El año 2020 comenzó temprano muy desafiante, pues lo de la pandemia del cov-2019, ya venía arrastrándose desde los primeros días de enero y siguió su curso latente y letal hasta finales del año. Al principio no se le tomó muy en cuenta y hasta jefes de estados hicieron burla con sus efectos, y otros descartaron su efectividad mortífera, incluyendo sectores populares que no temieron que la pandemia podía postrar al individuo en cama y matarlo en cuestión de días.
Este cuadro despreocupante posiblemente hizo que no se tomaran las medidas de rigor que lo frenara temprano y evitara su propagación. No obstante, los países más afectados en Europa fueron los que no se manejaron con los protocolos rigurosos y lo desafiaron, incluso lo que llamo, el corredor mediterráneo: Italia, Francia y España, que han sido muy afectados, aunque luego circuló por otras regiones de Europa, con igual peligro y propagación.
En el resto del mundo se ha podido establecer una especie de mapa sanitario desigual respecto a lo sucedido en Europa, los EE. UU., y otras regiones. Asia, si bien fue cuna del virus, no ha presentado una tasa de preocupación como la que ha presentado Europa. África de su lado, a pesar de su pobreza, no ha tenido un impacto que amerite atención particular. En América hemos jugado con cifras ambivalentes, pero tampoco es de efecto catastrófico.
Hoy, sin embargo, el mundo registra 1, 827,176 muertos y más de 83 millones de infectados, cifra respetable y para no olvidar. En nuestro país el panorama ha sido acompañado de inconsistencias en la aplicación de protocolos en sus primeros meses y manipulación política de sus resultados y cifras que nos hicieron frágiles y riesgosos como país. Los muertos rondan los 2,416 y los infectados 172,218, con una tendencia a un repunte a fin de año. Este repunte podría tener varias explicaciones y una de las que se ha manejado ha sido la manera displicente, en que la sociedad asume su compromiso y responsabilidad ante el virus. Es indudable que no hemos tenido la disciplina requerida y se han relajado los protocolos de atención y cuidado.
La tasa de empleo se reducirá como consecuencia de este fatídico cuadro lúgubre que amenaza el 2021, solo los más aptos, como diría la vieja tesis de la selección natural darwinista, sobrevivirán a tan frágil momento histórico.
Podemos entender la fama de ser un pueblo alegre y de buen humor, pero con la muerte, no se juega. Desde un enfoque clasista, el incumplimiento ha sido violentado por todos los sectores, terminando el año con una gran fiesta en una discoteca de un sector turístico importante del país, aunque más se sazonó la fiesta del sector popular de Los Praditos de la capital, celebrada recientemente.
Para crecer como nación debemos ser ciudadanos críticos, capaces de observar nuestras debilidades y potencialidades para, combinadas, fortalecer unas, y disminuir otras. Demos el salto hacia el futuro, con optimismo y ganas de transformarnos en un país con deseo de superación y crecimiento real.
Ya se fue el 2020, hacia atrás miraremos para evaluarnos, no para lamentarnos, los retos están representados en los desafíos del futuro, en cómo superar el marasmo, la desidia, la inacción y atrevernos a salir con éxito de esta situación tan compleja en lo económico, lo social y lo sanitario. Este cuadro no lo provocamos nosotros, nos llegó; el desafío es cómo abordar los peligros que nos esperan, las oportunidades, los compromisos para salir airosos del entramado tendido por la pandemia, sin que la nación se deje vencer por la desesperanza, el temor, la angustia y el dolor, pero también sabiendo que nos pisa los talones la muerte, el peligro de la contaminación, la necesidad de seguir viviendo, el deseo de volver a una normalidad cada vez más condicionada por factores externos impuestos.
Sin olvidar en este diagnóstico que los riesgos y fragilidades nos acompañan como los retos y desafíos. La economía mundial corre el riesgo de quebrarse y entrar en una recesión sin tiempo, el intercambio turístico será grandemente afectado sino se logra dinamizar el circulante y hacer que la economía mundial produzca un milagro. La tasa de empleo se reducirá como consecuencia de este fatídico cuadro lúgubre que amenaza el 2021, solo los más aptos, como diría la vieja tesis de la selección natural darwinista, sobrevivirán a tan frágil momento histórico.
¿Cómo podríamos definir los más aptos en este panorama nada halagador? Bueno, aquellas sociedades e individuos que, en vez de sentarse a esperar, exploran, en vez de que la fuente de alimentación llegue a ti, salir tú detrás de ella, en vez de que los recursos financieros vengan a tocar tus puertas, toca tú la de ellos, en vez de que el empleo te lo ofrezcan, sal tú a buscarlo, en vez de que todo te llegue desde un centro de suministro estatal o familiar, sal tú a procurarlo.
La fragilidad del 2021 es la herencia que nos deja el 2020, solo que esta vez no vino acompañado de la afección sanitaria, sino económica, social y de riesgos latentes de crisis alimentarias, de empleos y de inamovilidad de recursos y fuentes de inversión que podrían impactar negativamente sobre las economías de los países, las familiares y la individual. Es ahí que debemos ser desafiantes, austeros, comedidos, planificadores, racionales y actuar con equidad y justicia social los gobiernos, y tener en el sentido del ahorro, un aliado y en la pulcritud del manejo de los recursos y los gastos de los presupuestos familiares, comedimiento.
La combinación entre crisis sanitaria, agregada hoy con cierta recesión y estrecheces económicas, obliga a gobiernos y a individuos a mejorar la calidad de sus gastos, la selectividad de la inversión y la racionalidad de su manejo, pues, como esa misma tesis biologicista dice, sobreviven los más aptos, es decir, en mi interpretación atrevida de la teoría darwinista, los más capaces sabrán adaptarse al momento, las circunstancias y los tiempos nuevos, única manera, no solo de sobrevivir, sino de reproducirse y repoblar al mundo de nuevos aires esperanzadores, como lo ha hecho en otros tiempos que, del polvo surge la utopía y el despertar de un mejor mañana, y como decimos, lo último que se pierde es la esperanza.
Adelante para desafiar el 2021 que nos trae retos y desafíos que debemos estar prestos a enfrentar, porque es obvio que, de las grandes guerras, se triunfa o se pierde, según asumamos los compromisos de la batalla, y el 2021 es una batalla por vencer para salir con la frente en alto, sabiendo que, sin sacrificio no hay éxito en la vida, por más pequeño que este sea y por más grande sea el esfuerzo.