Algo en común tienen todas las organizaciones exitosas en el tiempo son los planes, y hasta Dios tuvo un plan para la construcción del mundo, pero también le impuso a la naturaleza un plan para todos sus procesos evolutivos que podemos constatar en todas sus manifestaciones que se dan constantemente frente a nosotros mismos, lo que podríamos seguir de ejemplo en nuestras acciones diarias como hábito.

El hábito de planear nuestras acciones personales diarias, nos da cada día muy buenos resultados, ya que hacemos con orden, con ahorro, sin estrés ni contratiempos inesperados, los resultados de todas nuestras acciones, y un buen plan necesariamente contiene las bases fundamentales de los objetivos de la institución donde se inscriben los recursos, los tiempos y los responsables, para lograr las metas en los tiempos y con los menores recursos posibles, evitando las improvisaciones y desviaciones que corrompen los procesos.

En el programa de formación de militantes del PLD de antes, se contemplaba la responsabilidad de que todos los organismos planearan su ejecución anual, o sea, un año de trabajo de todos los organismos, desde los Círculos de Estudio hasta el Comité Político, sin embargo los miembros de este último hoy, en pleno siglo XXI, se dan el lujo de desestimar una herramienta vital en todos los procesos sociales, lo que nos va sumando dificultades que impiden una mejor organización con calidad y transparencia.

Juan Bosch fue siempre enfático al establecer que necesitábamos un método para el estudio de la historia que nos permitiera una interpretación correcta de los hechos y eso nos daría fortaleza, unidad en la acción, al actuar con ideas bien definidas sobre las tareas que debíamos llevar a cabo en la lucha por la liberación, evitándonos divagaciones y contradicciones innecesarias por situaciones de desconocimiento o interpretaciones libres sobre hechos concretos.

La unificación de criterios al final de una buena conversación sobre los temas en cuestión era una herramienta poderosa que sirvió a la fortaleza que aun hoy nos concita en el partido. Pero la unificación de criterios para lograr las mejores acciones colectivas para beneficio del bien común, ya no es posible en el PLD de hoy, porque hemos dejado corromper los organismos y los procesos en privilegio de las decisiones particulares e individuales de aquellos que se imponen por dinero o grupismo, pisoteando la consciencia y las buenas formas de hacer política decente.

En los dos últimos párrafos del folleto de ORGANIZACIÓN Y DISCIPLINA, Don Juan expone por qué los integrantes del FEL, pensaban como felistas y no como peledeistas y era porque en ellos pesaba más la práctica y la lucha constantes que tenían en la UASD, los liceos, etc. Y termina en el último párrafo diciendo: “Después de la disolución del FEL, ha dejado de haber felistas y peledeistas. Y de ahí en adelante en el Partido no hay más que una categoría: la de peledeistas; una filiación: la de peledeistas; una tarea: la que el Partido les enseña a sus miembros. Y para eso hay que mantener en alto la bandera de la organización y la disciplina”.

Compañeros, no encuentro una sola razón, para no hacer caso e imponer estas ideas tan poderosas en nuestra organización; para preservarla con métodos correctos en beneficio de la democracia que le sirve a la sociedad y al bien común. El partido no puede seguir siendo una finca de grupos y jefes malsanos que nos están erosionando la organización y disciplina del partido de JUAN BOSCH. Servir al partido para servir al pueblo.