Lectores:

Con su permiso debo tomar un momento de mi vida, alejarme del cine por esta semana, y dar mi opinión como ciudadano dominicano. Existe un tema que está agitando la voz pública y es sobre el embajador de los Estados Unidos que ha decidido tomar el país como su propio patio para acusar sobre corrupción y educar al pueblo dominicano.

Que quede bien claro. Yo no estoy en contra de la homosexualidad.  Cada ser humano mayor de edad e independiente puede hacer con su vida lo que quiera. En sí, apoyo que sea de esta forma.  Lo que no apoyo es que el señor Brewster tome su rango de embajador y haga lo que le de la gana.

Un embajador, por definición, es un agente diplomático del país que es enviado para representar su gobierno frente a otro. Es un emisor enviado para mantener la paz y el comercio entre los dos países. Sus hechos y sus palabras representan directamente al gobierno que lo envió.

Ahora, ¿Son verdades las acusaciones de corrupción política que hace el embajador Brewster? Yo considero que sí. Pero que ofrezca soluciones, no solo acusaciones. Aparte de que quiere venir a poner control en casa ajena. ¿El quiere ayudar? Pues que trabaje con el gobierno dominicano, no en contra.

Y más aún no es su trabajo educar al pueblo. El embajador tomó la decisión de ir a una escuela de la ciudad de Santiago junto a su esposo a hablarle a la juventud sobre la homosexualidad y la tolerancia.

Aquí es donde estoy completamente opuesto a la situación. La educación de los niños es decidida por sus padres, los padres los guían sobre a quién escuchar y a quién no. ¿El quiere hablar con la juventud del país?, pues hay medios para eso. Envíe una carta oficial al Ministerio de Educación, deje que éste informe a las escuelas y que las escuelas informen a los padres. De esta forma los padres deciden qué debe o no escuchar su hijo. En mi opinión puede ser el mismo Papa enseñándole a mis hijos sobre religión y no lo puede hacer sin mi permiso.  (No creo que a ninguno de ustedes lectores les guste que llegue un extraño y le hable a sus hijos sobre lo que sea, sin su permiso).

Por encima de eso, parece que el señor embajador no se ha empapado sobre el sistema educativo dominicano donde en muchas escuelas se sufre de falta de educación sexual. ¿Llegó él a pensar que lo que está haciendo es como estar enseñando trigonometría a un grupo de personas que no entienden 2+2? ¿O las repercusiones que pueden tener estos niños por el “bullying” que padecerán por sus compañeros?  No, creo que no lo pensó.

¿El señor Brewster quiere ser activista del movimiento LGBT? Eso está muy bien. Defiendo el derecho que él tiene de ser quien él quiera ser. Pero que no abuse de un poder que se le dio para otros fines, porque ténganlo muy claro, si no fuera el embajador estadounidense no hubiera entrado a la escuela.