SANTO DOMINGO, República Dominicana.- El tránsito es uno de los mayores problemas que afronta la sociedad dominicana y uno de lo que más afecta la calidad de vida de la ciudadanía. Tradicionalmente ha sido deficiente en relación a los estándares internacionales y actualmente es considerado como uno de los peores del mundo por el número de víctimas que produce.

Hasta unas pocas décadas atrás no se consideraba como un problema importante, debido a la baja congestión que existía y a la relativa fluidez de su funcionamiento. Pero hoy día es percibido como deplorable de forma generalizada, a pesar de las nuevas soluciones que se han adoptado, como son las ampliaciones de las vías, los pasos a desniveles, las circunvalaciones, los elevados y los túneles, entre otras. El énfasis de las autoridades ha sido puesto en las estructuras físicas y no en la educación vial ni en el control y ordenamiento del mismo. Además, se ha visto agravado por la ausencia de un sistema de transporte público más amplio, organizado y eficiente.

El tránsito permite apreciar el nivel de organización y el desarrollo institucional de un país. Es un fenómeno representativo de la sociedad, ya que abarca todas las clases y grupos sociales e involucra una variada gama de autoridades públicas. Así mismo, su intensidad y permanente reproducción tiene un gran impacto en la formación o deformación cívica de la ciudadanía.

La sociedad dominicana se ha modernizado en muchos aspectos en los últimos años, pero el tránsito muestra un lamentable rezago, sobresaliendo como uno de los aspectos más negativos del desarrollo desigual que caracteriza la nación. A pesar de las muertes, las personas lesionadas, los daños materiales y los costos económicos, no existe hasta el momento ningún esfuerzo significativo para revertir esta situación.

Establecer un sistema de penalización progresiva donde las infracciones se acumulen y tengan diferentes consecuencias según su gravedad, desde pagos monetarios hasta la suspensión temporal y pérdida definitiva de la licencia de conducir

Un cuadro preocupante

Los accidentes de tránsito constituyen una verdadera epidemia y uno de los peores problemas de salud pública del país. Según el “Informe sobre la situación mundial de la seguridad vial 2013″ de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la República Dominicana ocupó el segundo lugar con más muertes de tránsito entre 182 países. Alcanzó una tasa de 41.7 por cada 100 mil habitantes, superando con creces la media americana que ronda las 16.

Según la  Autoridad Metropolitana del Transporte (AMET), los accidentes de tránsito dejan unos 1,600 muertos y 3,000 personas lesionadas cada año, muchas de ellas con amputaciones. En el 2012 fue la principal causa de muerte violenta (1,768), por encima de los homicidios (1,432) y suicidios (436). Pero además, son responsables de una serie de patologías mentales provenientes de los traumatismos craneales, así como del estrés post traumático, el nerviosismo y el pánico que quedan como secuela. Inclusive, al margen de los accidentes, las tensiones y las emociones negativas por el tránsito repercuten en la salud física y mental de quienes los padecen cotidianamente.

Los accidentes de tránsito significan también una onerosa carga económica para la nación. Según el  ingeniero Mario Holguín Álvarez, experto en el tema, entre 2011 y 2013 el país perdió $4,090 millones de dólares como consecuencias de los 14,717 accidentes ocurridos. Esto significa unos $50 mil millones de pesos anuales, entre fallecimientos, gasto en salud, ejercicio de la autoridad en las vías públicas, investigaciones por siniestros, daños materiales, etc. Se estima que los accidentes de tránsito cuestan al país casi un 2.5% del PIB, de los cuales al estado puede corresponderle más de un 70%.

Unas 4 de cada 5 víctimas fatales son hombres. Aproximadamente la mitad de las mismas se encuentra entre los 18 y 40 años de edad, un segmento poblacional en pleno apogeo de su capacidad productiva. Así mismo, las discapacidades tienen un alto costo personal y económico, ya que requieren tratamientos caros y disminuyen la productividad laboral. El financiamiento total o parcial de los servicios de salud por estos accidentes conlleva en ocasiones un gran endeudamiento familiar y la quiebra de pequeños negocios. Pero los daños materiales y el costo económico son insignificantes frente al dolor producido por las pérdidas familiares y las lesiones irreparables propias y de seres queridos.

