La situación actual que vive el país -inseguridad ciudadana, corrupción, impunidad, alto costo de la vida, excesiva deuda externa, falta de credibilidad y desconfianza en sus autoridades, pésima gestión en los servicios de salud, transporte, electricidad, creciente pobreza, descuido insólito del ambiente y recursos naturales, etc.-, unido a la campaña electoral, ponen una venda en los ojos de la población, para que nos olvidemos de la correcta planificación de los asuntos vitales y de largo plazo, como lo es el recurso agua. Sin la mínima seguridad de suministro de agua para el consumo humano, hasta el crecimiento poblacional normal, decrece y languidece -verbigracia algunos países de África-.
Conforme a las estadísticas del agua disponibles, el país recibe en precipitación anual, dos veces y media la cantidad de agua requerida, de la cual utiliza el 82 % para la agricultura, 15% consumo humano y 3% en otros usos. A pesar de las premoniciones del Calentamiento Global y la certeza del Cambio Climático, en nuestro territorio, siempre disponemos del mismo volumen de agua (Artículo del autor en acento.com.do, 6/8/2015). Entonces ¿por qué debemos preocuparnos por una reducción de dicho recurso natural en los años por venir?
Ciertamente, el inadecuado manejo, limitada capacidad de almacenamiento, uso irracional -fugas, desperdicios, etc.- y crecimiento poblacional, son alarmas suficientes para evaluar su disponibilidad y accesibilidad en el largo plazo del líquido. Se estima que por mala conduccion, distribucion y aplicacion, se pierde el 70% del agua que se deriva de nuestras presas. Tal información indica una pésima gerencia del recurso por parte de las autoridades responsables. Además, debemos tomar en consideración, que se calcula una reducción de la precipitación de lluvia en las regiones tropicales del 12 al 21% para el 2050 (Forest News: El bosque pudiera jugar un papel mayor en la precipitación que la estimada. Barbara Fraser, Marzo 10, 2016).
Si el país, aumenta la capacidad de almacenamiento de agua en presas, lagunas y reservorios, mejora su manejo reduciendo las pérdidas por conducción, distribución y aplicación, además de educar a los usuarios, proteger nuestras cuencas hidrográficas -con programas de reforestación, conservación de suelos, etc.- para aumentar la capacidad retentiva de los acuíferos, sin la menor duda, no habrá necesidad de aumentar el precio del líquido a los ciudadanos como parece indicar el reporte: El agua que consume Santo Domingo, entre las más baratas del continente (Por Servicios de Acento.com.do. 12 de marzo de 2016). Dicho reporte, parece querer cargar a la población el costo del servicio por las ineficiencias, negligencias e incorrecta planificación de las autoridades e instituciones gubernamentales en no poner el agua, como recurso vital para la población del país.
Todo lo anterior, aplica al caso de Constanza, pues aunque tengamos la misma precipitación, la capacidad retentiva y de infiltración del agua en el subsuelo, se reduce significativamente debido a la rápida escorrentía del agua de lluvia por la reducción de la cobertura boscosa las prácticas agrícolas no sostenibles y ambientalmente no amigables.
La destrucción de los bosques de pino nativo, debido los incendios forestales así como la agricultura de tumba y quema, afecta la infiltración del agua ya que el sistema radicular del pino cuaba, opera como un “taladro” rompiendo la roca madre para llenar los acuíferos cuando llueve.
Es una verdad científica, que los vientos cargados de humedad, interactúan con la masa boscosa, para producir su retención y luego su condensación para que las lluvias se produzcan. Por lo que en ausencia de masa boscosa, dichos vientos prosiguen su marcha ascendente o descendente en dirección incierta y como resultado, se “llevan” las lluvias a otros lugares…y muchas veces dichas lluvias, caen en el océano.
Basados en la dinámica anterior, la preocupación de la progresiva desertificación de Constanza y otras zonas del país, será una realidad en el futuro. Actual ahora, es imperativo.