Como ladrón en acecho,
el dengue clásico me atrapó;
algunos de sus síntomas
no los conocía yo.
A cualquier hora del día,
el cuerpo se me ponía
como carne de gallina,
jamás me sentí con fiebre
porque ahí estaba tapá.
La falta de energía e inapetencia total,
son evidencias bien claras
de que estamos agarraos
por esta embarazosa plaga
que nos tiene desgaritaos.
Debe cuidarse de las luces
Y también de la mucha claridad
porque a los ojos molestan una barbaridad
y a protegérselos mandan para evadir su dolor
aun dentro de la casa, ponerse unas gafas de sol.
Repose hasta que se canse;
tome agua hasta más no poder,
que con jugo de limón,
más de 2 litros por día
es obligatorio beber.
Pá los dolores en el cuerpo
nos mandan acetaminofén,
pero su demanda es tan grande
que la existencia se agotó.
faltos de mejor opción y sin pérdida de tiempo,
consultar sobre los sustitutos que nos calmen el dolor.
Si en la piel descubre puntitos,
rojos como los tomates,
no se preocupe de ellos,
porque esas pequeñas "petequias",
como niñas traviesas
se mudan de lugar y también desaparecen.
Cuando la piquiña ataque, ¡que ese es otro cantar!,
en cápsula o bien embadurnadito
un buen antialérgico seguro le va a calmar;
porque si no se medica,
en poquísimos minutos, estará sin desearlo,
recordando el baile del sambito.
No le puedo decir nada más que beberse unos batidos
mezclando pimientos morrones rojos
con la guayaba madura, rica en vitamina C,
para subir las plaquetas y su defensa orgánica también
y despedir ¡hasta nunca! borrando de nuestra presencia
a esta incómoda epidemia, o como se le quiera llamar
a ver si juntos y sin tropiezos ¡podremos pá lante echar!