La única certeza que deja la más reciente encuesta Gallup-Hoy es que si las elecciones fueran hoy y Danilo Medina fuera candidato, no habría que celebrar elecciones presidenciales. Ganaría por aclamación.
Pero Medina tiene un impedimento constitucional para repostularse en el 2016, y variarlo supone que él quiera, que Leonel Fernández quiera, y que algunos legisladores perredeístas quieran. Sólo así se lograría la mayoría legislativa necesaria para modificar la Constitución.
En mi opinión, a Medina no le conviene promover un cambio constitucional porque perdería parte de la base de su encanto en la población: que cumple promesas. Dijo muchas veces que no se repostularía. Cambiar ahora sería una traición a sus propias palabras, aunque mucha gente quiera que se repostule.
Aclaro, no me gusta el sistema actual de repostulación no consecutiva; los presidentes deben tener opción de una repostulación inmediata. Pero ese fue el sistema que estableció la Constitución de 2010 por decisión de Leonel Fernández y Miguel Vargas. ¿La cambiarán ahora sus propios promotores?
Y eso, que a Fernández le convendría que Medina pudiera repostularse para recuperar las fuerzas perdidas; pero el deseo ya expreso de volver, y el de sus seguidores, es tan grande, que va en contra de una nueva modificación constitucional.
Si Medina no es el candidato del PLD, habrá entonces mucha inestabilidad en las preferencias electorales hacia el 2016, y los datos de encuestas realizadas en este momento hay que tomarlos con cautela.
¿Será Fernández el candidato? Si así fuera, a pesar de todas sus ventajas, su candidatura presenta al menos dos problemas: ¿Se movilizarán todos los peledeístas a su favor?
La Gallup-Hoy revela que mientras 49% de los peledeístas considera que Medina debe ser el candidato, sólo 17% considera que debe ser Fernández. ¿Dinamizará su candidatura a la oposición por la tasa de rechazo? No se sabe, porque actualmente los principales partidos de oposición, excepto el PRD, no han elegido candidatos y la política es relacional. El poder de uno depende del poder del otro.
¿Se convertirá el PRM en un polo electoral importante? Dependerá del candidato y las alianzas. Hipólito Mejía tiene energía y carisma, pero también registra mucho rechazo y es un candidato vulnerable. Luis Abinader es más potable y tiene junto a Medina bajísima tasa de rechazo, pero para despegar necesita el apoyo de Mejía. Mientras eso no se aclare, las proyecciones electorales serán muy inciertas.
Fuera de las fuerzas políticas principales, hay muchos aspirantes presidenciales. Si no hacen alianzas y escogen al mejor candidato o candidata, difícilmente conseguirán calar en el electorado.
El sistema de partidos dominicano anda cojo. La razón principal es que mucha gente quiere ser jefe y candidato. El PRSC se desarticuló por eso. El PRD se desarticuló por eso. La izquierda tradicional ha vivido desarticulada por eso. El reinado del PLD se debe precisamente a eso.
En este momento, el factor clave en la ecuación electoral es el PRM. Su posicionamiento electoral impactará al PLD, al PRD y a los partidos minoritarios.
Si el PRM despega, aglutinará fuerzas y hará el camino electoral difícil al PLD, y mucho más al PRD. Si el PRM no despega, el sistema de partidos llegará al 2016 muy fragmentado, y eso beneficiará al PLD.
En estos momentos no hay espacio en República Dominicana para el mesianismo personalista porque el sistema de partidos, aunque está desarticulándose, todavía no ha colapsado.
En esta transformación, la primera prueba serán las elecciones de 2016. Ahí la competitividad de las candidaturas será un indicador importante del nivel de desarticulación o rearticulación del sistema de partidos dominicano.
Artículo publicado en el periódico HOY