La celebración del DIA DEL PERIODISTA DOMINICANO se ve enmarcada en un escenario de potencial riesgo en el plano nacional que hemos comentado en varias ocasiones en estos días, tanto por agresiones que ha sufrido más de una docena de periodistas y que fueron expuestas en la reciente reunión de medio año de la SIP por Miguel Franjul y Adriano Miguel Tejada, respectivos directores del Listín Diario y Diario Libre, como por la grave amenaza que para la prensa libre y la libertad de expresión comportan los artículos introducidos en las leyes de Partidos y Electoral, que también fue denunciada por ambos en el cónclave del organismo continental.
La amenaza en el plano doméstico cobra evidencia palpable e inmediata a nivel regional a través de agresivas acciones y múltiples formas de presión llevadas a cabo contra los medios de prensa y los periodistas independientes, cientos de los cuales son víctimas de acoso persistente, amenazas, agresiones físicas, encarcelamiento en condiciones ominosas u obligados a marchar al exilio para salvaguardar su integridad.
Ocho, lamentablemente, seis de ellos en México han sido asesinados en el último semestre uniendo sus nombres a las decenas de periodistas que han sido acallados por gobiernos intolerantes, el crimen organizado y sicarios al servicio de los carteles de la droga. Los casos más notorios son además Venezuela y Nicaragua, que se unen al caso ya tradicional y reiteradamente denunciado de Cuba, donde los medios existentes, todos de carácter oficial, son simples bocinas al servicio del régimen.
Precisamente por coincidencia fortuita el 5 de abril fue escogido como DIA DEL EX PRESO POLITICO CUBANO. Esta es una celebración que atañe a un número impreciso que en el estimado mas prudente no resulta inferior a entre 150 mil a 200 mil, entre los cuales numerosos periodistas, que en estas últimas seis décadas han pasado por las cárceles castristas que forman parte de la estructura de represión mantenida el más prolongado gobierno absolutista que haya conocido el continente. Muchos han cumplido penas de 15, 20, 25 y hasta 30 años de encierro. Miles enfrentaron el paredón de fusilamiento con gran entereza a los gritos de “Viva Cuba Libre” y “Viva Cristo Rey”.
Por sus singulares características, vale resaltar como caso notorio el del ya fallecido Mario Chanes de Armas. Obrero de profesión, ganado por el más puro idealismo participó en el asalto al cuartel Moncada en 1953 bajo la dictadura de Fulgencio Batista. Fue apresado días después en compañía de Fidel Castro y junto a este fue condenado y guardó prisión por el frustrado intento. Una vez amnistiados debido a la intensa presión ejercida por los partidos y grupos de oposición tanto dentro como fuera de Cuba, lo acompañó al exilio y regresó en la expedición del Gramma manteniéndose en pie de lucha hasta el final del proceso que culminó con la fuga de Batista y decenas de sus secuaces más comprometidos con la represión y el crimen.
Poco después del triunfo de la revolución al percatarse del rumbo que esta llevaba muy distanciado del programa original del 26 de julio, pasó a trabajar al sector privado como jefe de seguridad de una de las principales fábricas de cerveza de Cuba. Apresado fue juzgado y condenado a 30 años de prisión que cumplió íntegramente hasta el último día. Durante su larga estancia carcelaria nació y murió su único hijo. Jamás pudo ejercer el privilegio de la paternidad. Su salida de Cuba obedeció a un laborioso proceso de gestiones ante distintos gobiernos y personalidades. En el caso dominicano, se contó con la generosa intervención de José Francisco Peña Gómez.
Hoy al rendir homenaje a los periodistas en su día, integrantes de la que es quizás la más peligrosa y perseguida profesión en el plano mundial pero particularmente en nuestro Continente, queremos hacerlo también en fecha coincidente por los ex presos políticos cubanos, muchos de ellos ya a título póstumo, y por extensión llamar la atención sobre el prolongado drama del pueblo hermano que por más de medio siglo soporta la ausencia de libertad que hoy se deja sentir de manera cada vez más amenazadora en Venezuela y Nicaragua.