La conmemoración del 8 de marzo estuvo marcada por un ejercicio de violencia de género que afecta a todas las mujeres de nuestra sociedad, el atropello cometido contra Miriam Germán en el contexto de su evaluación como jueza de la Suprema Corte de Justicia por el Consejo Nacional de la Magistratura.

La reacción en las redes sociales y en todos los medios de comunicación de rechazo y cuestionamiento es de gran magnitud. El lema que se ha establecido desde el movimiento de mujeres y de todas las mujeres sensibles ante el mismo es “Miriam Germán somos todas”.

Creo que este lema muestra una clara identificación entre lo sucedido a Miriam Germán y lo que vivimos las mujeres en nuestra sociedad cotidianamente desde distintos ámbitos: laborales, familiares, vecinales, políticos y sociales.

¿Por qué Miriam Germán somos todas?

La situación de Miriam Germán representa algunas de las prácticas de desigualdad y violación de derechos que vivimos continuamente las mujeres, como son:

  • Irrespeto y desvalorización del esfuerzo ganado. Las mujeres en nuestra sociedad para integrarnos al mercado laboral, adquirir un reconocimiento profesional, laboral o político necesitamos el doble de esfuerzo que los hombres. Nos toca ganarlo con muchos años de dedicación, valor y coraje, rompiendo las estructuras patriarcales de sometimiento, acoso y violencia presente en una sociedad altamente machista. Miriam Germán representa a todas las mujeres que han ganado espacios a base de esfuerzo, coherencia y transparencia. Con más de 40 años en el ejercicio dentro del sistema de justicia, logra ser parte de la Suprema Corte de Justicia y desde ahí desempeñar su papel con alto honor. Ese proceso de largos años de compromiso y dedicación se desconoce y no se evalúa desde los estándares establecidos para ello.
  • Violación del espacio privado e íntimo. Cotidianamente las mujeres sufrimos la valoración, estigmatización y enjuiciamiento como “buenas” “serias “o “malas” no por nuestro desarrollo personal o profesional sino por nuestro cuerpo, como vestimos y nos mostramos físicamente, así como desde nuestra intimidad personal y familiar. Lo mismo ocurrió con Miriam. Fue evaluada violentándose su intimidad y su espacio privado-familiar, no desde su ejercicio profesional y judicial, violándose las normas establecidas para este tipo de evaluación en las más altas cortes de nuestra sociedad.

 

  • Silencio y Complicidad masculina ante el ejercicio de violencia de género.

 

El atropello recibido por Miriam German fue observado y escuchado por todos los miembros del Consejo Nacional de la Magistratura y casi la totalidad (excepto la diputada Josefa Castillo y el senador Paliza) respondió ante el hecho con el silencio. El silencio y la indiferencia son dos respuestas frecuentes en la masculinidad hegemónica ante los hechos de violencia ejercidos por hombres hacia las mujeres. Las mujeres son acosadas en las calles, en el trabajo, en distintos espacios y muchos hombres observan estas situaciones y callan porque son ejercidas por otros hombres, convirtiéndose en sus cómplices.

La solidaridad mostrada por miles de mujeres de diferentes estratos y sectores sociales hacia Miriam con el lema “Miriam Germán somos todas” responde a los imaginarios femeninos de nuestra cultura.

Las mujeres en todos los ámbitos y estratos sociales nos apoyamos unas a otras, en caso de: enfermedad, violencia, muerte, acoso y abuso sexual. Hoy, hombres y mujeres estamos mostrando que Miriam Germán es un ejemplo a seguir en nuestra sociedad. Debe ser un modelo de educación ciudadana para nuestras nuevas generaciones, su vida, su carrera judicial y su manejo desde la profesionalidad y la perspectiva dialógica demuestra su calidad humana y profesional.

Este articulo fue publicado originalmente en el periódico HOY