No aspiramos a que la presente selección sea acogida como un canon de la literatura dominicana. Pero en caso de que a alguien se le ocurriera hacer uno tendría que incluir muchas de las obras recomendadas en esta lista de 272. M. C.

    1. Narrativa breve: Cuento y Relato (Primera parte)

Un poco de historia literaria. En nuestra obra Apuntes bibliográficos sobre la literatura dominicana1 planteamos que el primer texto de la narrativa breve dominicana es el relato «El garito», de la autoría de Alejandro Angulo Guridi (1823-1906). No conocemos en la literatura dominicana ningún texto narrativo breve (cuento, relato, cuadro, apólogo, estampa o tradición) anterior a ese. Localizamos dicha pieza, en octubre de 1989, en el periódico El Orden,2 del 22 de abril de 1854, en la colección de ese órgano informativo depositada en el Archivo General de la Nación de República Dominicana. Salvamos de la dispersión «El garito» recogiéndolo en dicha obra (pp. 491-503), ya que Angulo Guridi nunca publicó en volumen sus cuentos y relatos, aunque sus textos novelísticos sí.

Podemos afirmar —basándonos en los resultados de la exhaustiva investigación histórico-literaria que por más de diez años hubimos de realizar antes de escribir nuestros apuntes bibliográficos en torno a la literatura dominicana— que el surgimiento de la narrativa breve en República Dominicana tiene lugar en la segunda mitad del siglo XIX. Entre los pioneros justo es mencionar a César Nicolás Penson, a Rafael A. Deligne, a Virginia Elena Ortea y a Fabio Fiallo. Los cuatro vieron la luz del mundo por primera vez en la ciudad de Santo Domingo y también fueron cultores de la poesía y articulistas. ¡Todos posteriores a Angulo Guridi!

Penson es el autor del primer volumen de textos narrativos (tradiciones) publicado en la República Dominicana: Cosas añejas: tradiciones y episodios dominicanos de 1891. Es una obra representativa de la literatura dominicana decimonónica. Deligne publica en 1896 su texto narrativo Milagros: narración en verso3  y entre 1896 y 1898 escribe piezas narrativas que incluye en su libro En prosa y verso.4 Ortea —la pionera de la narrativa breve femenina— publica en 1901 el volumen Risas y lágrimas, cuyos textos habían visto la luz pública a través de revistas y periódicos decimonónicos. Fiallo, por su parte, publicó en 1908 su primer libro de cuentos: Cuentos frágiles, siendo el precursor del modernismo en la cuentística dominicana. Al igual que Ortea, había publicado en periódicos del siglo XIX.

Primera línea: Juan Bosch, Hilma Contreras, Armando Almánzar Rodríguez, Virgilio Díaz Grullón y Virginia Elena Ortea. Segunda línea: René del Risco Bermúdez, Pedro Peix, Enriquillo Sánchez, José Alcántara Almánzar y Arturo Rodríguez Fernández. Tercera línea: Aquiles Julián y Aurora Arias.

Hasta ahí los antecedentes históricos de la narrativa breve dominicana. Luego, con el siglo de oro de las letras dominicanas vendrán los dioses mayores dentro del género en el que la condición de maestro queda reservada, con ribetes de oro, para Juan Bosch, iniciador de la modernidad en la narrativa dominicana.

De los 42 narradores recomendados ocho nacieron en el siglo XIX. Además de Penson, Fiallo y Ortea, ya mencionados, nacen en ese siglo: José Ramón López, Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, Sócrates Nolasco, Ángel Rafael Lamarche y Delia Weber. Los 34 restantes vieron la luz del mundo por primera vez en el siglo XX.

La mayoría de esos 34 narradores con frecuencia son objeto de estudio, por parte de críticos e historiadores literarios nacionales y extranjeros, siendo ubicados en promociones y generaciones literarias específicas. Generación literaria es un concepto propio de la teoría literaria del siglo XX,  difundido especialmente a partir de los planteamientos definidores del filólogo alemán Julius Petersen en la década del 30 («Las generaciones literarias», en Emil Ermantinger, comp. Filosofía de la ciencia literaria. México, D. F.: Fondo de Cultura Económica, 1946. P. 137). También los conceptos epocal, promoción literaria, década,  momento histórico e independiente suelen ser utilizados para ubicar autores en el tiempo cuando de historiar una determinada literatura se trata.

