“Es un lugar común” como dicen los críticos y estetas cuando se emplea una palabra o frase muy conocida, pero es que nada retrata más este caso que decir “20 años no es nada”, como cantaba Gardel.
El 22 de febrero de este 2017 se cumplen 20 años de una noticia científica que hizo historia.
El nacimiento, que había ocurrido 8 meses antes- 5 de julio de 1996- de una ovejita llamada Dolly, el primer clon de mamífero exitoso, logrado por transferencia nuclear; impresionó a Tirios y Troyanos.
Y hasta quizás debería estudiarse cuál otro acontecimiento científico (no trágico) permaneció por más días en las primeras páginas de los periódicos de todo el mundo. Que yo recuerde, en mis años de lector, ni la noticia de la lectura completa del genoma humano (el ADN completo de Homo sapiens, que en realidad fue del ADN de uno de los científicos dirigentes del proceso), anunciado por tv por el Presidente de los Estados Unidos con los dos principales científicos a ambos lados, produjo tal impacto.
El 13 de abril del 1997, en las páginas de Opinión del Listín Diario, escribí un pequeño ensayo sobre la noticia, tratando de explicar lo que se había logrado, bajo el título de “ Dolly: del Cordero de Dios a la oveja del hombre”.
El periódico colocó de relieve lo siguiente: “El biólogo se expresa a favor de la continuidad de los estudios que permitan clonar, tanto en animales como en humanos. Opina que las demandas políticas dirigidas a impedir la continuación de esos estudios “no son más que la defensa de un estatus quo ideológico que no se podrá mantener porque potencia una gran amenaza, pues solo si sabemos cómo van estas técnicas y es abierta la información y su uso podrán controlarse marginalidades no deseadas”.
Y Dolly, la ovejita escocesa, tuvo tal éxito, que la palabra “clon”- un oscuro término genético de uso restringido- se convirtió en común y alcanzó hasta titular una popular telenovela latinoamericana.
El científico Ian Wilmut y sus colaboradores del Instituto Roslin de Escocia tomaron una célula de la mama (teta) de una oveja totalmente blanca y le extrajeron el núcleo y este núcleo fue colocado en un óvulo anucleado de una oveja de raza cara negra. Este óvulo (de cara negra) con su nuevo núcleo (de cara blanca) fue colocado en el útero de una tercera oveja también de raza cara negra. Se escribe y se lee más o menos fácil, pero no lo es tanto. De 277 óvulos así injertados, un óvulo se desarrollo en un individuo completo y nació Dolly, completamente blanca y con los genes, y por lo tanto las instrucciones para desarrollarse y vivir, de la oveja que le ofreció su núcleo celular.
Su nombre fue tomado de una artista-cantante estadounidense muy popular en esos años (y aún lo es) Dolly Parton, quien presenta una generosa anatomía sobre sus pectorales. ¡Los científicos deben de ser serios, pero no ciegos!; e irrumpió Dolly en el mundo. Asombrando a todos de que un núcleo de una célula del cuerpo de un animal adulto pudiese transformarse y activar un óvulo anucleado formando un organismo completo.
De todo se dijo y de nada se salvó dicho experimento y los científicos que lo realizaron. Algo que se conoce poco es que de la misma línea celular que se utilizó para Dolly, otras ovejas luego nacieron: Debbie, Denisse, Diana y Daisy, que aún viven y se encuentran en buena salud, hermanas gemelas de Dolly y clones como ella.
Dolly murió a los siete años de problemas pulmonares y de su defunción se aprovechó la anticiencia – una reliquia de la Guerra Fría del siglo XX, utilizada únicamente contra científicos y descubrimientos del llamado mundo occidental- para inventar y propalar todo tipo de falacias, sobre los científicos jugando al papel de ser como Dios, entre otras lindezas.
Nunca opinaron estos críticos de la descendencia de Dolly, 6 normales corderitos, ni le dieron valor a los estudios post-morten que no señalaban ni envejecimiento prematuro ni ninguna enfermedad fuera de lo común.
Hoy día tenemos clones de ratones, ratas, perros, cerdos, vacas. No ha resultado muy exitoso el método de clonación en primates superiores ni en monos, y aunque no hay que dudar que algunos, en algún lugar, hayan intentado hacerlo en humanos, ni siquiera se ha escuchado, mucho menos publicado, logros al respecto.
Pero, aparte de los éxitos con la producción de clones de ratones y ratas, lo que ha permitido pasos gigantes en la investigación biomédica, Dolly abrió el camino para la manipulación y puesta en vigencia de las llamadas células madres, multipotenciales o pluripotenciales, que en principio pueden transformarse en otro tipo de células del organismo.
Aunque su uso no está avalado ni permitido por el conocimiento actual para tratamientos humanos, en muchos países médicos y pacientes apuestan al uso de células madres para resolver problemas de salud de distinto origen y en distintos órganos. Claro, se siguen estudiando e investigando las células madres y se presenta un uso permisivo, e ilegal, en ciertos países, a veces resolviendo problemas y en muchos casos no resolviendo nada y otras veces empeorando a pacientes.
Dolly hoy reposa, en exhibición, en el Museo Nacional de Escocia, en Edimburgo. El año pasado celebraron su cumpleaños número 20 y este año celebramos los 20 años del conocimiento de este inicio del, por fin, cambio del Cordero de Dios por la Oveja del Hombre.
Aunque la Organización del Premio Nobel otorgó en el 2012 el premio en Medicina o Fisiología a la clonación y el Dr. Wilmut no fue incluido en el premio, Dolly es la más famosa oveja que jamás haya existido.