Porque: “Sé tolerante con la imperfección

ajena, no con la tuya”

“Si tuviéramos que tolerar a los

demás todo lo que nos toleramos

a nosotros mismos, la vida

seria intolerable”.-

No acuso a nadie de pro o anti y mucho menos feminista o todo lo contrario, porque de hacerlo, entonces estaría diciendo que a todos los consideraría solo un animal y toda la vida estaría condenada al modelo de Thomas Hobben, algo repugnante, brutal y breve. Seria desconocer la gran diferencia entre el bien y el mal, cosa esta que describiríamos con una frase muy popular que siempre expresa un famoso abogado; “Y eso, sería muy peligroso”

Tampoco estoy en contra de los teóricos, más bien, no concuerdo con aquellos especialistas en coordinar seminarios, charlas, simposios y acuerdos interinstitucionales, cuyos discursos se fundamentan en ejes, plataformas y pilares, sin que aparezca por parte el quien lo va ejecutar, cuando y sobre todo,  desconocen hasta qué punto está relacionada la política –cual que esta sea- con la realidad.

Todos sus planes se quedan en eso, planes en espera de reglamentos, por un lado y planes que nadie sabe o desea ejecutar porque afectan intereses creados, en fin, planes que conforman un gran conjunto vacío. Ahora estamos frente al gran problema de la Policía Nacional y su “reforma”, donde supuestamente todos conocen sus problemas y soluciones, es decir, el cáncer de la ineficiencia, de la corrupción, el abuso, y conocen muy bien que la cura es la operación o extirpación del mismo pero, consideran que de hacer esto, el paciente puede morir. Lo que no quieren reconocer por igual, es que sería mil veces mejor que muera a mantenerlo con sus enfermedades cuasi incurables.

No podemos dejar de asentir, que en el relativismo con el cual se ha manejado hasta ahora ese organismo de seguridad del Estado, es una de las causas principales de su hundimiento como tal, donde los valores absolutos no se conoce donde fueron a parar.

Todo esto ha traído como consecuencia el desconocimiento de la dignidad fundamental del ser humano, de que era más que un simple animal y en eso se ha fundamentado el desarrollo humano. Pero todo se ha salido de control y sus miembros –en su gran mayoría-, se niegan admitir siquiera la posibilidad de que exista otra verdad que no sea la de ellos. Los rangos se desbordaron por una combinación perversa entre políticos complacientes con sus lacayos policiales y los jefes que los complacían, aprovechando la oportunidad para por igual ascender los suyos. Hoy, lamentablemente, es un caos. Caciques por doquier, haciendo las funciones de indios y estos, ascendiendo por las fáciles escaleras del servilismo para convertirse en pequeños caciques dentro de su área.

En una ocasión estuvimos junto a Soto Jiménez trabajando en la propuesta de crear la escuela de sargentos patrulleros en la P.N. donde fundamentalmente sus miembros serian entrenados para eficientemente llevar a cabo el patrullaje en las calles, pero que nunca llegarían a oficiales, ya que sus ascensos serian específicamente en el sueldo, hasta llegar a general, más o menos esa era la idea.

De esta manera, siempre habría un personal entrenado para esta labor sin que la elevación del rango los hiciese perder como tales. Algo parecido a un viejo adagio de que cada vez que se hace la elevación del rango de sargento a teniente se pierde un buen alistado y se consigue un mal oficial. Por demás no podemos dejar de referirnos, como parte del cáncer que hace este cuerpo disfuncional, la disgregación de la fuerza en puestos y destacamentos obsoletos, con unos cuatro mil y tantos efectivos sin control, sin entrenamiento, mal equipados, donde su mayor aporte es cuidar la estación de servicio. En este punto, por igual, siempre sostuvimos la cuestión  de la concentración de la fuerza para luego expandirla pero, cada día se crean más destacamentos para complacer políticos e intereses personales. Presencia continua pero, con eficiencia, es la clave. ¡Sí señor!