Para la casi totalidad de los ciudadanos del mundo, no constituye un secreto que estamos en las puertas de un nuevo año, como tampoco resultaría descubrir nuevas fórmulas para hacer helados en cuadritos o palitos de coco como nos hacían las abuelas.

Transcurridas sus primeras  12 horas  –el reloj despertador así me lo recuerda- despierto en medio del más extraordinario silencio.  Parecería como si la ciudad la hubieran mudado de lugar y sus habitantes haber  marchado de vacaciones a disfrutar la temporada navideña recorriendo otros   mundos, además de conocer las riquezas de sus culturas.

Para despedir el año, luego de las prisas, las compras apremiantes,  los inagotables empujones e interminables  “tapones” citadinos, – como si de un parto complicado se tratara – el nuevo bebé,  nombrado en el calendario como 2015, sin artilugios, magias o estupefacientes, ha logrado lo que muy pocos alcanzan en tan corto tiempo ¡aquietar la ciudad y casi adormecerla! Premio para quienes se empecinaron en la antigua costumbre de esperar su llegada degustando exquisitos manjares, postres, dulces y bebidas propios  de  la época,  sin olvidar la ropa nueva a estrenar en tan marcada noche.

Desde mis ventanas puedo contemplar la radiante luz del sol que nos hace alarde en su  primera  mañana;  las flores del entorno brindan su exquisito bocado a  las pequeñas y diminutas aves.  Las palomas, aprovechando la soledad de peatones y ausencia del tránsito vehicular, unas y otras pican sobre las calles y también en algunos techos del área del parqueo.

La aparición de estos viajeros incansables, compañeros de nuestra cotidianidad, como son los  picaflores, zumbadores, etc.,  con sus trinos casi imperceptibles,  alegran el entorno.  Hoy, tal cual festejo del nuevo día,  su presencia se hace notoria y persistente.  La fantasía nace y me pregunto, si este fenómeno, raras veces visto en la zona donde resido – por donde el tráfico continuo no da tregua ni a los transeúntes- ¿será el augurio de un mejor futuro para esta Patria de Duarte?

Imposible dejar de reseñar que Enero, conforme relatan los legajos de nuestra historia, es un mes cargado de episodios, leyendas y luchas libertarias.  Por citar ejemplos: los crímenes cometidos durante la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo de la casi totalidad de los jóvenes que conformaron el  grupo “ Los Panfleteros de Santiago; desaparición de   integrantes del Movimiento Clandestino 14 de Junio; Ulises Cerón Polanco, Bienvenido Leal Prandy –Chuta-, Amaury Germán Aristy  y Virgilio Eugenio Perdomo Pérez, quienes en su condición de dirigentes políticos se agruparon para consolidar los Comandos de la  Resistencia y sumarse a las acciones del movimiento revolucionario que ejecutaba la sociedad en contra de la dictadura de Joaquín Balaguer.

No obstante remover gavetas que conservan estos recuerdos enerianos, como costumbre de principios de año, las agendas se congestionan con nuevas  expectativas, y entre ellas, temas ligados a nuestro diario vivir.

Ante el complejo abanico que nos muestra nuestra  panorámica nacional, surgen las inquietas interrogantes: ¿Subirán los impuestos, se controlará la inseguridad ciudadana, podremos caminar-pasear libremente sin temores a los atracos callejeros; se comprarán frenos para detener la carrera de la corrupción y las malas artes que tanto perjudican a las arcas nacionales y consecuentemente al dominicano de “a pié”; los niños dejarán de mendigar en las calles y podrán integrarse a horarios escolares; en casos necesarios, recibirán atención médica… …. … …?

Cientos de cuestionamientos se amontonan para que no les deje rezagados y ser destacados en un primer sitial. Despierto y elucido que no pernocto en el País de Alicia y sus Maravillas.

Es posible que mis fantasías coincidan con las de muchos dominicanos;  mientras se materialicen o no, vivamos este nuevo año y que sus aires nos lleguen con nuevas bendiciones para beneplácito de las tantas veces lastimada sociedad dominicana. ¡Bienvenido sea el 2015!