Hace varios meses el periódico Acento publicó uno de nuestros artículos que hacía referencia a la rapidez de las conversaciones entre Estados Unidos y Cuba para la eliminación del embargo y la normalización de las relaciones diplomáticas y  comerciales.

Recuerdo que expresaba que una de mis mayores preocupaciones era que dichas conversaciones caminaban muy rápido y los acuerdos y aperturas mucho más. Ya se formalizaron acuerdos de vuelos comerciales, nuevas rutas, entre Nueva York y La Habana, nuevas rutas de cruceros y otros acuerdos que se están gestando. Pero ahora con la visita del Presidente Obama, que en la comisión que le acompañó había empresarios norteamericanos y representantes del baseball organizado, mi preocupación es mayor.

No vemos que nuestro país esté tomando acción para protegerse de la pérdida de mercado norteamericano en turismo y otros sectores, incluyendo el baseball. Porque así como está comenzando con el turismo, de igual manera será con el sector de zonas francas, industrial, agropecuario, etc., etc.

Algunos funcionarios y analistas políticos-económicos han expresado argumentos  que nuestro país cuenta con una infraestructura que a Cuba le tomará muchos años alcanzarla. Infraestructura como carreteras, aeropuertos, maquinarias, etc. Sin embargo, se olvidan que estas construcciones y equipos se obtienen con recursos financieros, y un país prácticamente virgen, donde el solo hecho de mencionar su nombre resulta un atractivo, el obtener estos recursos le resultará fácil.  Con decisión y voluntad política, que obviamente la tiene Cuba, los inversionistas pueden aportar dichos recursos a cambio de facilidades fiscales y/o terrenos para el desarrollo de proyectos. Sin contar con los cubanos-norteamericanos que tienen recursos y que podrían realizar inversiones en su país de origen.

Es de mucha preocupación que no estemos haciendo nada,  quedarnos como estamos, y no tomar precauciones.

En adición, todos sabemos que el pueblo cubano es altamente preparado académicamente. No existen analfabetos, ni indigentes pidiendo en las calles. Casi todos son profesionales con altos conocimientos en otros idiomas que podrían fácilmente insertarse en el mercado laboral con salarios muy competitivos. Y también no tienen el problema de la delincuencia barrial, por lo que los turistas podrían salir de los hoteles a conocer otras áreas. Cosa que aquí no sucede.

Mi opinión es que en turismo requerimos de ampliar nuestra oferta.  Además del turismo de playa, que ellos pueden hacerlo igual, pienso que con nuestras carreteras podemos aprovechar para traer esos turistas a la capital, a la zona colonial, que aunque ellos la tienen también, nosotros contamos con una historia sumamente rica y atractiva por ser la Primada de America. También podemos ofrecer nuestras montañas con climas extraordinarios.  Pero para esto debemos hacer algunos cambios.

Propongo que abramos nuevas áreas para turismo combinado, tanto de playa  como ecológico y científico.  En Bahía de Las Aguilas y el Parque Nacional del Este, pueden encontrarse las ventajas comparativas que marquen la diferencia de este tipo de turismo. En estos lugares, además de playas extraordinarias, tenemos algunos bosques, lugares de observación de especies, una fauna y una flora que podrían ser de estudio, cuevas con pictografías y enterramientos indígenas.  Sin embargo nadie conoce lo que existe dentro de esos parques. Los tienen en secreto, cuando pueden ser lugares de gran interés para estudios científicos o sólo para observación y obtención de cultura.

Con permitir esta apertura ayudaría mucho a la economía de los pueblos cercanos, y por supuesto a la del país, ya que se abrirían nuevas oportunidades de negocios y crecimiento profesionales, con el mejoramiento de la educación y creación de escuelas vocacionales y de idiomas para suplir el personal que requieran los hoteles de esas zonas.  Está de más recurrir al argumento de que  estas nuevas áreas contribuirían grandemente a alcanzar la meta de 10 millones de turistas al año que ha planteado el Presidente Danilo Medina.

Es el momento de abrir estas áreas, de promover una modificación de las leyes de áreas protegidas para permitir un desarrollo eco-turístico, con ciertas regulaciones para no provocar daños en los parques, y con la ayuda de los propios inversionistas, a través del co-manejo de los parques, arreglarlos y darles condiciones para que puedan ser visitados.  Que no se nos haga tarde.