Gobernando o en la oposición, el peronismo ha sido la fuerza política predominante en Argentina desde hace 76 años. Todo comenzó el 17 de abril de 1945. Perón, traicionado, fue obligado a renunciar como vicepresidente y a sus otros puestos. Estando preso anhelaba retirarse a la vida civil y unirse legalmente con su compañera sentimental, Eva Duarte, “la mujer que quiero y que me adora”.
Perón fue reprimido por militares representantes de grupos de poder tradicionales y redimido por fuerzas del nivel más bajo de la pirámide social Argentina: obreros, pobres y “descamisados”. Perón se vinculó con ellos a través de Domingo Mercante, su “amigo leal”, hijo de un dirigente ferroviario a quien acudieron sindicatos procurando apoyo de la Secretaría de Trabajo. A partir de ahí Perón se comprometió con los trabajadores. Actuó como árbitro en confrontaciones laborales y aceptó como válidas las aspiraciones obreras.
La emblemática huelga de frigoríficos cárnicos de la comunidad de Berisso duró 96 días y culminó cuando Perón aprobó las demandas obreras y las hizo extensivas a todo el país. José Peter sindicalista comunista encabezaba la “Federación de Obreros de la Industria de la Carne” y recelaba de los militares, pues Argentina permanecía como “no beligerante” sin apoyar a los aliados que incluían a la URSS. En cambio, Cipriano Reyes anarquista anticomunista estrechó vínculos con Perón. Su hermano Doralio murió en una refriega armada contra el sector de Peter. Perón asistió al entierro de brazo con Cipriano y fruto de esos contactos personales concluyó: “Necesito a ese hombre”. No se equivocó. El 16 de octubre Cipriano planteó una huelga para el día 17 cuando Perón fue trasladado al Hospital Militar, pero cambió su estrategia y organizó una marcha desde Berisso hasta la Plaza de Mayo voceando: “Los que están con Perón/ que se vengan al montón”.
El conservadurismo de Buenos Aires se estremeció cuando llegaron a la Plaza de Mayo seres nunca vistos allí , que marchaban combativos, vociferantes, festivos y tan irreverentes que refrescaron sus pies ampollados en las fuentes de la solemne Plaza. La prensa los estigmatizó con fotos y titulares que decían: “Las patas en las fuentes”. Cientos de miles de “descamisados” exigieron la libertad de Perón proclamando: “Con Perón y con Mercante/ Argentina va adelante”.
A las 11:30 de la noche Perón apareció rutilante en el balcón de la Casa Rosada. Años después confesó que ante esa muchedumbre enardecida no sabía qué decir. Para ordenar sus pensamientos pidió cantar el himno nacional. Al decir “Trabajadores” hubo una trepidación telúrica. Perón fue liberado y el 17 de octubre se consagró como “Dia de la lealtad” peronista. Triunfante, exigió que en 4 meses se celebraran elecciones en las cuales venció, convirtiéndose en presidente en 1946.
Perón gobernó junto a su esposa Eva María Duarte, que se transformó en la mítica “Evita”, figura femenina inigualable en la política latinoamericana. Sus áulicos proclaman que ella articuló la epopeya del 17 de octubre, pero hasta ese momento solo era actriz de reparto, lectora de guiones en novelas radiales y novia de Perón. En ese octubre su rol fue simple y solidario: procurar un habeas corpus, no logrado, a favor de su Romeo. El peronismo, dividido, este año no conmemorará, per se, el aniversario de su efemérides fundacional, que coincidirá con el “Dia de las madres”. Pasado mañana 17 se difundirá un discurso del presidente Fernández y el 18 el justicialismo se unirá a una manifestación de la CGT.