El desorden y los accidentes de tránsito no sólo ocasionan los problemas anteriores, sino que tienen consecuencias y repercusiones en otros aspectos de la sociedad dominicana.

Tránsito y turismo

El tránsito en República Dominicana dista mucho del de los países de origen de la mayoría de quienes visitan la nación. Una gran parte de los turistas viene para permanecer en complejos y resorts, teniendo muy poco contacto directo con calles y autopistas. Sin embargo, los que llegan a conocer el tránsito dominicano se alarman e impresionan, sintiendo rechazo y forjándose una mala imagen del país.

El turismo es la principal actividad generadora de divisas de la República, sobrepasando los 5 mil millones de dólares en el 2013. Los ingresos por este concepto son vitales para el desarrollo nacional, por lo que el Presidente Medina lanzó la meta de llegar a 10 millones de turistas en un plazo de 10 años. Para alcanzar esa cantidad se requerirá de muchas modalidades de turismo, algunas de las cuales implicarán un gran contacto con la sociedad dominicana, incluyendo el tránsito.

La delincuencia, la basura, la corrupción y la ineficiencia institucional, junto a los problemas del tránsito, constituyen algunas de las amenazas más palpables de la pérdida de atractivo para visitar o residir en el país, así como para recomendarlo a otros como destino turístico. La no solución o mejora de estos males, amenaza o podría retardar el logro de la meta de los 10 millones.

Tránsito e inseguridad ciudadana

El irrespeto a las leyes y a las autoridades en el tránsito, crea un ambiente que propicia comportamientos que tienden a transgredir los parámetros de legalidad. Parte del proceso de socialización, sucede en un medio donde la violación a las leyes, tiene nula o escasas consecuencias. Quienes van internalizando esta situación como la normalidad, desarrollan más fácilmente cierta predisposición a violentar otras leyes y a involucrarse en actividades delictivas de mayor escala.

Tránsito y violencia social

El irrespeto a las leyes y el funcionamiento desordenado aumentan las fricciones que normalmente se producen en el tránsito, incubando y fomentando cada día cientos de conflictos  en calles y carreteras del país.

Actualmente, la población dominicana enfrenta situaciones personales, familiares, laborales y económicas que generan mucha tensión, miedo y estrés. A esto hay que sumarle los problemas del tránsito. No sólo aquellos que se generan por los altos niveles de congestión y que son habituales en todas las grandes ciudades del planeta. Sino también los producidos por el desorden, el irrespeto a las normas y la manera arbitraria de conducir; los cuales agravan los primeros.

El tránsito desordenado genera tensión y violencia que no siempre se expresan y manifiestan cuando se producen, conteniéndose y guardándose internamente. Luego son arrastradas a otros lugares como hogares, vecindarios y centros de trabajo y diversión, donde se combinan y engrosan con otras problemáticas y situaciones, estallando en cualquier momento.

Manifestaciones perniciosas de nuestra cultura ciudadana

La situación del tránsito manifiesta y reproduce continuamente algunos de nuestros defectos principales como sociedad, entre los que se encuentran:

a)        Oportunismo. Aprovechar cualquier situación para obtener una ventaja. Tomar atajos, calles en contra vía, aceras, paseos peatonales buscando ganar tiempo y adelantar posiciones.

b)        Irrespeto del orden de llegada. Desconocimiento del derecho informal que otorga llegar primero a un lugar. Pasar hacia adelante de cualquier forma para tomar un mejor puesto, independientemente de que haya vehículos en el lugar previamente.

c)         Abuso de los fuertes. Las guaguas, minibuses, camiones, yipetas y los grandes automóviles aceleran y arremeten tratando de imponer su ventaja en situaciones de conflicto.

d)        Buscar soluciones individuales. Cada quien trata de salir del tapón o la confusión creada por el semáforo dañado o sin electricidad, sin importar que ocasionen problemas mayores para las demás personas.

e)        Inmediatismo. Resolver con los aceites y las piezas más baratos, independientemente de su calidad y de las consecuencias en el tiempo. Lo que finalmente resulta más costoso y contaminante. Buscando lo más barato adquirimos lo caro.

f)         No ceder ante el otro. No dar oportunidad para que alguien entre a la vía por donde se conduce desde alguna intersección, vivienda o parqueo. Pegársele al vehículo que está delante para cerrarle el paso a quienes quieren entrar a la vía por donde se transita.