Durante la época de la tiranía trujillista —época de terror que ensombreció la sociedad dominicana durante las décadas del 30, del 40 y del 50— surgieron los llamados narradores independientes: Tomás Hernández Franco, Juan Bosch, Hilma Contreras, Ramón Marrero Aristy, José Rijo, Néstor Caro, José Mariano Sanz Lajara, Freddy Miller, Virgilio Díaz Grullón y Ramón Lacay Polanco. Sanz Lajara firmaba sus publicaciones así: «J. M. Sanz Lajara».

Luego de la caída del régimen trujillista hay un clima político y social distinto que se refleja en el quehacer cultural y literario. Surge la Generación Literaria del 60. La Revolución de Abril se convirtió en el hecho generacional que obliga a un conjunto de narradores a reaccionar, lo cual es una característica esencial al momento de definir a una generación literaria: un hecho histórico ideológicamente unificador;  igualmente, la proximidad en las fechas de nacimiento: 15 años es el límite considerado por los teóricos y críticos literarios como elemento diferenciador. Todos nacen entre 1935 y 1948, es decir, 13 años es la diferencia entre el de mayor edad —Armando Almánzar Rodríguez (1935-2017)— y el menor: Arturo Rodríguez Fernández (1948-2010).

Completan la lista de los narradores pertenecientes a esa generación: Marcio Veloz Maggiolo, René del Risco Bermúdez, Efraím Castillo, Miguel Alfonseca, Antonio Lockward Artiles, Abel Fernández Mejía y Enriquillo Sánchez. Solo Veloz Maggiolo —quien había hecho su entrada al mundo literario como excelente poeta en la década anterior: El sol y las cosas (1957)— y Lockward Artiles son los únicos que publican colecciones de cuentos en la misma década del 60: Creonte / Seis relatos (1963) y Hotel Cosmos (1966), respectivamente. Los demás lo harán a partir de la década siguiente.

El caso de Abel Fernández Mejía (1931-1998), 17 años mayor que Rodríguez Fernández, es excepcional, puesto que venía de haber integrado, como poeta adolescente, la denominada Generación Literaria del 48 y emerge a finales de los 60, con el grupo, como un narrador innovador, experimental, característica destacable en el resto de los narradores de la Generación Literaria 60. En 1967 obtuvo el primer premio en el Concurso Dominicano de Cuentos La Máscara con su texto «En la sala de espera», contenido en su libro Cuentos para ser disparados (1992).

Los narradores sesentistas son portadores de una nueva visión  en el hacer narrativo. A todos ellos nos referimos en Apuntes bibliográficos sobre la literatura dominicana, especialmente en el capítulo titulado «La Generación del 60: un enfoque bibliográfico»5. Ocurre, en esos años, el surgimiento de una narrativa vigorosa en la literatura dominicana.

(De Arturo Rodríguez Fernández, a manera de homenaje póstumo, hacemos una mención especial: lo consideramos uno de los narradores dominicanos más depurados y cultos. En 1969, con su cuento «Natalia», obtuvo el primer premio en el concurso literario organizado por la Universidad Nacional «Pedro Henríquez Ureña», UNPHU; y en 1978, con su texto «Por aquí ya pasamos», recibió la primera mención de honor en el Concurso Internacional Hispamérica, cuyo jurado estaba integrado por tres destacados novelistas del boom de la narrativa latinoamericana: Julio Cortázar, Augusto Roa Bastos y Mario Vargas Llosa, colaboradores de la revista literaria argentina Hispamérica, que organizaba dicho certamen).

También a la narrativa de la década del 70 le dedicamos un capítulo en nuestra obra citada: «Bibliografía dominicana: obras narrativas de los 70» (pp. 274-288). Cuatro sobresalientes cuentistas surgen en este período: Roberto Marcallé Abreu, Pedro Peix, José Alcántara Almánzar y Diógenes Valdez, quienes comienzan a publicar sus colecciones de cuentos en esta misma década: Las dos muertes de José Inirio (1972) y Sábado de sol después de las lluvias: relatos (1978), de Marcallé Abreu; Viaje al otro mundo (1973), Callejón sin salida (1975) y Testimonios y profanaciones (1978), de Alcántara Almánzar; Las locas de la Plaza de los Almendros (1978), de Peix; y El silencio del caracol (1978), de Valdez.

