esta forma construyamos un futuro seriamente comprometido con la libertad y con la paz.