Juan Bosch, el mito del miedo al poder

(II)

El pasado 25 de octubre, del año recién finalizado, iniciamos una serie que se vio interrumpida y que  prometió ser de tres entregas. En la primera entrega (I), abordamos como punto de partida de esta reflexión con el  mismo  título que lleva esta segunda (II), la reflexión sobre la llamada carta  desde el confinamiento (preso en palacio) de Juan Bosch al Pueblo Dominicano, la noche del Golpe de Estado a su Gobierno.

Para hacer pertinentes juicios sobre Bosch y su sentido de poder, hay que reconstruir antes de elaborar premisas aventureras y nada sensatas, el contexto en que emerge el Bosch estadista: Guerra fría y crisis de los misiles Cuba-USA, las acusaciones sobre Bosch y temores de USA de que conforme un Gobierno Castro-Comunista, la suspensión de contratación de braceros haitianos, las amenazas del dictador haitiano François Duvalier (papa doc.) de dejar entrar y  establecer la familia Trujillo en Haití, la necesidad moderada  que tuvo Bosch de apelar a algunos intelectuales vinculados a la tiranía para conformar un gobierno por ser estos  los de más condiciones y con experiencias de gobierno; las conspiraciones constante del “héroe nacional” Imbert Barrera y la Unión Cívica Nacional, el acoso y hostigamiento de la cúpula y una parte del clero de la  Iglesia contra una posible elección y gobiernos de Bosch.

El recelo e inconsistencia de su propio partido, así como su resistencia a convertir  sus  locales (del P.R.D) en escuelas. A todo esto se suma las reservas de Estados Unidos de América a un giro de Bosch hacia el comunismo y, para coronar este teatro político nacional e internacional hostil en demasía; las Intervenciones del Nuncio Apostólico de la Santa Sede,  Monseñor Clarizio, en oposición a la reforma constitucional y la supresión  de los postulados del Concordato y su carácter constitucional  en la misma.

A pesar de todo este complejo entramado político y religioso adverso a Juan Bosch; gana  las elecciones de forma abrumadora, instala su gobierno y mantiene su proyecto de Constitución  y coherencia contra viento  y marea  sin robar, matar o derramar una gota de Sangre ni vulnerar las libertades humanas.

La consigna fundamental de la campaña electoral de 1963 de Bosch: “Hay que matar el miedo”. Con lo que le  exhortaba a la población a romper las cadenas de miedo sembrada durante 31 años de dictadura trujillista y dos años de inestabilidad e incertidumbre post-Trujillo. Consumado el Golpe de Estado de 1963 por los remanentes del Trujillismo, la Participación de la Embajada de Norteamérica, la Jerarquía de la Iglesia y la indiferencia sospechosa de su propio partido( P.R.D.). Bosch proclama y jura ante el Pueblo dominicano en su memorable Carta desde el Confinamiento: “Ni vivos ni muertos, ni en el poder ni en la calle se logrará de nosotros que cambiemos nuestra conducta”.

Un hombre que vivió y se manejó como lo  hizo   Bosch en el discurrir de su vida pública  ejemplar de integridad y entereza, ¿de dónde sale el estigma dado, que se le ha querido endilgar como una mancha indeleble de tener miedo al poder?

En nuestra tercera entrega   (III) de Pentagrama,  haremos una hermenéutica de algunos textos para establecer el origen de esta infamia histórica, analizaré: La Filosofía Como  Ciencia Estricta (Edmundo Husserl),  Kennedy y Bosch (Bernardo Vega) y  De Cristóbal Colón a Fidel Castro, lo mismo que el Cuento la Mancha Indeleble de Bosch,  entre otros texto del autor.