En esta semana entró en vigencia la recomendación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) acerca de la cantidad de días por licencia de maternidad a las madres. 14 semanas para la madre es la recomendación mínima a la que se acogen solo 34 países en el mundo, de acuerdo a datos ofrecidos por esta misma Organización.
Los países más pobres de África, Asia y América Latina tienen las condiciones más difíciles y peores beneficios para las familias en este sentido. Por otro lado las economías fuertes han avanzado un poco más, no solo en cantidad de días y beneficios económicos, sino además en los días establecidos para los hombres como licencia por paternidad.
A propósito de este anuncio en los medios de comunicación, quise soñar un poco en la crianza compartida, en la posibilidad de que los bebés tengan la bendición de ser cuidados tanto por mamá como por papá en sus primeros días de nacidos. Y quise explorar a ver qué encontraba. Y vi que en otras partes del mundo la situación era posible, y oh sorpresa! Encontré buenas noticias de la potencia de la cual copiamos valores, música y códigos de vestimenta. Resulta que la compañía Netflix actualmente ofrece a sus empleados, sin distinguir entre hombres y mujeres, un año de licencia por maternidad.
Continué buscando y encontré este listado ofrecido por la OIT de la cantidad de días de licencia por paternidad ofrecido en algunos países del mundo:
Noruega: 2 semanas
Islandia y Eslovenia: 90 días
Suecia: 70 días
Finlandia: 54 días
Estados Unidos: 84, igual que a la madre
En América Latina: Venezuela: 14 días; Colombia 8; el resto entre 8 y dos días; República Dominicana: 3 días.
Luego de esta exploración pude entender mejor la situación y fue cuando surgió un poco de preocupación.
Tomando en cuenta lo desvalorizada que está la paternidad en nuestro país, medida por la irresponsabilidad de muchos padres, así como de las instituciones que tendrían que regularla, me preocupa mucho la señal que estamos dando con esta medida.
Me preocupa seguir llevando el mensaje de que la única necesaria e importante es la madre.
Me preocupa que los padres sigan sintiendo el permiso dado por las leyes y la sociedad para desvincularse de sus bebés.
Los niños y niñas necesitan a su madre y a su padre, ambos vínculos son importantes y ambas figuras necesarias. Pero además, una mujer recién parida pudiera quedar en una condición de vulnerabilidad y que pueda contar con la compañía del padre de su bebé, hace la diferencia. Sentir su presencia y apoyo luego de llegar a la casa desde el hospital o la clínica, poder descansar mientras él se hace cargo del bebé, tendría como resultado mejores vínculos y familias más fuertes. Con frecuencia las mujeres viven soledades profundas y depresiones post parto en estos momentos. Tanto ella como el recién nacido necesitan cuidado, apoyo, amor y comprensión para salir fortalecidos del proceso complejo que implica, muchas veces, la llegada de un nuevo miembro a la familia.
Los clínicos sabemos cómo las condiciones y el contexto familiar pudiesen condicionar la personalidad, seguridad y el futuro de los niños y niñas, así como la variedad de circunstancias que puede encontrar un bebé en el momento de llegar a una familia y el sin número de posibles respuestas que los adultos pueden dar a dichas circunstancias.
Pero hay otro aspecto que me preocupa. Se trata de cómo esta medida pudiese seguir aumentando la brecha en la diferencia de la tasa de desempleo entre mujeres y hombres en el país. Los empresarios pudiesen preferir emplear hombres y no mujeres por lo que implica pagar por más tiempo a una empleada que no está laborando. Sé que algunos teóricos de escritorio pudiesen hablar de las leyes; su cumplimiento; demandas y demás, pero la realidad de muchas mujeres pobres y con bajos niveles de educación es muy difícil. Además, en un país donde hay tantos negocios informales y fuera de la ley, así como derechos laborales muy frágiles, puede pasar de todo. El trabajo que hacemos con mujeres sobrevivientes de violencia nos ha permitido entrar a una realidad de pobreza y desamparo de muchas mujeres, cuyos derechos humanos básicos son desconocidos y violados.
Si soy muy sincera hubiese preferido un balance más flexible donde de manera gradual fuera cambiando la situación actual. Se pudieran mantener las 12 semanas para la madre y aumentar algunos días al padre. Para más adelante en un tiempo prudente, completar la cuota mínima de 14 semanas recomendada por la OIT para las madres y seguir aumentando los días al padre.
Es posible que esta propuesta no sea aceptada, incluso por algunos sectores profesionales, pero la libertad de escribir en este medio y el trabajo comprometido de tantos años, me dan el permiso de expresar mi opinión y aceptar el derecho de los demás a disentir.