La dictadura de Trujillo cayó el 30 de mayo de 1961, pero las cosas no han cambiado mucho en el país. Es cierto que no hay aquellos crímenes aleves; ni exiliados, ni presos políticos, y se ha conquistado una “democracia electoral” aunque sin justicia social, llena de inequidad y, de hecho, viciada por el dominio de un solo partido en todos los poderes del Estado.
Tras la caída de Trujillo, el gobierno de los EEUU definió la “transición democrática” que convenía a sus intereses. En esa política declaró que recurriría a uno parecido a Trujillo si observaba la posibilidad de una revolución como la liderada por Fidel Castro en Cuba.
Tras muchos acontecimientos políticos, entre estos la toma de las calles por el pueblo, el golpe de Estado al gobierno del profesor Bosch en 1963, y la misma guerra civil de abril de 1965, la política norteamericana y su poderío militar impusieron el régimen balaguerista de los 12 años.
Ese régimen reprimió a los sectores democráticos y revolucionarios. También los dividió. Impuso una correlación de fuerzas bastante desfavorable a los sectores populares y de izquierda que con ese mismo signo se ha movido hasta la situación de hoy, en la que la izquierda sigue siendo la corriente más noble, moral y comprometida con la causa nacional y del pueblo, pero debilitada y cercada.
En momentos claves de la historia desde entonces la Izquierda pudo romper el cerco y avanzar. En 1978, 1990 y 1994, hubo posibilidades de ir contra Balaguer pactando un programa de cambios políticos con el Profesor Bosch y Dr. Peña Gómez respectivamente. Pero esa tarea no fue hecha.
“De aquellos polvos, son estos lodos”. No hicimos las tareas, de la manera y en el tiempo correspondiente, y aquí estamos, con un cepo económico, controlado por poco más de 20 familias aliadas a intereses extranjeros y en un trampa política en la que dos partidos obtienen el 98% de los votos emitidos en las elecciones nacionales y por lo mismo controlan todos los estamentos del Estado.
Cuando Trujillo, una mano lo controlaba todo; 53 años después de su desaparición, poco más de 20 manos y algunas aliadas también lo controlan todo. No hay mucha diferencia. La “transición democrática” pautada por el gobierno de los EEUU ha mantenido el país en el mismo marco conservador.
Hoy, con la política de Convergencia tenemos otra oportunidad de mover el país en el sentido de la renovación del régimen político, económico y social dominante y del liderazgo que lo expresa, en la cual es vital que el PRD Mayoritario se mueva a reencontrarse con lo mejor del Dr. Peña Gómez.
Toca que hagamos bien la tarea del momento, que se expresa en movilizar desde ya y desde el pueblo a una Convergencia de fuerzas políticas y sociales opositoras en torno a un programa que exprese de una manera clara esa renovación social, económica y política para que, derrotado el PLD en el 2016, el cambio de gobierno no se quede como fin en sí mismo, e implique que el país salga del marco conservador en que se desenvuelve.