g)        Deficiente prevención. No se cuidan ni se mantienen los activos como corresponde, deteriorándose y destruyéndose antes de tiempo. No se cumple con la periodicidad de los mantenimientos que permiten el funcionamiento adecuado y que prolongan la vida útil y el valor de los vehículos.

h)        Falta de atención hacia los otros. No respetar la raya blanca por donde deben cruzar los peatones. No darnos cuenta de que hay personas que quieren cruzar y mucho menos detenernos para que lo hagan. Hay un gran déficit de atención hacia las otras personas, manteniéndonos mucho tiempo centrados en nosotros mismos, en nuestros propios pensamientos, en nuestro mundito personal,  sin darnos cuenta de los demás.

i)          Frustración acumulada. El querer tener la razón a cualquier precio, el no “perder” o "dejarse vencer” por los argumentos de los otros en choques y situaciones conflictivas. Mentir si nos conviene para mostrar que "tenemos la razón", inclusive en declaraciones a las autoridades oficiales.

j)          Impaciencia. El tener poca paciencia nos hace imprudentes y nos lleva a actuar como si siempre anduviéramos con urgencia, buscando ganar unos segundos o breves minutos en el camino. Por esta causa se irrespetan leyes, aceleramos y no nos detenemos donde hay un letrero de pare o una calle de preferencia, creando situaciones de peligro para nosotros y los demás.

k)        Actitud de pícaro. El aprovechar que no se está vigilado o que no se cuenta con la presencia de autoridades para cruzar un semáforo en rojo, girar donde no se debe o tomar una calle en contra vía.

l)          Falta de consideración hacia los otros. Detenernos en cualquier lugar a conversar con personas en otros vehículos o con peatones, o a montar o a dejar a cualquiera, sin importar que obstruimos el tránsito y que entorpecemos el fluir de los demás.

m)      Impuntualidad. Que nos hace salir con el tiempo muy ajustado o con tardanza, para luego andar con desesperación, sintiéndonos que tenemos el derecho de ir rápido y de violentar todas las reglas de tránsito que podamos.

La búsqueda de soluciones a la situación del tránsito y a la inseguridad vial no debe demorar más tiempo. Las consecuencias y las externalidades negativas las sufre la población continuamente, por lo que el tema debería ser declarado prioridad nacional. De cara al mundo, el país proyecta una imagen de desorden mayúsculo y de atraso y deterioro social. Se ha llegado a un nivel tan crítico, que las normas se violan frente a las autoridades, sin que las mismas reaccionen, ya sea por negligencia o por ignorancia.

Con intervenciones priorizadas para afrontar los problemas señalados, se podría mejorar la convivencia, la calidad de vida de la población y las finanzas públicas. Igualmente, al país le conviene el desarrollo de experiencias ciudadanas que arrojen resultados positivos a corto y mediano plazo. Que muestren fehacientemente que "sí se puede" cuando la sociedad y el estado aúnan esfuerzos en pro de una causa común.

Una gran enseñanza del proceso, sería que como sociedad nos diéramos cuenta que cuando actuamos de acuerdo a normas de organización y ordenamiento colectivo, basándonos en el respeto y la consideración hacia los otros, los nudos y tapones se destraban, los conflictos se aminoran y el flujo se agiliza beneficiando a todos. Inclusive, haciendo más llevadero y agradable la experiencia intensa del tránsito.

Recomendaciones y sugerencias

Los problemas del tránsito y la inseguridad vial deben ser afrontados accionando sobre sus principales componentes y factores de riesgo, como son: los conductores de vehículos, las autoridades responsables de supervisar y controlar el tránsito, la infraestructura vial y las señalizaciones, el marco legal, las condiciones de los vehículos que circulan y la cultura de irrespeto a las leyes, entre otros.

Un adecuado abordaje tiene que combinar acciones formativas con medidas coercitivas por violaciones a leyes y normas. La situación a enfrentar es de tal envergadura, que iniciativas en una sola de esas dos direcciones no tendrían la eficacia suficiente para incidir en la atenuación y corrección de los graves problemas mencionados.

