Hay un cuento, que cuando me lo hicieron me gustó mucho. Se trata de un campesino que está ordeñando una vaca arisca, cada vez que trataba de ordeñarla la vaca pateaba el cubo de ordeño, le pegaba coletazos, lo pateaba y hacia la función imposible. La solución del campesino fue simple, amarrar las patas de la vaca a ambos lados del corral para evitar que le pateara o que pateara el cubo; no obstante la vaca seguía importunando el ordeño con el rabo, el cual movía de lado a lado de manera constante.
Nueva vez, al campesino de manera hábil se le ocurrió la idea de amarrar en la parte de arriba del corral el rabo del bovino, como el techo era alto este se subió a un banquito, y cuando estaba en el proceso “amarrativo”, para lo cual hubo de usar su correa, se le cayeron los pantalones, cuando su pelvis se encontraba al nivel de la parte trasera del animal; en ese preciso instante llegó un compadre del campesino, quien sorprendido le preguntó que que iba a hacer, y este le dijo: lo que usted piensa compadre, ya que era increíble lo que en realidad había pasado en todo cuanto previamente aconteció.
Todo lo anterior resulta aplicable en el “affaire” y aventuras de la famosa empresa Odebrecht en el mundo entero, donde para agenciarse favores de políticos, opositores y personas con capacidad de decisión, otorgaba prebendas, sobornos, intercambios, viajes y otras cositas, repartiendo a trocha y mocha millones de dólares, lo que resultaba pírrico para la cantidad de dinero que se le otorgaban en construcciones. En nuestro pobre país, mal contado estamos hablando de más de dos mil milloncitos de dólares solo detrás, según se ha publicitado de Argentina, país que tiene diez veces el tamaño de República Dominicana, y que nos supera con creces en el tamaño de su producto Interno Bruto y habitantes. Quiere decir, que, proporcionalmente hablando nosotros fuimos en América Latina, en comparación a tamaño, PIB, y habitantes, el país que más contratos y obras asignó a la dicha nefasta empresa.
Si a este elemento trascendental abonamos el hecho de que Joao, “el amiguito de Danilo” prácticamente vivía aquí, tanto es así, que, al momento en que se ordena su detención en Brasil, la cual conserva aun en el día de hoy, se encontraba en nuestro bello país, con escolta, y militares a su servicio, además de acceso total al organigrama de seguridad estatal; era, según se ha demostrado y lo mantiene en prisión, la persona clave de Odebrecht para el trasbordo, entrega, y organigrama de los sobornos en Guatemala, Angola, Venezuela y todos los demás lugares donde opera dicha empresa, y resulta que al inefable Procurador General de la República, tan ágil en otras ocasiones no le resulta ni siquiera sospechosa esta cantidad de obras asignadas mediante “concursos” que deben todos, ser revisados, comenzando por el de las plantas a carbón, donde resultaron gananciosos a pesar de una oferta casi 50% inferior, con financiamiento incluido, que aun cursa, en cuanto a su impugnación ante la Suprema Corte de Justicia.
Todo ello parecería como dice el compadre del campesino, sorprendido, y recibe la valiente respuesta del ordeñador, es lo que usted piensa compadre. En el caso de Odebrecht en República Dominicana, tiene cuatro patas, da leche, tiene becerritos, su piel se utiliza, y es rumiante, sin embargo, todo fue legitimo, transparente y no es necesario ni siquiera un simple requerimiento de investigación a la Cámara de Cuentas, que diga que real y efectivamente era una simple Vaca.
Es doloroso que todos sabemos lo que ahí ha acontecido, porque ni matemáticamente hablando la ley de promedio permite tal nivel de puntería y éxito, donde todas las obras de cierta importancia, absolutamente todas las gana aun esta empresa, como si un rayo siempre caiga en el mismo sitio, sin embargo, Odebrecht y sus siempre socios dominicanos, tienen la suerte de sacarse el loto cada vez que juegan la lotería.
Podemos afirmar sin quizás, que es lo que usted piensa, lo lamentable es que la oposición, adormecida, no haga lo que debe y puede hacer en este caso, interponer una querella formal que exija la investigación de todos los concursos realizados, los fondos pagados, destino de los mismos, pagos de cubicaciones y toda la urdimbre que dio lugar a tanto “éxito y eficacia”.
Podemos soñar.