Tengo la gran dicha de tener a mi madre conmigo. Tiene noventa y nueve años, camino a los cien si Dios lo permite el próximo abril.

Estoy haciendo un máster acompañándola en la Santa Misa, Santo Rosario, Prédicas, Adoración al Santísimo y documentales católicos. He visto innumerables vidas de santos. Creo que de ésta, podré decir como hace tantos años una compañera de clases al pasar frente a mi casa y en la acera del frente me gritó “soy casi monja, trabajé pa’ cien” luego de salir del examen de religión.

Dentro de mis rutinas para con mi mamá vimos el pasado jueves la Santa Misa que fue celebrada desde el Santo Cerro con motivo del sesenta y cinco aniversario de la fundación de Radio Santa María. Tuve un motivo más que especial para quedarme mirando la celebración. Escuché con suma atención la homilía, los comentarios, las oraciones y todo lo concerniente a la ocasión.

Algo llamó mucho mi atención y no es la primera vez. Pero parece que en los anales de los Jesuitas, en las memorias de la emisora, cuenta que ella nació sola, parece que no tuvo fundadores. ¡Qué pena que una institución religiosa que tiene tradición de organización, de inteligentes!, porque antes de pertenecer a esa Congregación se necesitaba casi tener un alto nivel intelectual y un índice de inteligencia casi de superdotados. Esa era la creencia.

El mejor ejemplo que tenemos es Francisco, nuestro papa.

Aunque no aparezca nadie como fundador quiero hacer una anotación. Radio Santa María nació del sueño y la visión de un sacerdote Jesuita, el padre Wenceslao García, para lo cual se auxilió de mis padres, Agustín Guzmán y Elsa Rincón de Guzmán,  quienes eran profesores en el Pre Seminario Padre Fantino en el Santo Cerro, además de la Sra. Marina Miniño, dama capitaleña que tenía su residencia de veraneo allí.

Ellos tenían una activa participación en la misma. Es más, recuerdo que en una oportunidad el Padre García quiso que yo leyera un cuento para los niños radio oyentes, en esa oportunidad el cuento narraba la vida de Cipi, Cepe y Cipitón tres cerditos juguetones. Me parece escucharme siendo una niñita muy adelantada para mi  edad y ya alfabetizada por mi madre.

De esos mencionados solo queda viva mi mamá. No pretendo con esto ni un homenaje, ni mucho menos que sea tomada en cuenta, pero creo que las instituciones no nacen solas y que hay que darle crédito a la visión de ese humilde sacerdote Jesuita, ignorado y olvidado, que fundó lleno de sueños a la “Radio Emisora Santa María” como fue bautizada.

Qué raro que los Jesuitas no tengan conocimiento de este sacerdote. ¿Será que los nuevos solo se ocupan de enterrarlos en su cementerio de Manresa y no se han ocupado de por lo menos saber quiénes han sido sus predecesores?