Como otra ocurrencia de Karim Abu Nidal, con telón de fondo de los escarceos danilismo Vs. leonelismo, empezó la historia de la inscripción de la candidatura de Nicole Fernández como  compañera de boleta municipal de ese joven que insiste en ser L’enfant terrible de la palestra pública.

Según las leyendas urbanas rosa, Nicole y Karim fueron novios, y ella también hija del ex presidente Leonel Fernández, por lo que la noticia sonó rápido y mucho, sobre todo en las redes sociales, en las que ambos jóvenes son seguidos.

El PDI es una arista de la pretensión reeleccionista de Danilo Medina, de los que están volviendo a matar a retortijones a José Francisco Peña Gómez pues esa divisa política se declara peñista, pero es continuista.

Y sabido es que Peña vivió y murió convencido de que el reeleccionismo ha sido “causa eficiente” –le gustaba frasear– del atraso  que en todos los órdenes arrastra aún nuestra miserable institucionalidad democrática.

Rápidamente una fuente al parecer bien autorizada desautorizó la inscripción de Nicole y al parecer todo quedaría ahí.

Pero  de pronto emerge Santiago Sosa, presidente de la JCE en el DN y advierte que por más autorizada que sea la fuente que desautoriza la inscripción de Nicole, eso no se puede.

Dijo el presidente de la JCE:  “Hasta este momento nosotros tenemos la candidatura del PDI donde, justamente, ella está incluida como vice alcaldesa (itálicas mías, NM), pero no hemos tenido ninguna información que contradiga lo que ha sido esa propuesta, por lo que nosotros, cuando llegue, si es que llega, analizaremos   y veremos qué procede”.

La cosa no se quedó ahí.  Se hinchó. Aclaró el presidente nacional de la JCE, Roberto Rosario, que la hija del ex presidente Leonel Fernández, Nicole Fernández, “fue inscrita” como “candidata a vicealcaldesa del Distrito Nacional” con “una cédula falsificada”.

Y ahí es que la puerca retuerce el rabo porque la JCE nos convenció de que había que “cambiar la vieja” por una “nueva” infalible, infalsificable, que costó al erario un fracatán de millones de pesos.

¿Y cómo viene a ser ahora que la JCE inscribió una candidatura con una “nueva” falsificable. Tremendo lío.

El dato es de alto interés y relevancia puesto que pone en entredicho la consistencia del instrumento clave del venidero proceso electoral, con el que se vota.

Surgen preguntas fundamentales. Si votamos a “la vieja” porque no resolvía,  la falsificación se produjo con “la nueva”. Pero resulta que ella es  “útil, inteligente y segura”, dijo la Junta.

Que tiene “23 medidas de seguridad” y “un código QR, holograma, micros textos, tintas de variación óptica, OVD empotrado, fondo guilloche, impresión ultravioleta y firma digitalizada”.

Aunque no se entienda toda esa jerga, esas medidas de seguridad no deben ser una pendejaíta.

Para que se embullen en Semana Santa, a los flamante miembros del pleno de la JCE y a  los dolientes de un proceso electoral nítido, les queda por tarea responder a la preguntita ¿Qué pasó ahí?