Levantadas para siempre cayeron mártires, Patria, Minerva, María Teresa[1].
La narración de Ciriaco de la Rosa, uno de los autores del asesinato de las hermanas, dice lo siguiente: después de apresarlas, las condujimos al sitio cerca del abismo, donde ordené a Rojas Lora que cogiera palos y se llevara a una de las muchachas; cumplió la orden en el acto y se llevó a una de ellas, la de las trenzas largas (María Teresa). Alfonso Cruz Valerio, eligió a las más alta (Minerva), yo elegí a las más Chiquita y gordita (Patria) y Galleta, al chofer, Rufino de la Cruz[2]. Ordené a cada uno que se internara en un Cañaveral a orillas de la carretera, separadas todas para que las víctimas no presenciaran la ejecución de cada una de ellas. Ordene a Pérez Terrero que permaneciera en la carretera, a ver si se acercaba algún vehículo o alguien que pudiera enterarse del caso… Cuanto dolor, me produce este relato. Cuanta maldad, expresión de un régimen de terror, oprobio y opresión.
Desde mi infancia en mi Imperio de Salcedonia, he amado a las Mirabal, doña Dedé (hermana sobreviviente), narrando una y otra vez, la historia, obligando al país y al mundo a no olvidar. Ella siempre decía que no se cansaba de repetirla, no importaba que hayan pasado tantos años, porque quería que las nuevas generaciones la conozcan, que no se nos olvide, “Un pueblo sin memoria está condenado a repetirlo, y no podemos permitirlo” También decía, la juventud no sabe lo que fue esa época, hay que hacérselo saber. Las dictaduras es lo más cruel que puede pasarle a un pueblo.
Estas mujeres, decidieron luchar en la transformación de la situación, anhelantes de que sus hijas y sus hijos disfrutaran de democracia y de paz. De que la República Dominicana viviera en libertad. La oposición a un régimen de terror les mereció persecución, amenaza, espionaje, expropiaciones de los bienes familiares y ser encarceladas en varias oportunidades.
María Teresa, a sus 25 añitos, tan joven, la hermanita querida, la admiradora ferviente de sus hermanas mayores, sobre todo de Minerva, con sus ideas revolucionarias y democráticas, y su compromiso político. La que consideraba que, “La juventud no debe estar tan tranquila frente a Trujillo”.
Valiente mujer, que prisionera en la cárcel de La Victoria, le sobraban los sueños para pensar en su vida futura. Recuerda Tomasina Cabral (luchadora antitrujillista), que, estando juntas en una celda, María Teresa hablaba con tanto entusiasmo por la vida y hacía tantos planes para el futuro, que ella le dijo: “Oye tu como que no estas consciente de que este malvado tiene nuestras vidas es sus manos, y su respuesta fue:” ay Sina, por primera vez, me has hecho pensar en la muerte”.
María Teresa, con su hijita Jacqueline casi recién nacida, anhelando que le lleven una foto para verla, optimista y decidida, asumiendo el riesgo y la responsabilidad. Burbujeante y joven cantaba en la celda junto a Sina y Minerva, para ahuyentar la desesperanza y para desde ese cántico, continuar la denuncia.
Patria, 36 años, casada desde muy joven, mujer afable, confiable, de sentimientos bondadosos, solidaria y con la firme voluntad de apoyar la lucha política de Minerva. Su casa se convirtió en sede de reuniones clandestinas, en depósito de las pocas armas e instrumentos que el movimiento podía reunir para la lucha contra la dictadura. Su marido y su hijo Nelson (un adolescente), fueron perseguidos, encarcelados y torturados. Fue hecha prisionera junto a sus hermanas, y vivió momentos de horror en la cárcel de la 40 y La Victoria.
Patria era cultivadora de flores, cosía, tejía y bordaba, en fin, que la sensibilidad artística de estas mujeres estuvo presente en su vida, en armonía con su vida política y su lucha revolucionaria. Siempre afirmaba “Trujillo no tiene nada bueno para este país”.
Ese terrible 25 de noviembre, acompañaba a Minerva y a María Teresa en su viaje a Puerto Plata a visitar los maridos de estas en la cárcel, según las anécdotas de doña Dede, parece que Patria cifraba alguna esperanza en que, si andaban todas juntas, no se atreverían a atentar contra sus vidas; evidentemente no fue así.
Minerva, 34 años, doña Dedé afirmaba que fue “siempre la más decidida”. Pensadora, política, poeta, pintora, escultora, lectora voraz, abogada Summa Cum Laude, creyente ferviente en la democracia. Fundadora del Movimiento Clandestino 14 de junio, con el fin de derrocar la dictadura. Sus ideas políticas las forjó desde la infancia. En sus períodos de encarcelamiento demostró su valentía, su coraje, su decisión y entrega a la causa.
En una época en que la participación pública de las mujeres era muy escasa, ella tenía su vehículo, y se iba manejándolo desde su comunidad rural de Ojo de Agua (Salcedo), hasta la capital de la República; donde realizaba sus estudios de Derecho. La vida la unió a Manolo Tavárez Justo, destacadísimo político, opositor al régimen y presidente del Movimiento 1J4. En medio de la Resistencia, se casaron y procrearon a Manolito y a Minou; tener descendencia en lugar de amilanarla en la lucha, la fortaleció, expresando que necesitaba que su hijo y su hija crecieran en democracia.
En un régimen donde se dictaban leyes posteriores para legitimar el accionar corrupto y salvaje, ella se atrevió a escribir una tesis sobre la irretroactividad de la ley, una clarísima e inteligente denuncia de la realidad legal que se vivía. Esto, aunado a su lucha política, le valió que nunca le otorgaran el exequatur para ejercer la carrera. Una mujer gigante, decidida, valiente, política, inteligente. Su hija Minou, en el libro Mañana te Escribiré Otra Vez, Minerva y Manolo, Cartas, nos mostró una faceta romántica, enamorada, con sueños, ilusiones, esperanzas, inseguridades, miedos, arrebatos, para completarnos una imagen perfecta y maravillosamente humana. Para que siguiera agigantándose en nuestra alma; y entiendo más a Minerva, esa que afirmó: “Si me matan, sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte”.
Aspiro y deseo que la historia de las Mirabal, entre otras múltiples enseñanzas, entregue una vital a todas las mujeres, para que ahondemos en nuestras realidades, levantemos nuestras voces, y construyamos ese mundo de equidad, igualdad y respeto a los derechos. Y a toda la humanidad le transmita su decencia y valentía, por un mundo mejor, que tiene que ser posible, porque de lo contrario, ¿para qué existimos?
[1] Aída Cartagena Portalatín
[2] Escribiré un artículo dedicado a Rufino, quiero estudiar un poco este personaje, que me parece un poema hecho solidaridad, valentía y respeto.