Sin lugar a dudas, es mucho mejor para la sociedad la dinastía de las leyes a la tiranía del caos y el desorden. La experiencia internacional muestra que un tránsito más ordenado y respetuoso de las normas, produce mayor agilidad y fluidez, así como menos accidentes y conflictos entre conductores. De igual forma, aminora los niveles de tensión y estrés. Aunque en un principio este tipo de iniciativa puede chocar con quienes están habituados a la situación actual, al final de cuentas la gente comprueba sus beneficios, a pesar de las restricciones y sanciones que implica.

A continuación presentamos un grupo de recomendaciones y sugerencias que provienen de diferentes fuentes. Algunas son propias y otras no, pero todas responden al sentir del autor y a su interés en aportar a la mejora de este importante tema:

  1. Establecer un sistema de penalización progresiva donde las infracciones se acumulen y tengan diferentes consecuencias según su gravedad, desde pagos monetarios hasta la suspensión temporal y pérdida definitiva de la licencia de conducir. Similar a como sucede en los países de mejor tránsito del planeta. Si las penalizaciones sólo se quedan en multas económicas, no tendrán un gran efecto en quienes pueden pagarlas sin inconvenientes. Establecer infracciones a los conductores por número de licencia y a los vehículos por el de la placa. Un vehículo mal parqueado y sin el conductor presente puede ser multado con el número de placa dejándole una copia en el limpiavidrios. Por el cambio cultural que significan, es conveniente desarrollar estas acciones a partir de un período de transición de 3 a 6 meses.
  2. Ampliar el número de agentes de la AMET o distribuir mejor los existentes. Igualmente, dotarlos de transporte y equipos adecuados. Crear un cuerpo de agentes para que verdaderamente se sienta la presencia de las autoridades en las vías. Entregar dispositivos electrónicos en los cuales se registren en línea las contravenciones y se pueda verificar el estatus de toda licencia y de los vehículos en función del número de placa. Dotar de equipos de transporte para distintos infractores, incluyendo los de alta velocidad. Una parte del financiamiento de la AMET debe provenir de las infracciones que ponen.
  3. Capacitar en las leyes y normas de tránsito al personal de la AMET, ya que muchos las desconocen y por eso no reaccionan a violaciones que se cometen in fraganti en sus caras.
  4. Elaborar una estrategia y un plan de patrullaje para garantizar la presencia  de las autoridades en las vías públicas, de acuerdo a los requerimientos de las horas del día e independientemente de las condiciones del clima.
  5. Mejorar la captura, procesamiento y disponibilidad de datos e informaciones sobre el tránsito. Lo que apoya la toma de decisiones, el análisis, los estudios y el conocimiento de la situación por parte de la población interesada.
  6. Implementar una campaña de cero tolerancia con las violaciones del tránsito, donde no se hagan excepciones con los funcionarios públicos y las autoridades militares y policiales, quienes deberían conducir en forma ejemplar. Educar a las autoridades para que no violen las leyes: no cruzar en rojo, utilizar el casco, no montar tres personas en un motor, etc. Salvo en los casos de emergencia. Que la autoridad y la sociedad entiendan que todo el mundo puede ser multado cuando corresponda y sin discriminación positiva. Esto es muy difícil de cumplir a cabalidad en el país.
  7. Penalizar el uso de sirenas, bocinas y luces especiales reservadas sólo para vehículos oficiales y de organismos de protección civil. Igualmente,  sancionar a quienes le caen atrás a ambulancias, carros de bomberos y vehículos policiales y militares.
  8. Diseñar e implementar una campaña educativa informando sobre qué es lo que manda la ley en las violaciones principales.
  9. Establecer cursos obligatorios de educación vial para la renovación de la licencia y por acumulación de contravenciones. Deben prepararse con un formato didáctico, en un espacio físico con las comodidades necesarias y con funcionamiento puntual.
  10. 10.     Elaborar una estrategia y un plan específico dirigido a disminuir los accidentes de motores, cuyos conductores significan el 50% de las víctimas.
  11. Garantizar que los vehículos no frenen ni se detengan sobre la línea blanca de cruce de los peatones que están en las esquinas. Educar a la ciudadanía para que los utilice y no cruce en cualquier punto de la calle y que respete las luces que les indican cuando hacerlo, donde estas existan.
