A 55 años del golpe de estado del profesor Juan Bosch extrañamos hoy más que nunca la vuelta al solio presidencial de un verdadero líder que responda única y exclusivamente a los intereses del pueblo y no a intereses de carácter individual o grupal. El profesor Bosch gozaba evidentemente de aquellas nobles características, demostrándolo reiteradamente en su carrera política. La historia moderna nos enseña que Don Juan era uno de esos personajes que suelen aparecer una vez en cada siglo, esto así no solo por la tremenda influencia que ejerciera en la generación que le tocó vivir, sino también por sus inigualables dotes personales. Su vida, llena de momentos interesantes, supo entregarla por entero a las mejores causas democráticas y su incuestionable talento como escritor fue ofrendado, a través de sus más de 50 trabajos literarios, al valor cultural e intelectual del pueblo dominicano.

En el profesor se cumple lo que Confucio consideraba como la característica principal en los hombres de bien: “La combinación de lo que se dice con lo que se hace”, porque si bien es cierto que el Prof. Juan Bosch era en sí mismo una fuente de argumentos teóricos y racionales, no menos cierto es que llevó a la práctica todo aquello en lo que creía. Su vida, desde niño se caracterizó por ser una existencia dramática, como si estuviera destinado a ser el orientador y guía del pueblo dominicano en momentos de turbación. En un documental que se haya colgado en distintas páginas de internet y que lleva por nombre “Juan Bosch: El camino de la historia”, el mismo profesor dice que desde niño comenzó a sentirse atraído por cosas que otros niños no prestaban importancia, como la deplorable pobreza de los campesinos, cuya realidad se incorporó en su memoria matizando así los primeros pensamientos de su infancia.   

Durante la dictadura de Trujillo, específicamente en el año de 1938, consciente de que el dictador planificaba proponerle una curul en el Congreso, logró salir del país radicándose primero en Puerto Rico, donde trabajó en la edición de las obras completas de Eugenio María de Hostos, y luego en Cuba, donde unido a otros dominicanos fundó el Partido Revolucionario Dominicano para dirigir desde el exilio la oposición a Trujillo. Con el PRD como plataforma política conquista la presidencia de la república en el año de 1963, no sin antes romper con una campaña de descrédito que sus opositores, y sectores opuestos a sus ideas, le hicieron al llamarle, perversamente, Comunista. Aquella campaña, alimentada quizás por intenciones oscuras, quedó sin efecto al culminarse el ya histórico debate entre el Profesor y el sacerdote jesuita Láutico García, quien, en el momento más intenso del debate, tuvo que admitir que Juan Bosch no era comunista, triunfando así Don Juan  en el debate y ganando posteriormente la presidencia.

A diferencia de los políticos actuales, las decisiones del Prof. Bosch iban motivadas por cuestiones de orden patriótico, ideológico o moral, pero jamás por conveniencias pasajeras. En el año de 1973, cuando decidió salir del PRD para fundar el PLD, no lo hizo movido por un sentimiento transfuguista ni mucho menos pensando en el beneficio personal, sino que sus razones estaban más que justificadas en aquella convicción de que el partido blanco había agotado su ciclo histórico. De acuerdo al mismo profesor Bosch, el PRD había caído en un estado tan grave de deterioro ideológico y conceptual, que resultaba difícil, cuando no imposible, recomponerlo. Sus juicios al respecto fueron duros, y quizás ofensivos, pero no por eso dejaban de ser comprensibles.

Pero el profesor Juan Bosch no solo fue un hombre político, sino también un hombre de letras. Su obra completa se encuentra repartida en diferentes géneros literarios, dentro de los cuales, destacan obras de significativa importancia. No se ha escrito, hasta ahora, un ensayo tan profundo respecto al estudio de las clases sociales como la que lleva por epígrafe: Composición Social Dominicana, que analiza la formación de las clases sociales desde la colonización hasta la llegada de Trujillo al poder. Tampoco contamos con otra obra dominicana más preclara respecto a las dictaduras latinoamericanas como la conocida obra titulada “Poker de espanto en el Caribe”, ni cuentos de sensibilidad social tan fina como los que llevan por título “Los Amos”, “Luis Pie”, “La Mujer” o “La mancha indeleble”.

Y fue a ese dominicano, y no a otro, que los sectores conservadores del país depusieron de la presidencia de la Republica mediante un golpe de estado. Fueron las mismas fuerzas conservadoras que mantuvieron a Joaquín Balaguer durante sus primeros 12 años de gobierno, y fueron esas mismas fuerzas que evitaron el ascenso al poder de el Dr. Peña Gómez a mediados de los años 90. Pero es en él, o sea, en el profesor Juan Bosch, donde debemos reflejar aquella exclamación proverbial de Federico Henríquez y Carvajal: ¡Oh, América desdichada, que reconoces a tus grandes hombres cuando ya son tus grandes muertos!