—¿Y qué estás escribiendo?

—Una novela, por fin la inspiración me visita, reencontrándome, totalmente diferente a lo que he escrito, entretenidamente divertida, pero con protesta social profunda, los personajes

—¿Y cuándo la terminas?

—Ni idea, un año, 100, ¿cuánto dura un arcoiris repetitivo?, ¿una rosa, de repente amarilla en la mañana?, ¿cuánto dura la bondad de un niño autista?

—Bueno, era para hablar con el Ministro a ver si te nombran en Cultura.

—¿Eh?, claro que sí, habla con el Flaco por favor, que yo sacrifico mi obra, la pospongo, es decir, el arte puede esperar…

****

—¿Y qué estás pintando?

—Todavía no sé, sólo sé que el pincel se mueve por sortilegio, no es un objeto, es carne de mi mano, algo eterno y elemental está surgiendo del lienzo, me envuelve, me abruma

—¿Y cuándo lo terminas?

—Ni idea, un año, 100, ¿cuánto dura el placer de descubrir el Chiaroscuro?, ¿una silueta naranja que atraviesa repentinamente la retina?, ¿cuánto dura la locura por el verde cotorra?

—Bueno, era para hablar con el Ministro a ver si te nombran en Cultura.

—¿Eh?, claro que sí, habla con el Favor por flaco, que yo termino este bodegón esta noche, y puedo dedicarle al país…