En los próximos doce meses habrá tiempo para la discusión del tema tributario y para evaluar los resultados de la administración tributaria. Después de diciembre de 2012 no se ha dado un cambio legislativo importante en materia tributaria, salvo la Ley No. 195-13, que amplía las exenciones al sector turismo a todos lo largo del país modificando la Ley No. 158-01, sobre fomento al desarrollo turístico para los polos de escaso desarrollo y nuevos polos en provincias y localidades de gran potencialidad. Estas modificaciones desdicen de las objeciones en torno a los gastos tributarios.

El gasto tributario y su disminución o eliminación se presenta como el gran justificador de todas las reformas tributarias futuras, porque su reducción o eliminación no llevará de golpe, según los más entendidos analistas tributarios, a una presión tributaria o coeficiente de tributación por encima del 20% del producto Interno bruto, pero estas discusiones se mantendrán pendientes hasta que no se resuelva el “Pacto Eléctrico”. Me atrevo a decir que no habrá discusión de este tema en el 2019, estarán muy cercas las elecciones.

Únicamente habrá reforma tributaria después del “Pacto Eléctrico”. Mientras tantos, todas las reducciones de tasas que se realizarían en el impuesto a las transferencias de bienes industrializados y servicios (ITBIS) quedan pendientes, y este impuesto tipo valor agregado se mantendrá con la tasa reducida más alta del mundo y una tasa general de las altas del hemisferio, con una evasión tributaria por encima del 40%, según los datos de la Dirección General de Impuestos Internos (DGII), y con recaudaciones inferiores a la que obtienen otros países con alícuotas más bajas.

Los doctrinarios, como los define Luigi Einaudi, todavía hablan de formulas tributarias probadas y fracasadas. Este es un tema para los ricos que son los que tienen rentas y la ideología dominante busca darles a ellos tasas más bajas en el impuesto sobre la renta, bajo la hipótesis no comprobada de que los ricos ahorraran, invertirán y la economía crecerá.

Por el momento, todos los cambios importantes se hacen desde la Administración tributaria, fundamentalmente en la DGII, por medio de procedimientos de dudosa legalidad y al margen de la sanción del debido proceso de ley. Además, en un proceso fáctico la administración tributaria asume funciones regulatorias para disponer a través de los instrumentos normativos relativos a los tributos asunto que trascienden a los límites que el Código Tributario dispone a la función normativa de la DGII, y asumiendo asuntos que no son propios de sus facultades normativas en el campo de los tributos.

Las normas generales de la administración tributaria no son para disponer asuntos propios de la ley y sujeto de la reserva de ley. En nuestro orden jurídico no existe la facultad normativa de la Administración tributaria y por debajo de ésta la potestad legislativa del Congreso Nacional y la potestad reglamentaria del Poder Ejecutivo.

El régimen tributario de acuerdo con la Constitución de la República se fundamenta en los principios de legalidad, justicia, equidad e igualdad, pero los principios se hacen concretos en su aplicación. La elección de determinados tipos de contribuyentes y omisión con respecto a otros hacen que los criterios dominantes de la administración tributaria queden por encima de la vigencia de los principios constitucionales. Estos es hacer política tributaria al margen de la de la justicia y la equidad, sólo procurando objetivos recaudatorios, sin explorar que se pueda conseguir más sin estropear la vigencia de los fundamentos constitucionales del régimen tributarios.

Las discusiones ideológicas tomarán como tema el impuesto sobre la renta, a partir de este y la reforma tributaria de los Estados Unidos de América, volverá la discusión de los 80 sobre alícuotas del impuesto más bajas, como soporte del estímulo a la inversión y el crecimiento.

Los doctrinarios, como los define Luigi Einaudi, todavía hablan de formulas tributarias probadas y fracasadas. Este es un tema para los ricos que son los que tienen rentas y la ideología dominante busca darles a ellos tasas más bajas en el impuesto sobre la renta, bajo la hipótesis no comprobada de que los ricos ahorraran, invertirán y la economía crecerá.

A mas del 80% de los asalariados le debe importar poco una reforma del impuesto sobre la renta, ahora están exentos, pero cuando se habla de impuestos no dejan existir los suicidas y los ignorantes.