A pesar del paréntesis del mal gobierno de Hipólito Mejía, si contamos bien los años desde el 1996 hasta la fecha, el PLD ha gobernado el país bajo una seudo dictadura ganando en tiempo a los terribles 12 de años de Balaguer y aún queda más gobierno morado.

Meditando al respecto y sumando años,  al Partido de la Liberación Dominicana no le ha ido nada mal en el quehacer de la política dominicana, y obvio a sus dirigentes, vigentes algunos de ellos en la palestra pública desde la primera gestión de Leonel Fernández.  Engrosando sus cuentas bancarias en un afán de acumular una fortuna cuestionada y sorpresiva.  Algunos aún se les espera para rendición de cuentas.  Y otros ni por asomo piensan dar explicaciones del origen dudoso de su capital.  Muchos llegaron sin nada pero se irán con muchos ceros a la derecha. Y otros que fungieron como ministros y defensores de esa primera etapa, hoy en su mayoría son embajadores y cónsules fuera del país.

Al parecer, no hay forma de desterrar a este partido de gobierno debido a la carencia de fuerzas opositoras.  Una sociedad sin oposición política, sin dirigentes con el raciocino suficiente para saber cómo enfrentar al partido de gobierno es lo que nos hará continuar en la misma senda.  Es penoso estar sin oposición ni fuerza civil alguna.  Lo que teníamos como oposición en su momento era un partido tradicional desgastado ahora dividido, luego de un acuerdo por debajo de la mesa entre su "presidente" y el Presidente Medina, para permitirle a éste último apostar por una segura reelección.  Es decir, el PRM (grupúsculo salido del PRD)  no es una fuerza a tener en cuenta como oposición por lo débil de su oferta política y el poco arrastre de Luis Abinader y los suyos.  Una pena en medio de un gobierno que desde que llegó al poder se ha encargado de acaparar,  comprar y asegurarse el poder Judicial, Legislativo y obvio el Ejecutivo. No hay para dónde mirar que el PLD no tenga a sus gentes controlando todo este poder para que no haya equívocos, sorpresas o sustos.

En definitiva,  15 años del PLD y seguro que por lo menos hasta el 2020 estarán sin visos de cambio.  Una dictadura disfrazada que en los últimos meses ha ratificado ese tufo a "dictadura" cuando el mismo Danilo Medina, luego de negarse a una reelección, puso todas las fichas en el tablero político, convenció, compró y abogó a los suyos a un nuevo mandato, ya que a su juicio, él es la única opción que vale la pena.

Me aterra como parte de esta sociedad que no contemos con una oposición digna, de conciencia y que esta carencia permita más años de gobierno del PLD pese a la corrupción.