En todas las organizaciones humanas, una de las señales que demuestra su madurez, -y en particular en el sistema político,- es su capacidad a difundir las informaciones entre sus miembros o sus estamentos, hacerlas circular y discutirlas, compartirlas y así hacer transparentes las decisiones o políticas que implementan los gobiernos o cualquier organización. Hoy se habla de transparencia, ayer se hacía referencia al secreto de Estado y a la seguridad.

Por esas limitaciones, investigar, nunca ha sido fácil:  solicitar y recolectar informaciones, para muchos de los servidores públicos, es delatar, romper el secreto, dar armas a un posible enemigo. A la base de todo eso, a nivel personal, esta también, el miedo a perder su empleo.  En muchos países latinoamericanos, hasta hace poco tiempo, era imposible  realizar investigaciones para cualquier proyecto personal o colectivo, quizás por eso, Europa sustituyo muchos centros de investigaciones nacionales. Las pocas publicaciones científicos, -es decir la difusión de conocimientos sobre la sociedad o la base geográfica de esta,- eran realizadas por fundaciones, eran indicadores de esas dificultades. Por eso es justo mencionar los apoyos que se recibieron, en esos angustiosos momentos.

En esos meses de julio y agosto del 78, las investigaciones in situ, la recolección de datos y las entrevistas, para fines de tesis,  no eran ni habituales ni muy conocidas y a pesar, del cambio político que se avecinaba, los datos se conseguían más bien por las conversaciones y la confianza que previamente se debían establecer:  el empleado o técnico era desconfiado, poco acostumbrado a responder preguntas que les parecían insólitas,  indiscretas, había un cierto temor también de divulgar cosas  y peor si se quería  fotocopias. Sin embargo, como siempre, apareció gente comprensiva, abierta y con  la complicidad de esos estudiantes-empleados (Christian Mejía, Eunice, Luigi) logre conseguir  datos  sobre suelo urbano, población, inversiones, etc… sin ellos, no se hubiera llegado hasta el final.

Por las tardes, iba a socializar con  Carlos Dore  Cabral, esquina Conde, para discutir sobre marginalidad, informalidad, relación  campo-ciudad: eran los temas urbanos que investigaban las ciencias sociales en esos años. Ese hombre inteligente, culto y con mucho sabor caribeño investigaba la evolución poblacional de los barrios, su relación con el Estado, su función, con el compartía y le informaba de los avances y contratiempo de mi búsqueda. ¡Querido Carlos, era encantador, seductor con su guayabera y sus carcajadas, era un luchador y relajado a la vez. Sin él, todo hubiera sido más difícil, él era como el enlace entre dos mundos!.

Compartí con él, mis inquietudes, sobre lo que habia visto en los barrios pobres.  Con un guía, había visitado los barrios de  Gualey y Los Guandules, este joven me permitió “entrar” en esas urbanizaciones -que se consolidaban- y ver ese proceso que se daba en toda América latina, esos barrios “al margen” del desarrollo, que el Gobierno de Balaguer había permitido, tolerado y hasta propiciado, eran una complejidad a descifrar, el tema era nuevo, exigía multidisciplinariedad y discusiones.

Con Carlos Dore, se hablaba de todas esas evoluciones urbanas apenas perceptibles por la mayoría, en particular  entre  San Carlos y Ciudad Nueva.  En esos años, las dos barriadas tenían una relación funcional y  diferente con la zona intramuros:

