Se ha elegido a un candidato presidencial para cada partido. Tenemos un presidente electo en Argentina (regresaron los K), Bolivia (Problemas: huida, exilio) (Boris Johnson en Inglaterra con todo y Brexit), y un impeachment (Estados Unidos, algunos hablan de sacar al presidente). Los cambios mundiales se producen en cualquier año.

Eso no significa que las elecciones –que nos permiten vivir ese cambio–, sean sencillas. Podemos decir que lo que ocurra en materia electoral tiene que ver con la capacidad de la Junta de hacer un certamen confiable. Esto es notorio porque la denuncia que hizo un candidato en las primarias, dejó en entredicho esa fe que tiene que tener la población para participar en el torneo. La gente que se encarga de hacer estudios de campo –las llamadas encuestas–, tienen mucha tela por donde cortar en el estudio de estos eventos. Puede ser analizado el cambio en meses recientes. La gente de la Junta entiende todo este proceso, y la gente de las encuestas también. Tienen todos los argumentos para explicar la realidad sociopolítica.

Se puede determinar ya de entrada dos cosas: la movilización de un partido hacia otro, toda vez que se ha eliminado de un partido a un candidato que ha dicho que va –y la Junta lo ha aprobado–, pero como es un expresidente de la República se creería que hay que aguantarle todo, –incluyendo la denuncia del algoritmo–, aunque luce sin retorno: después de que “el golpe está dao, ni Dio lo quita”. La opción de irse y formar otro partido ha sido dramática.

Se ha calculado en una reciente encuesta –ABC Marketing, firma peruana–, que Luis Abinader (PRM) aventaja a Gonzalo Castillo 47.3% a 22.6% y no se crean que en el comando de campaña de Castillo no hay critica con relación a estos datos. Asumimos que son muy elocuentes sobre la firma peruana. No sabemos el nombre que le llaman a esta encuestadora en la mesa estratégica del Penco. Pero la verdad es que la guerra de encuestas ha comenzado. La encuesta Sigma Dos dio al PLD con un 39.9% –en datos de diciembre–, y el PRM descendió a 35.5%, algo que por supuesto no tiene contento a nadie en el PRM. Tienen que abrir los ojos.

El financiamiento de los partidos políticos es un tema fundamental, aunque solo sea para notar como se estructura todo el proceso y mediante esto se pueda llegar a conclusiones. El dinero no puede venir de cualquier lugar. Recuerdan las fotos de políticos con narcos en los últimos años? Una elección implica muchos asuntos delicados. La población tiene que vivirlos con los ojos de un águila. 

Los dominicanos han aprendido siempre –o lo tienen inoculado–, lo que es irse con un candidato que no va a ganar: es algo infructuoso, pero aun con las duras criticas –y memes incluidos que se le hacen al penco, Castillo–, no es menos cierto es que pudiéramos ver el mercado electoral como una lista vacía a donde van llenándose los acápites en la medida en que se pasa el tiempo eleccionario. Hipólito Mejía vivió ese asunto, pero ciertamente que ganó unas elecciones. Leonel Fernández y Danilo Medina vieron constituir a su partido en la más grande maquinaria eleccionaria de las últimas décadas. Ese partido aún existe y ese partido es el PLD. Y esa organización no quiere morir. Por su lado, como en la época de Balaguer, Peña, Majluta y Bosch, a la gente le gustaría ir a los mítines. La gente participa en la política con mucha intensidad. Este partido –al ser partido de gobierno– ha inoculado en la población una droga de fidelidad con las tarjetas de solidaridad. Cómo pueden los estrategas de Luis Abinader resolver eso? Tienen que trabajar en un proceso difícil. Descifrar lo que pasa en la mente de un enemigo no es sencillo, como dirían los estrategas. 

La efervescencia de las caravanas que hemos visto del lado de Luis Abinader es muestra irrefutable de la capacidad de trabajo de esa candidatura, lo que ha conducido a muchos a entender que si se mantiene como va, el triunfo está garantizado. Para comprobarlo no luce tan lejos cuando se tenga que concurrir a la verdadera encuesta de todas: la de las urnas.