Fastidian a esta sociedad antes y ahora, machos de pisada fuerte, capaces de repartir pescozones, mandar al carajo, y hasta al cementerio. Padrotes de armas tomar, coleccionistas de cortesanos incondicionales y cortesanas complacientes. Jefes que nunca escatimaron esfuerzos para afiliarnos "in aeternum" al tercer mundo; tipos que se toquetean el paquete cuando les viene en ganas.
Tiranizaron el pasado. Ahora reparten tarjetas de solidaridad, cajitas efímeras, hurtan y corrompen sin miramientos. Es verdad, son líderes de pelo en pecho, capaces de fornicar a diestra y siniestra a cualquier hembra dispuesta o a la venta. No lo podemos negar, sería injusto quitarles mérito de género. La verdad: aquí no mandan dictadores ni presidentes gay.
Ellos, entre oleadas de testosterona, gustan del pillaje y las ilegalidades. Desgobiernan, protagonizan maldades irreparables. Hombres bragados, toletes de hombres, ejemplares de una clase gobernante irresponsable y delictiva. Ejercen el poder prohijando narcotraficantes, madres solteras, insalubridad, y degradación ciudadana.
Violaciones, pedofilia, tráfico de mujeres, homicidios y crímenes de toda laya, llevan el sello de garantía heterosexual. No signan aquellos que escogen amarse en su mismo sexo. En el desgaste moral de esta república se lee la firma "straight" de sementales poderosos.
No olvidemos, ellos son responsables de este inacabable tercer mundo. Roban y mal gobiernan. Eso sí, ni se parten ni gustan de varones. Personajes de tres pares de cojones- algunos sospechosos de homicidios, a lo Blas Peralta- dirigen la política criolla.
Presenciamos a diario el dañino espectáculo de malhechores desvergonzados y sonrientes fungiendo de prohombres; estrellas en periódicos y paneles televisados. Paradigmas de niños y adolescentes. Hablan de igual a igual con académicos, ministros y empresarios. Nadie protesta. La iglesia bendice y recibe diezmos. Esa es la verdadera tragedia, no otra.
Sin embargo, andan por ahí gente dispuesta a degollar al presidente Obama y pegarle fuego a media ciudad, porque supieron que el embajador norteamericano y su pareja visitaron una escuela privada. Quedaron estremecidos pidiendo ayuda al Espíritu Santo. !Que desfase!
Ese matrimonio diplomático ha sacado a las calles la militancia homofóbica de elites religiosas y conservadoras. Elites que nunca sufren de bandidofobia, ni pierden el sueño bregando con amigos pecadores. Doble moral, protesta hipócrita y de sacristía.
En España, James Costos, embajador norteamericano, también se hace acompañar de su esposo. Allí se les respeta y celebra. Por supuesto, aquello es Europa. Esta es una isla atormentada por mosquitos donde practicamos brujería y cristianismo medieval. Salimos del descubrimiento pobres y comenzamos el siglo veintiuno pobres también.
El colectivo gay regala poetas, escritores, pintores, actores, músicos, arquitectos, modistos, intelectuales, profesionales; ciudadanos en su inmensa mayoría ejemplares. Es de lamentar ver pocos gay en la política. Triste, ninguno ha llegado a ser presidente.
Quizás habría sido otra nuestra suerte si uno de ellos hubiese dirigido el palacio. ?No será hora ya de que los gay tomen el poder ? Desplazar el tigueraje machista que viene gobernando es requisito indispensable para salir del subdesarrollo.