  • en San Carlos habitaban, muchos de los empleados y profesionales  trabajaban en la zona baja o en instituciones públicas. Ameritaba un mejoramiento urbano, el barrio era pintoresco, lleno de artesanos, de frituras y buenas panaderías, crecia poblacionalmente.
  • No era el caso de Ciudad Nueva: no mantenía esa relación con la zona intramuros, era de colmadones, de residentes en el exterior y de oficinas, perdia población poco a poco y se había convertido, en poco tiempo,  con Lugo y Gascue, en unas barriadas más conectadas con el exterior, (Norte América). Quizás, porque algún familiar ya había emigrado, quizás por el nivel económico y/o cultural de las familias,  era perceptible que habían sido influenciadas culturalmente por modas y  nuevos consumos foráneos (supermercado, Universidades, carros, los juegos, casinos,  la vestimenta (jean), los tenis, el baile, la música y…. las drogas). Esa influencia se notaba por las noches de diversión en “las parties”,  donde a mi estupor, veía una juventud despreocupada:  jóvenes a la “ Travolta”, su disco, su vestimenta, sus pantalones, su baile y su peinado se ayudaban, también  con bebidas y con cigarrillos americanos los Camel, Marlboro, Chesterfields… y las nuevas adicciones, como en Francia (LSD, hachis, marihuana).
  • El proceso de transculturación cultural se había iniciado ciertamente después la guerra de Abril, el gobierno de los doce años la había propiciado y se  complementaba con las costumbres que se instalaban en los  nuevos ensanches: el “American way of life” que era el nuevo modo de vida –la casa individual –estandarizada-  y a pagar en 20 años con el carro, -en la marquesina-  comprado de la misma forma, se iba en él, a comprar en el Super. Nacional, se iba a  los Clubes familiares, los fines de semana y a celebrar “ los quinces” y “los babies shower”, se estudiaba en las Universidades Privadas, se estudiaba ingles en el Dominico y se liberalizaban las relaciones entre sexos opuestos. 
  • En esos años, la UASD  y su escuela de sociología eran estudiosas de esa realidad: recordamos con cariño a Corten, a Isis Duarte, a Cela, a Luis Gómez, ¡daban a la Institución universitaria, su carácter académico superior y autónoma en cuanto a conocimientos. El proceso de descampesinizacion y la formación de bolsones de extrema pobreza en la ciudad  (Las Tablitas, la Cucaracha, Los Cartones, los km.  La Yuca, Los Praditos, la Ciénaga, los Guandules, la Zurza, los 3 Brazos),  habían generado, nuevas problemáticas, que las ciencias sociales estudiaban,  tratando de explicar esos procesos. Todas las escuelas de pensamiento europeas estaban en lo mismo.

Las lecciones de la Guerra de Abril habían sido aprendidas en las esferas del poder, la expansión de la nueva ciudad más allá, del famoso edificio de la Shell (Wimpy’s después), respondía, no solo a las iniciativas del capital financiero también a estrategias militares, ya que desde la década de los 70’, a lo largo de los nuevos ejes viales Este-Oeste, se enfilaban las urbanizaciones……… sin las infraestructuras de saneamiento ambiental, se ahorraban esas inversiones pero se despilfarraba el suelo urbano, sin proyectar las consecuencias. Se iniciaba también el circulo vicioso de la concentración de las inversiones y de la población en el Distrito Nacional por las necesidades del modelo económico implementado. 

  • En cuanto a la zona amurallada  había sido sentenciada, por los estrategas del Gobierno reformista y sus consejeros: primero,  habían decidido  el desplazamiento del Puerto de mercancías a Haina y con él, Santa Bárbara, Borojol y los portuarios con las actividades que creaba  el puerto; después, fue  el bloqueo de los alquileres, que provoco  la obsolescencia completa  de los edificios -ya deteriorados post 65-, de sus interiores y la sobre- densificación que afectaba la estructura misma de esos edificios. Igual ocurría en las casas de la parte alta como San Lázaro, San Antón, San Miguel. Finalmente,  esto desencadenaba el desplazamiento del capital comercial y por consecuencias, de los empleos, fuera de la zona amurallada.

El cambio de la base económica de la zona intramuros acelero una devaluación general de la zona, una economía familiar dependiendo de las remesas y un proceso de despoblamiento inexorable, ya que la zona intramuros tiene menos de 8 000 h en la actualidad. Todo eso fue  favorecido por  el limbo jurídico -y a veces pugilato- entre la Iglesia y las autoridades municipales, la falta de liderazgo del sector turismo que tímidamente –en los 90- proyecto la reconversión económica de la zona, con la peatonalización del Conde:  el resultado fue crear un nuevo  espacio público  y las condiciones de una nueva fase de arrabalizacion arquitectónica y social. Esta fase propicio, el entendimiento obligado, entre sectores influyentes de la zona intramuros y un organismo financiero internacional, para una nueva fase de transformación de la zona intramuros, la que analizaremos. Seguiremos.