Hoy nos vamos a referir a esas pastillitas chiquitas que valen un ojo de la cara y la mitad del otro, que se llaman medicinas. Hace ya varios meses sufrí un patatús, o un yeyo, o una siringa, como decimos en lenguaje llamado coloquial, o un infarto agudo de corazón, en términos médicos más profesionales, y en consecuencia me hicieron cuatro cateterismos para limpiar las arterias y me pusieron nada menos que cuatro “stend”, unas cánulas que, a modo de espitas, facilitan el flujo sanguíneo de las arterias. Ahora soy casi un hombre biónico con muchas piezas recambiables por dentro como el Arnold Schwarzenegger en la película Terminator . Debido a ello, tengo tres obligaciones -que cumplo a rajatabla- para mantenerme saludable: dieta, ejercicios y medicinas.

Vamos con estas últimas, las medicinas y sus precios. Cada día, debo tomar ocho medicamenose que totalizan diez pastillas, seis por la mañana -mi desayuno farmacéutico- y cuatro por la noche – mi cena farmacéutica- El costo mensual de todas ellas sobrepasa en pesos varios sueldos mínimos, lo cual erosiona en gran manera cualquier bolsillo medio, e imposibilita la inmensa mayoría de los bolsillos bajos. Por diversas circunstancias tuve que viajar a España, y allí averigüé si vendían las mismas medicinas que en R.D. y, en efecto, estaban a disposición de cualquier “turista”, o nacional no asegurado en ese país, bien con las mismas marcas y fabricantes, o de otros, pero que poseen los mismos ingredientes y sus cantidades específicas. Comparé los precios de allí con los de aquí, y ¡Oh sorpresa!, de repente me sentí abatido, por no decir robado, estafado, timado, engañado, abusado y todos los “ados” de los sinónimos hermanos de estas palabras. Veamos por qué.

La caja de medicina L.( las identificaremos solo por su primera letra) cuesta en esta plaza RDS 3910 tablas y en España RDS 925, con una enorme diferencia de RDS 2.985. La medicina P. cuesta aquí RDS 4.312 tululuses, y allí RDS 905, con otra abismal diferencia de RDS 3.407 por caja. La medicina J. cuesta en este patio RDS 3294 lágrimas la caja, y fuera RDS 2.494, con una diferencia de RDS 800. Otra medicina, L. cuesta en Dominicana cada caja RDS 3.425 mangos y fuera RDS 438, con casi RDS 3.000 toletes, un fracatán de cuartos, de diferencia . La medicina C. cuesta en nuestras farmacias RDS3150 cañas, y en las foráneas RDS 600, con una diferencia más que notable de RDS 2.550, también por caja.

Esto en un botón -botón sangrante- de muestra, de lo que pagamos aquí por medicamentos iguales frente a lo que se paga fuera, con la diferencia agravante de que además, allí, tienen una renta per cápíta cinco o seis veces mayor que la nuestra, sin contar que los afiliados a su Seguridad Social tienen muchas medicinas completamente gratis o pagan una cantidad irrisoria, como es el caso de un amigo mío, que compra unas pastillas para la hipertensión por 19 céntimos de euro al mes, lo que equivale a unos RDS 10 dominicanos, mientras yo pago por las mismas pastillas más de RD$ 3.OOO ¿Qué sucede con los precios de las medicinas en la República Dominicana? ¿Por qué son tan horrorosamente caras? ¿Quiénes contribuyen a estas impresionantes diferencias? ¿El Estado con los impuestos que no se deberían cobrar, los laboratorios, las farmacias, los venusinos? ¿Todos juntos y/o por separado?

Aquí mucha gente muere o padece por no poder comprar sus recetas, hay multitud de casos reales que a diario son denunciados en los medios de comunicación. Sería bueno que todos tomáramos conciencia de que las medicinas son o deberían ser un bien social y no un negocio puro y duro, como al parecer lo es. Y no me vengan con lo de las boticas populares, aún cumpliendo en parte su rol, ni tienen todo tipo de medicinas, ni son de las marcas más reconocidas, ni los precios son tan baratos para las clases más desposeídas. ¡Ah, los benditos precios de las medicinas! O tal vez ¡malditos precios de las medicinas!