  12. Normar y supervisar las condiciones de los vehículos que circulan en las vías. Una flota vehicular deteriorada provoca más accidentes. Debe ser una medida de aplicación gradual que tome en cuenta el nivel de ingreso y las condiciones materiales de gran parte de la población dominicana.
  13. No permitir y penalizar que vehículos se parqueen en aceras y sitios prohibidos. Además, garantizar que las edificaciones que se autoricen cuenten con los parqueos correspondientes según la norma nacional.
  14. Aumentar la colocación de señalizaciones necesarias y educar para que puedan ser interpretadas y tomadas en cuenta.
  15. Agilizar el pago de las infracciones. Fortalecimiento del sistema de verificación de infracciones y permitir que las mismas se puedan pagar en el Banco de Reservas y en otros lugares que se consideren.
  16. Establecer un programa escolar de formación continua donde se incluya el respeto del orden de llegada, así como dar el paso y saber escuchar a otras personas. Incorporar también educación vial.
  17. Mejorar la formación de médicos y personal de salud en temas de traumatología y evaluar las necesidades y ubicaciones de centros de salud con especialidad en este tema. Articular el 911 a estos centros.
  18. Difundir y sensibilizar sobre la conveniencia de dejar pasar los vehículos uno de una vía y otro de la otra, cuando hay entaponamientos y conflictos. El uno y uno.
  19. Establecer un sistema de recorrido periódico para reportar y arreglar semáforos dañados, señalizaciones averiadas, problemas en el pavimento, etc. Ponderar la posibilidad de un número telefónico para que la ciudadanía pueda reportar estos y otros casos.
  20. Identificar segmentos de calles que permanentemente se violan en vía contraria y establecer una vigilancia especial de las autoridades en los mismos.
  21. Establecer la señal de "Pare" como una detención franca obligatoria, donde el vehículo tiene que detenerse completamente y luego arrancar.
  22. Educar y penalizar para que no se cruce por encima de rayas de separación de las vías. Entender que la salida de muchos locales, oficinas, apartamentos y establecimientos es hacia la derecha, en caso de que el tipo de línea que separa ambas vías así lo indique. Lo mismo sucede con giros en U en lugares no autorizados.
  23. Evitar la formación de los odiosos embudos en los elevados que violentan el orden de llegada y producen tensiones e incomodidades. Extender con muro sólido y no con conos las entradas a los mismos, aunque no se pueda acceder desde calles que están luego del muro. En algunas  salidas extender el muro para que no puedan girar en 90 grados buscando tomar la primera calle transversal a la derecha.
  24. Establecer verdaderas restricciones y penalizaciones al consumo de alcohol conduciendo. Realizar operativos especiales de fin de semana, sin hacer excepciones. Fomentar el uso de taxi como alternativa de desplazamiento en quienes quieran beber y conducir.
  25. Recalcar y supervisar que las luces amarillas de los semáforos son para que los vehículos empiecen a detenerse y no para acelerar.
  26. Hacer valer los límites de velocidad en las autopistas del país. Indicar qué tipo de vehículo pueden utilizarlo y cuál es el límite mínimo de velocidad para ir en el carril rápido del centro.
  27. Indagar si puede haber una solución al no uso de cinturones de seguridad en los carros públicos.
  28. Regularizar, ampliar y fortalecer el transporte público. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que un buen sistema de transporte público aumenta la seguridad y disminuye los accidentes.
  29. Revisar la propuesta de modificación de la Ley 241-67 para que el país cuente con un marco legal moderno y para que haya una división clara y racional de los roles institucionales, unificando las instancias que corresponda de acuerdo a las propuestas presentadas.
  30. Involucrar a los seguros de automóviles en campañas educativas de seguridad vial y manejo responsable. Incentivar que inviertan más y de mejor forma en prevención.
  31. Definir y aplicar políticas de inspección y reparación regular de la infraestructura vial pública. Remodelar o eliminar los puntos de mayor siniestralidad.
  32. Establecer medidas para que los conductores entiendan lo que significa ceder el paso al girar en las vías, en puntos con semáforos o sin ellos.
  33. Implementar una campaña de educación, sensibilización y penalización contra el toque indiscriminado de bocinas.
  34. Penalizar que se arrojen desechos a las vías públicas desde los automóviles, comportamiento contaminante y que contribuye al desorden y a la falta de autoridad del tránsito.