“A Berta la asesinó el gobierno”, nos dice el padre Melo.

Ismael Moreno Coto, sacerdote jesuita (Padre Melo), es el director de “Radio Progreso” en Honduras. En el 2014 asesinaron vilmente al director de mercadeo de la radio, a pesar de que se había solicitado públicamente al gobierno por dos años seguidos que lo protegieran de los asesinos.

La historia de Honduras, el “país más violento del mundo” (98% de los crímenes violentos no se solucionan, de acuerdo con un reporte de “Global Witnes”), es una pequeña historia del infierno.

Berta Cáceres, lideresa ecologista, nativa de la tribu de los indios Lenca, al Oeste del país, era la Rigoberta Menchú Tum hondureña. Bella como una anacahona en sus mejores tiempos y más valiente que el más aguerrido emperador inca, fue alevosamente asesinada el 3 de marzo de este año en su propia casa y en su propio pueblo, irónicamente llamado “La Esperanza”.

Ella, que era la esperanza de su gente, representaba al pueblo llano hondureño y a los pueblos indígenas de América, a los que, una vez más, les robaron su esperanza. La historia se repite: Los lobos rapaces burlándose de las azucenas.

Resulta y viene a ser que, a raíz del ilegal golpe de estado del 2009 contra el presidente Manuel Celaya (apoyado desde Washington por la entonces Secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton), el congreso hondureño le concedió a cuatro empresas privadas la construcción de doce represas hidroeléctricas. Una de ellas fue la empresa hondureña DESA (Desarrollos Energéticos S.A).

El proyecto se conoce como “Agua Zarca Dam”, contiguo al río Gualcarque en la parte occidental de Honduras, cuyas aguas son sagradas para los Lerca, en cuyas laderas han residido por cientos de años. Estos, liderados por Berta Cáceres y otros líderes tribales (algunos también asesinados) protestaron activamente contra el proyecto, hasta el punto de que dos de las empresas (la empresa china “Synohidro” y otra relacionada con el Banco Mundial) se retiraron del proyecto.

La DESA hondureña, con nexos directos con el actual gobierno del presidente
Juan Orlando Hernández (miembro del “Partido Nacional Conservador” y uno de los congresistas que apoyaron activamente el golpe contra Manuel Celaya), ha sido responsabilizado de acciones violentas contra la población Lerca, debido precisamente a las protestas en contra del mencionado proyecto, y a pesar de que el mismo Padre Melo le ha pedido al gobierno retirar a los soldados del área.

De hecho, la primera comunicación policial que se dio sobre el asesinato de Berta Cáceres fue que “se debió a un crimen pasional relacionado con un robo”, lo cual es abierta y totalmente falso.

Esto ha hecho que Dana Frank, desde la Universidad de California, haya reportado lo siguiente: “El actual gobierno hondureño está perpetuando una crisis de derechos humanos en su propio país”.

Todo este remolino de abusos y de asesinatos a mansalva ha hecho que el Senador estadounidense por el estado de Vermont, Patrick Leahy, presidente del poderoso Comité de Apropiaciones del Senado, solicitara al gobierno hondureño que se suprima el proyecto “Agua Zarca Dam”. Este comité senatorial apoyó la ayuda de US $750 millones de dólares para Honduras, El Salvador y Guatemala, dependiendo del progreso que estos países hagan en el área de los derechos humanos. ¡Qué ironía!

200 organizaciones religiosas inter-denominacionales, unidas a organizaciones pro derechos humanos, han solicitado recientemente al Secretario de Estado estadounidense, John Kerry, que se exija al gobierno hondureño una investigación real y exhaustiva sobre el asesinato de Berta Cáceres. En esas estamos.

“Me lo dijo el río, no nos queda otro camino que el de luchar y ganar”. Esas fueron sus últimas palabras.

Hemos perdido a una antorcha viva de solidaridad universal, solamente comparable a la de la Estatua de la Libertad hecha carne. Nos recuerda a nuestra Magaly Pineda Tejada, del mismo tamaño y de la misma inmortalidad de Berta Cáceres.