A pesar de ser la novena economía de América Latina, República Dominicana sigue sin resolver temas trascendentales como es el grave problema del transporte urbano, para muestra un botón y es que pasadas las fiestas de diciembre quienes habitamos aquella selva de asfalto llamada Santo Domingo fuimos víctimas de horas interminables de tapones, contaminación, agresividad en la conducción; todos estos malos recuerdos que atentan contra el derecho a ser feliz en nuestra propia tierra.

Conducir en la ciudad de Santo Domingo y otras zonas urbanas de igual trascendencia constituye un verdadero dolor de cabeza y lo más lastimoso es que las soluciones populistas que se vislumbran en nuestra prensa apuntan exclusivamente a un tema de educación vial, siendo esto una visión miope y limitada de la problemática que nos abruma.

El enfoque de las soluciones debe ser integral y deben paliar y erradicar las malas prácticas en  temas de accesibilidad, conchos, vehículos en mal estado que parecen carruajes del demonio, ordenar lo atinente a la atención y reclamos de los usuarios, duplicidad de funciones de las instituciones reguladoras, todo con la finalidad de construir un verdadero sistema de transporte colectivo que desincentive a recurrir a soluciones individuales, pues en muchas viviendas de nuestro país existe un vehículo por cada miembro de la familia que alcanza la mayoría de edad.

Resulta inadmisible y constituye una vergüenza que en pleno año 2015 el transporte público sea realizado mayormente por carros públicos en mal estado cuya fuente de energía es el GLP y cuyo modus operandi consiste en detenerse de forma brusca a recoger y desmontar pasajeros, causando caos y poniendo en juego la seguridad de los usuarios de estos servicios y los demás conductores; igual comportamiento se evidencia en los conductores de microbuses que transitan con el denominado Pitcher de guagua, que conjuntamente con el chofer del carro público es un ser igualmente despreciado por los conductores y transeúntes dada la gran cantidad de imprudencias que cometen.

Tal panorama impone una profunda y seria reforma del caótico sistema imperante y debe involucrar a todos los actores de nuestros poderes públicos, partidos políticos, empresarios, sindicatos, choferes, y sociedad civil, en este sentido, el diputado Tobías Crespo presentó en el año 2011 un proyecto de ley para regularizar esta situación, dicho proyecto, a pesar del esfuerzo de dicho diputado, ha perimido en varias ocasiones en la Cámara de Diputados, y a nuestro entender no ha gozado del apropiado empoderamiento de nuestra ciudadanía, la cual, independientemente de la partidocracia y las discusiones estériles politiqueras debe abrazar esta iniciativa con la finalidad de hacer la misma una realidad y cambiar el desafortunado rumbo de este estado de cosas.