El divulgado contenido de la conversación telefónica, grabada bajo autorización judicial, entre Blás Peralta y su jefe de seguridad, a poco de haber asesinado al ex rector de la UASD, Mateo Aquino Febrillet, constituye una prueba contundente y concluyente de la directa participación del primero como autor material del hecho criminal.  Estremece el diálogo a la vez, por el lenguaje descarnadamente mafioso utilizado para tratar de montar un escenario de falsedades con la finalidad de enmascarar su responsabilidad y poder evadir la acción de la Justicia.

Pero el crimen no puede ser analizado como un hecho aislado, fruto de un exceso hormonal al calor de una discusión que fue subiendo de tono verbal y físico hasta convertirse en incontrolable.  Responde a una arraigada cultura de violencia arropada de impunidad.  Es expresión y culminación de todo un largo proceso previo de extrema permisividad, privilegios y escandalosas concesiones de los distintos gobiernos a los mal llamado sindicatos de transporte, a los que se les ha permitido todo género de ilegalidades, abusos  y atropellos.   Fue el marco de extrema tolerancia y complicidades que permitió a Peralta convertirse en una réplica local de Jimmy Hoffa, el casi mítico líder del poderoso gremio los “teamsters” estadounidenses, asociado a la mafia y al final víctima de ella.

Abundan los ejemplos del enorme poder e impunidad de que han gozado estos grupos, tanto en el transporte de carga que ha operado como un abusivo monopolio imponiendo a conveniencia condiciones y tarifas de manera arbitraria,  como de pasajeros.  En el  primer caso,   desde la ocasión en que los camiones de la Federación encabezada por el propio Blás Peralta bloquearon el acceso a la carretera de San Cristóbal dejando aislada durante dos días toda la región Sur ante la inacción de las autoridades, hasta cuando cerraron el del puerto de Haina para impedir la entrada de los vehículos de una empresa distribuidora de combustibles.

Esta, de origen extranjero, decidió un tanto ingenuamente actuar bajo las normas legales, acudiendo a los tribunales y obteniendo un fallo a su favor, que también fue ignorado por las aguerridas huestes de Peralta, sin que la autoridad se hiciese presente para hacer valer el mismo.  El triste episodio de grosero y tolerado atropello al ordenamiento jurídico, culminó en el Palacio de Gobierno, con la intervención arbitral del Presidente de la República, donde la empresa afectada se vio obligada a negociar un acuerdo a despecho de la ley y del fallo judicial.

No mucho mejor ha sido el comportamiento de los mal llamado sindicatos y las federaciones que operan las rutas de conchos y ómnibus, que a su vez se han repartido y explotado a capricho el transporte de pasajeros.  Caro, malo, inseguro y pésimamente servido la asignación y venta de las primeras han permitido redondear fortunas millonarias e impedido disponer de un sistema  de transporte público  moderno y eficiente.  En tanto, sus afiliados han protagonizado vergonzosos actos de violencia entre ellos mismos cuando han surgido diferencias por la repartición del atractivo pastel de las rutas, con el uso pródigo de bates, puñales y hasta armas de fuego que han dejado más de una víctima mortal en el camino.

Todo ello aparte del jugoso negocio marginal que ha representado el subsidio al transporte, otra lucrativa imposición al gobierno que ha privado a este de miles de millones de pesos en impuestos al combustible.  El hecho es tan escandalosamente notorio que uno de los principales jerarcas del sector, quien guardó prisión por algún tiempo condenado por el sonado proceso del RENOVE, fracasó en el intento de que la JCE reconociera su feudo como partido político y hoy figura como candidato a senador, llegó a admitir públicamente, con el mayor desparpajo,  que vendía el combustible exonerado lo cual le producía una ganancia multimillonaria.

Con el disfrute de todos estos  voluminosos privilegios, el creciente chantaje a las autoridades, la imposición a los empresarios de un ilegal monopolio,  los abusos a los pasajeros y la impunidad con que han arropado sus muchos excesos y fechorías  en los que ha intervenido Peralta, no es de extrañar que este pensara podía escapar indemne una vez más.

Olvidó que hay muertos que hacen ruido y su víctima figuraba en esa categoría.  En esta ocasión, la rápida y eficiente intervención de la Procuraduría y la Fiscalía, con el apoyo de un contundente fardo probatorio, le augura una prolongada estancia en prisión junto a sus cómplices, si es que la Justicia resplandece como es de esperar.

Pero lo cierto es que aquellos polvos acumulados a lo largo del tiempo fueron los que trajeron estos lodos.  Y quizás sea ahora la mejor oportunidad   y llegada la hora para que las autoridades terminen por empantalonarse y el gobierno, en este caso, aplique su lema de hacer lo que nunca se había hecho, para poner freno definitivo y meter en la camisa de fuerza de la ley a los que con sobrada propiedad, el vespertino El Nacional puso la acertada etiqueta de “los dueños del país”.

Sería el mejor homenaje a la memoria de Mateo Aquino Febrillet.