Entre los principales logros del gobierno del Presidente Danilo Medina figura la revolución educativa, en la que se asignó el 4% del PIB a… ¿La Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado (OISOE) o al Ministerio de Educación? En realidad no estamos seguros.
Hasta ahora sólo hemos visto que el ministro de Economía, Planificación y Desarrollo, Juan Temístocles Montás, dijo que la República Dominicana ocupa el lugar 146 de una lista de 148 países con peor calidad en la educación e incluso declaró que la República Dominicana aparece en el peor de los lugares cuando se compara con los diferentes países de América Latina, tanto en lectura como en matemáticas, ocupando la última posición.
Posteriormente la ministra de Educación Superior Ciencia y Tecnología, Ligia Amada Melo, lo desmintió aclarando que dichas cifras corresponden al 2008 y dijo que, en caso de que se hiciera un nuevo estudio, “sospecho que estaríamos mejor porque ha habido logros”.
Pero… ¿nos bastaría con estar mejor? En nuestra opinión no, pues la Ley General de Educación se promulgó en el primer período de gobierno del PLD y, apenas en este período se comenzó a cumplir con el mandato de esta ley que establece la obligatoriedad de dedicar el 16% del presupuesto total o el 4% del PIB, a la educación preuniversitaria, debiendo escoger la variable que represente el monto mayor para el sector.
Como hemos señalado en otras ocasiones, educar representa la construcción perenne de conocimientos y aptitudes, así como de su facultad de juicio y acción. El incremento del saber estimula el sentido crítico, permite comprender el entorno y descifrar la realidad, para así poder acceder al razonamiento crítico y científico. Quizás por esto, los políticos mediocres no consideran adecuado educar a los pueblos que gobiernan.
En nuestro país se luchó por la formulación y promulgación de la Ley General de Educación y, posteriormente, con mucho más ahínco, se luchó por el cumplimiento de la misma por parte de nuestros gobernantes. Y hoy comenzamos a preguntarnos: ¿Cuándo comenzaremos a desarrollar y perfeccionar las facultades intelectuales y morales de nuestros jóvenes? ¿Cuándo pasaremos de construir aulas a formar y perfeccionar educadores? ¿Cuándo comenzaremos a construir a nuestras futuras generaciones?, pues como es de todos sabido, el 4% del PIB se ha utilizado para la construcción de una indispensable infraestructura física; dejando de lado la capacitación, profesionalización y las reivindicaciones de nuestros maestros.
En ningún caso queremos decir que no tengamos muchos maestros de vocación y muy capacitados; pero si se construyeron e inauguraron 10,017 aulas sólo en 2014, se debieron de graduar dos o tres veces más nuevos profesores capaces de impartir el pan de la enseñanza en dichas aulas. Esto no ha estado pasando y, lo peor es que no pasará si no se dignifica el ejercicio del magisterio dominicano.
¿O será que eso no les deja dinero a los políticos y lo que si deja es construir escuelas, así como la compra del desayuno y el almuerzo escolar?
Probablemente, las construcciones de aulas en todo el territorio nacional ha dinamizado la economía de las diferentes regiones del país, con lo que la popularidad del gobierno se ha incrementado. Pero no es menos cierto que terminadas estas escuelas, habrá que ejecutar un plan que eleve el nivel educativo de nuestros bachilleres, no sin antes aumentar la capacidad y la preparación de nuestros maestros, que como sabemos toma más tiempo que la propia construcción de aulas, por lo que debió comenzarse por este capítulo.
Sin dudas, el aporte de la educación para la transformación de la sociedad en un mundo que exige mayores recursos cognoscitivos, adquirirá cada vez más importancia que los recursos materiales, por lo tanto, la competencia profesional tendrá mayor responsabilidad en los países en desarrollo.
Sin embargo, en nuestro país se inicia, el próximo 17 de agosto, un nuevo año escolar y nuestros jóvenes contaran con un desayuno, muchas más aulas, además muchos contarán con un horario extendido y un almuerzo, pero probablemente no podrán contar con la cantidad y la calidad de maestros que requieren, porque las inversiones en la preparación y la dignificación de nuestros educadores no se ha realizado, para que nuestros mejores ciudadanos, con actitudes y deseos de ser educador, se sientan motivados a prepararse y a dedicarse al magisterio.