Otros narradores emergentes en este decenio de los 70: William Darío Mejía, Lipe Collado, Rafael Peralta Romero, León David y Eric Simó. Poetas setentistas que luego se revelarán como cuentistas en los 80 son: José Enrique García, Aquiles Julián  y René Rodríguez Soriano. García es un excelente poeta en El fabulador (1980) y narrador en Contando lo que pasa (cuento, 1986), Una vez un hombre (novela, 2000) y Juego de villanos (cuento, 2006). Julián, galardonado en el Concurso de Cuentos de Casa de Teatro, es autor de la colección de cuentos Mujer que llamo Laura y otros cuentos premiados (2012); y Rodríguez Soriano, narrador que ha alcanzado nombradía internacional, publicó en la década de los 80 dos libros de relatos: Todos los juegos el juego (1986) y No les guardo rencor, papá (1989).  Uno de los más reputados dramaturgos dominicanos, Reynaldo Disla (Premio de Teatro Casa de las Américas en 1985 por su obra Bolo Francisco), emerge en la década del 70 y a partir de los años 80 explora con éxito otros géneros literarios: el cuento y la literatura infantil: Historietas (Premio Nacional de Cuento UCE 2001), Los volcanes de Manflota (2006) y Jardín de catástrofes (2017).

La década del 70 —en la que la poesía de post-guerra asumió un rol dominante— es quizá la menos estudiada de la literatura dominicana. Es importante por ser el puente o tránsito de la Generación del 60 a la Generación del 80. A los 70 pertenecen importantes escritores que han puesto su atención en otros géneros literarios: el ensayo, la poesía, la dramaturgia. Por ejemplo: Odalís G. Pérez, reputado ensayista y ganador del Premio de Poesía de Casa de Teatro; Radhamés Reyes Vásquez, ganador del Premio Nacional de Poesía «Salomé Ureña de Henríquez»; Pedro Pablo Fernández, poeta innovador; Cayo Claudio Espinal, galardonado con el Premio Siboney de Poesía; y Manuel Núñez Asencio, ensayista ganador del Premio Anual de Ensayo «Pedro Henríquez Ureña».

A la penúltima promoción literaria del siglo XX —la de los 80— pertenecen los siguientes narradores aquí recomendados: Pedro Camilo, Rafael García Romero, César Augusto Zapata, Otto Oscar Milanese y Aurora Arias. Todos, excepto Camilo, han incursionado en el género de la poesía; y todos han sido galardonados en certámenes literarios: Camilo y García Romero han recibido el Premio Anual «José Ramón López»; Zapata, Milanese y Arias han recibido menciones de honor en el Concurso de Cuentos de Casa de Teatro. Algunos de los cuentos de la talentosa narradora han sido traducidos al francés. También a la promoción literaria de los 80 —que algunos estudiosos de la literatura dominicana consideran una generación literaria le dedicamos un capítulo en nuestra obra citada.6

NOTAS:

*Ver: Miguel Collado. En torno a la literatura dominicana: apuntes literarios, bibliográficos y culturales. Santo Domingo, Rep. Dom.: Banco Central de la Rep. Dom., 2013. 372 p. (Colección del BanCentral; Vol. 190. Serie Arte y Literatura; No. 65).

1Miguel Collado. Apuntes bibliográficos sobre la literatura dominicanaSanto Domingo, Rep. Dom.: Biblioteca Nacional, 1993. Vol. I. Pp. 491-503. (Colección Orfeo-Segunda Etapa). [Premio Casa del Escritor Dominicano en 1993].

2Semanario político-literario fundado en la ciudad de Santo Domingo el 11 de enero de 1854. Angulo Guridi era el redactor-editor.

3Rafael A. Deligne (1863-1902). Milagros: narración en verso. San Pedro de Macorís: [s. n.], 1896. 23 p.

4________. En prosa y en versoSanto Domingo: [s. n.], 1902. 329 p.

5Op. cit., pp. 57-63.

6Ver: «Narrativa dominicana 80: breve reseña bibliográfica», pp. 80-105.