De las ciudades cibaeñas, Moca comparte con Santiago de los Caballeros y en minúscula parte con Puerto Plata el honor de desarrollar cierta vida intelectual en este siglo XXI.

A diferencia de La Vega, Monte Cristi y en parte San Francisco de Macorís, la ciudad de Moca no ha expulsado a sus intelectuales.

La Real ciudad de la Vega, luego de ser la cuna de familias de intelectuales de primera línea, como los García-Godoy, los Despradel y Concepción, se sumió en un primitivo letargo pueblerino.

De Monte Cristi nunca se pudo decir gran cosa, aparte de los días que acogió a José Martí y a Máximo Gómez.

El caso de San Francisco de Macorís, la ciudad del Jaya, es patético: apenas resalta por su permanente estar “en pie de lucha” y por haber sido la pequeña patria de Ramón –El Chino- Ferreras, aparte de haber sido en los ochenta una de las ciudades con más Mercedes Benz por habitantes, según el New York Times.

Palacio Consistorial, 1921, Moca

 

Moca, a pesar de ser más reducida y menos significante en lo económico, pudo conservar intelectuales yendo y viniendo. Pienso en Don Julio Jaime Julia, la visita que le hiciera en los años finales de su vida, en su modestísima casa, siempre con un espíritu más que bondadoso, dispuesto a compartir sus conocimientos, sus recuerdos, sus libros. Pienso también en José Rafael Lantigua, uno de los intelectuales dominicano  más consecuente con su patria chica. Y dentro de toda la mocanidad, tal vez la que siento más intensa y creativa, la del antropólogo Pedro Taveras, quien no solo escribió una tesis esencial para comprender el tema de los lazos de consanguineidad en la sociedad dominicana. Si existe la fotografía con vocación ecológica, el trabajo por la conservación de nuestra naturaleza, tendrá a Pedro Taveras en su primera fila.

Moca emerge en este espacio por esta imagen de su Casa Consistorial, diseñada por Alfredo Scariona y levantada entre 1906 y 1907.

Gracias a la movida obra de este ingeniero italiano (1864-1950), que esbozó y levantó igualmente el Mercado (1917) y la Iglesia del Rosario (1926-1929), Moca quedó integrada dentro de los aires modernizantes de las urbes dominicanas.

Familiarizada con el Palacio Consistorial de Santiago, la Casa Consistorial de Moca brindaba un aspecto más integrativo y abierto de los diferentes órdenes: la Sindicatura y la Policía Nacional.

Sus dos columnas jónicas y su ecléctico mirador planteaba una armónica –y para mis gusto cómica- relación con el adentro y el afuera. Para concederle mayor representatividad a su cuerpo, la entrada queda como una estructura anexa al módulo central. Más que una institución formal, parecía una casa de juguete, una celebración de la arquitectura pre-racional, pero con muchos dejos de encanto en cuanto a la distribución de sus espacios.

El contraste con su entorno de casas de madera nos recuerda que estamos en un medio rural, donde priman las relaciones primarias.

La Casa Consistorial fue víctima del terremoto del domingo 4 de agosto de 1946. La construcción resultó seriamente tan afectada que luego sería sustituida por otra estructura, definitivamente insignificante en relación al diseño de Scariona.

Para los interesados en leer más sobre Moca y su desarrollo histórico, los invito a un ejercicio que ofrecí en el 2002, dentro las que clases ofrecidas en la Maestría de Arquitectura Caribeña ofrecida por la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña: http://www.cielonaranja.com/mocaleer.htm